La guerra del arequipe
Cerramos el mes de julio con tensiones de diversa naturaleza, algunas internas que tienen que ver con las preocupaciones cotidianas de los venezolanos referidas a que la población exige en pleno siglo XXI, agua potable, servicio eléctrico, seguridad y orden público, empleo productivo, estable y formal, educación en todos los niveles de calidad y no ideologizada, fabricas y empresas grandes, medianas y pequeñas operativas no sólo produciendo bienes y servicios sino generando empleo y valor agregado, y además, los venezolanos no queremos malaria, mal de chagas y dengue y queremos salir de nuestras casas a estudiar o trabajar y regresar a las mismas, no ser heridos, atracados, secuestrados o asesinados.
Pero además de estos problemas cotidianos que los venezolanos tenemos y que no han sido corregidos, paradójicamente con el realero que ha ingresado al país en una década, nada más y nada menos que novecientos noventa y ocho mil millones de dólares, no hay calculadora que aguante esta cifra, aparte de esto que es preocupante e incluso grave , el país está a la expectativa porque cada cierto tiempo como hoy ocurre, generalmente cuando los problemas internos son de tal magnitud como la pérdida de miles de toneladas de alimentos y medicinas o el tema eléctrico, o hay elecciones, los discursos de choque, ruptura, agresión, guerra y demás están a flor de piel.
El presidente no sólo ha dilapidado recursos por doquier, ha perdido un tiempo precioso en diatribas, peleítas de colegio que no nos conducen a ningún sitio. Los venezolanos tenemos que defender por mandato constitucional y por los dictamines del corazón nuestra soberanía y la patria, pero eso no implica cazar una guerrita o conflicto con un vecino como Colombia, nación que ha sido afectada por las FARC, el ELN, el narcotráfico, el paramilitarismo y demás, y donde Venezuela en vez de abrirse al dialogo franco y transparente, permitir la visita de la Comisión Internacional de Verificación con representación de todos los estados miembros de la OEA.
No quiero imaginarme un conflicto bélico con Colombia, país que un pasado, presente y futuro común con Venezuela. Un conflicto bélico de darse duraría muy poco y daños eternos. Podrá parecer risible pero no quiero pensar una situación donde deje de tomar café Omá o Juan Valdez, dejar de usar cansancillos de algodón pat primo, medias punto blanco, no poder comerme el exquisito arequipe alpina, no oír a Shakira, Juanes o Pipe Peláez, dispararle a Amparo Grisales o a Catalina Aristizabal, tener que apagar el televisor para no ver el Noticiero Caracol, Tola y Maruja, Desafíos, La Saga o el Cartel de los Sapos entre otras cosas, porque estamos en guerra por decisión del Presidente. Los venezolanos y los colombianos no iremos jamás a una guerra.
El 7 de agosto se juramenta el Presidente Juan Manuel Santos y su canciller María Ángela Holguín, esperemos que haya entendimiento entre Bogotá y Caracas y que el Presidente Chávez y nuestra cancillería rectifiquen el camino errático que han tenido en estos años, y evitemos una guerra que de darse no será del arequipe.