La guerra del locoide
Si la oposición venezolana declarara a Uribe como el legítimo
Presidente de Venezuela, y a las Fuerzas Armadas de Colombia como
nuestro propio ejército, y le pidiéramos transitoriamente al gobierno
de Bogotá, que nos ayude a escoger a los líderes de la confrontación
contra éste gobierno piltrafa de Venezuela, además de solicitar y
aceptar que se financie ampliamente, con recursos visibles y directos
del Estado colombiano, una escalada subversiva para liquidar al
régimen chavista, quizá se entienda el volumen de los disparates que
acaba de proponer y que ya está instrumentando Chávez, en dirección a
las FARC y a la propia república vecina, hermana nuestra y objetivo de
destrucción, político militar, por parte del irresponsable presidente
ilegítimo de Venezuela.
Sin necesidad de proferir una andanada de descalificaciones, con
adjetivos cada cual más preciso que el anterior, que es lo que
provoca, alerto sobre el hecho de mayor significación de la cadena de
irresponsabilidades que viene protagonizando este gobierno, desde que
se inició el 2 de febrero de 1999, hasta la fecha de hoy.
Chávez nos ha metido de envión y de cabeza, en el conflicto interior
colombiano, en su peor ribete y riesgos, al patrocinar
internacionalmente a las FARC, para que se les reconozca como FUERZA
BELIGERANTE, es decir con un igual estatus diplomático que el propio
Estado Colombiano, que las combate y develando, sin ambages, que
nuestro territorio se convierte, de inmediato, en aliviadero oficial
de las fuerzas irregulares de la narcoguerrilla, que recibirán
cuantiosos fondos de asistencia desde nuestras arcas públicas y que
generarán, sin duda alguna, el derecho de penetración combates y
ocupación del ejercito colombiano, hasta el interior de nuestro propio
territorio, desatando de forma casi irremediable una guerra de
fronteras, que desde el ángulo de intereses colombianos y de la
comunidad internacional, tendría el carácter de legítima defensa,
contra nuestro país, propiciador del clima y razones para ser
considerado como agresor y como factor de apoyo y cobertura a la
guerra irregular que se trasladaría a nuestros estados limítrofes.
Vean «señores oficiales» de «nuestras» FFAA y uso deliberadamente las
comillas en señal de indignación sobre vuestro papel liquidador de la
Republica de Venezuela, hasta donde nos ha llevado vuestra
alcahuetería, para con estos chafarotes que gobiernan y sobre todo, al
apoyar al que insiste en llamarse presidente comandante y expresión
legitima de nuestros uniformados, para mejor socavar y embaucar
nuestra nación.
Confieso sentir la mayor angustia en años, frente a las terribles
consecuencias de los actos de nuestro gobernante enajenado. Pero la
desazón crece exponencialmente al constatar que la oposición de
culito encalcado, solo tiene cálculos, recursos y discursos, para
prepararse a que le den su pedazo de torta en la administración de
estados y ciudades, arrodilladas ante el poder centralista
atrabiliario, según el modelo de las administraciones sobrevivientes
de la cohabitación de estos años pasados.
Pero lo que conservamos integra, es la esperanza.
Me siento orgulloso de nuestra juventud que ha tomado las banderas de
la libertad de los presos políticos, como eje del primer round del
año, contra el gobierno malandro y aprovecho para estimular en ellos
el análisis y la reflexión, sobre que el gobierno irresponsable de
Chávez, querrá enviar a la guerra a la nuestra juventud, para
sostener y apoyar las peores causas posibles, al lado de los
facinerosos de las FARC secuestradores y criminales de oficio.
No logro evitar las nauseas que me producen decenas de opinadores
opositores pendientes, desde ya, de las candidaturas para el reparto
de las migajas del botín del Estado. Ya los «sacrificados por la
patria» abundan por doquier, convencidos de la pureza del malandraje
del régimen y del CNE en particular, que según ellos les permitirá
echar sus mordisquitos desde alcaldías y gobernaciones…»y así ir
copando el estado hasta lograr salir legalmente de Hugo Chávez dentro
de cinco años» como ya se escribe, hasta con la elegancia de prosas
alquiladas a la cohabitación con el gobierno, que auspicia ese
electoralismo maníaco.
Imbeciles, nos están metiendo el país en una guerra y ustedes
pendientes ya de quienes les financiarán sus campañas, para luego
pagarles con contratos, comisiones, canonjías y dineros, que de ganar,
sustraerán del presupuesto a los hospitales, a los comedores
infantiles, del mantenimiento de vías y escuelas.
Por Dios, ¿Cuando percibirían lo dramático, de la hora menguada de
esta nación, que el gran locoide esta metiendo en la tronera de la
peor confrontación en un siglo?.
Definitivamente es la hora de la juventud.
Apártense de las cámaras que les encandilen los egos enfermizos, no
acepten ser convertidos en vedettes de páginas y revistas frívolas, en
candidatos de poderes fácticos y grupos de intereses, que han amasado
más dinero fácil en estos 9 años de Chávez que en los 40 de la
fenecida mal llamada Cuarta República.
Asuman esta batalla histórica, no para obtener un maldito cambur.
Desplieguen la pelea otra vez con sus nombres limpios, que no han
podido ser vilipendiados por obscuros intereses bastardos, que nos
arrinconaron a otros y nos llevaron casi hasta el ostracismo.
Sigan soñando con un país libre, preservado de todo odio y violencia.
Ya los que estamos de salida, solo tenemos un legado de fidelidad a
principios y valores que están en la picota y que fueron abandonados
por la vieja clase política, hasta que produjeron esta pandilla que
hoy dirige el Estado venezolano.
No cometan la estupidez de emparrandarse en manías electorales
prematuras, mientras el locario nos mete a en un conflicto que
arruinaría la vida de millones.
Una cosa es usar el arma electoral con participación, abstención o
boicot, para enfrentar el régimen y otra cosa muy distinta y, es la
borrachera electorera, para medrar en la rebatiña de las migajas, con
las que el régimen buscará dividir nuestras fuerzas.
Aquí deberían construirse candidaturas únicas, surgidas del combate
unitario por los presos políticos, contra los disparates belicosos de
Chávez contra Colombia y a partir de muchas otras consideraciones,
distintas por supuesto a ese concurso de patrocinantes de
beneficiarios futuros de contratos públicos, para prevaricar y
saquear, como es el caso ahora, incluso en algunas comarcas dirigidas
por «opositores»
La hora no es electoral, es de defensa de la paz de la republica,
amenazada por este factor de guerra en que se ha convertido el
gobierno de Chávez, en bancarrota política y que busca los conflictos
foráneos como tabla de salvación. Hay que detener a este aventurero,
esa es nuestra tarea, en unidad de todos.
Menos mal que desde Colombia se impondrá la racionalidad, contra la
irracionalidad que exportamos a granel.