La fractura
No nos engañemos, este domingo se producirá la fractura de los equilibrios precarios disimulados tras 14 años de falsa unidad nacional, pegada con saliva de loro, desde 1999, cuando Chávez acabó con el régimen anterior y comenzó a estructurar el suyo, que ahora agoniza entre explosiones, robos masivos, ineficiencia abyecta de los improvisados “revolucionarios” convertidos en burócratas rojos y su propia salud, con días contados para rendirle cuentas al Dios se sus padres.
Estamos de nuevo, como nación, ante una enorme encrucijada, tan dramática como la vivida tras el gran embauque del Paro Cívico Inmolado y la degollada huelga militar de Altamira que reventó con su autoexclusión al sector institucionalista de las FAN, dejando a muchos oficiales a merced del régimen castrista.
Lo nuevo es sin embargo la nada desdeñable ilusión gigantesca de ganar el futuro mediante estas elecciones, por supuesto habiendo agotado nuestra capacidad de asombro, para ilusionarnos con este calendario electoral de Chávez.
Total, esto nos ocurre desde el 6 de Dic. de 2001, con el Lockout patronal y luego con abril de 2002, con nuestra clase empresarial asociada a Carmona y su decreto surrealista de evasión de la realidad y también con las tesis opuestas de los sucesores, ahora acariciando la gran reconciliación como salida política.
En la madrugada del 8 de Octubre no puede esperarse una victoria de Chávez y al propio tiempo lo contrario: una victoria de quienes no queremos a Chávez, ni un día más.
Capriles y la MUD ya sacaron cuentas de triunfadores y Chávez también. Los dos bandos dicen que respetarán al arbitro: es en lo que más ha insistido Chávez, como sabiendo de antemano que si obtiene, y efectivamente lo obtuvo, el compromiso de respetar el árbitro que él impone desde hace 14 años, no hay ningún riesgo para su plan de quedar atornillado al poder.
La pregunta que tortura es: ¿Cuál hipótesis es más probable?, ¿Que Chávez cante victoria y Capriles la admita o que Capriles cante victoria y Chávez la acepte?
La MUD, para bien o para mal como nuestra dirección, ha acuñado la tesis que Chávez deberá admitir su derrota y hasta andan en plan de encontrar atributos muy honoríficos al general, chavista hasta los tuétanos, a quien tocará administrar el Plan Republica y el eventual Estado de Sitio, si la victoria de Chávez es desconocida.
Llegó entonces la llamada “hora de las chiquiticas”. Los que hemos adversado la estrategia de ceñirnos al calendario electoral y a las instituciones del despotismo chavista, tendríamos de admitir y cerrar la jeta por el tiempo que dure nuestro “reciclaje ideológico”, harto difícil a nuestra edad, si ganando el candidato de la unidad opositora se logra que Chávez se aquiete, por primera vez desde 1992, y aunque sea revoltosamente adquiera el hábito democrático de adecuarse como minoría.
Recuérdese que no vale el precedente del Referéndum de la Reforma Constitucional, porque en la práctica él no admitió esa derrota, sino que impuso mediante leyes habilitantes el grueso de lo ya votado como inadmisible por la mayoría electoral.
La MUD y Capriles han generado una absoluta confianza en el CNE, casi que se declaran hijos preclaros incondicionales de este CNE.
Entonces si la Tibi a medianoche dice “Chávez ganó”, no hay manera de convencer al grueso del electorado de una tesis distinta, porque Tibisay será la propia vocera de TODA la clase política del país (gobierno Y OPOSICION).
Cuando Tibisay diga, lo que dirá a nuestra oposición y a la nación toda, al candidato Capriles no le quedará el menor derecho al pataleo. Esa es la consecuencia directa de una política de absoluta sumisión institucional, escogida como la idónea por todos los que han venido construyendo clientelas regionales y locales permitidas y financiadas por el régimen de Chávez, que les tolerará mientras solo aspiren a ese 5 – 10% de la administración descentralizada de los fondos del Estado, pero mientras ÉL siga siendo el dueño monárquico de casi todo.
Si Chávez hace trampa autoproclamándose y Capriles dice que no acepta, comienza la fractura. Habríamos llegado a ella a través de una estrategia que preparó ilusoriamente a la nación para todo, menos para la usurpación abierta. Empezaría una batalla donde lo único real, a pesar de tener la legitimidad y la razón, es que estaremos amarrados de pies y manos, porque deberemos explicar la necesidad de OTRA estrategia, opuesta por su vértice, a la de este ilusorio camino electoral hacia la libertad y la democracia política.
Yo también preferiría querer acertar al apostar por esta salida electoral que encarna Capriles, sobre todo por el sueño pacifista, no violento, civilizado, reconciliador, dialoguista etc. En lo que no me anoto, si nos imponen la trampa, es que los mismos que nos trajeron hasta aquí digan que sigamos con la misma estrategia.
Recordemos también que si Chávez, contra todo pronóstico, ganara sin trampas y ello se admite, entonces desde el lunes hay que reevaluar TODO.