La fotografía
Recuerdo con una extraña precisión al general De Gaulle, mucho de lo que significó e hizo en su brillante vida de militar y político. Me vienen a la memoria cuatro de sus más cercanos colaboradores, hombres de poder pero sometidos todos al arrogante general. Pierre Chaban Delmas (el modernizador del gaullismo y como tal vapuleado por sus rivales), Valery Giscard D ´Estaing y su hermosa defini- ción de la recesión. «Senda del anti-desarrollo económico» la llamó, en contraste con expresiones de su época menos elegantes pero tal vez más pertinentes. El tercero, George Pompidou y el cuarto, el primer ministro del general, Michel Debré.
Hace años mi amigo Carlos Diez me contó una anécdota que alude a uno de ellos.
Carlos me aclarará si puede-a quien se refiere. Sospecho que no sería Chaban, quien era primer ministro de Pompidou, no de De Gaulle; ni Giscard, potencial adversario del poderoso líder del movimiento. Es probable entonces que el del incidente que relataré fuera Michel Debré. Más que la exactitud de lo ocurrido, si es que ocurrió y no se trata de una fantasía de Carlos, me interesa la moraleja porque viene al pelo con la inesperada reunión entre el presidente Santos y el impresionante candidato opositor, Capriles Radonski. Pero vayamos con orden.
Los hechos pudieron ocurrir a la salida del Palacio del Eliseo, en un escalón del frontis. Debré estaría siendo vapuleado por la opinión pública. «Sus días están contados». «En cualquier momento el presidente De Gaulle hará el anuncio» Es de suponer que los aspirantes al puesto (siempre los hay y no sólo en Venezuela) alentarían el rumor porque lo que es el presidente ni confirmaba ni desmentía. «Su silencio demuestra que pronto lo despedirá, porque quien calla otorga», saltaría a decir algún venezolano presente, de los que siempre tienen algo nuevo para el caldo.
De repente el primer ministro tropieza y parece que va a caer. Pero la firme mano del general lo agarra por el brazo hasta que recupera la verticalidad. Camarógrafos y fotógrafos captan la imagen. Un momento de silencio…. y el comentario inevitable: «con ese apoyo no caerá nunca».
Una fotografía clamó lo que regateaban las palabras.
2 En plena era de revolución informática y comunicacional es natural que los medios puedan servirle a líderes inteligentes para expresar con imágenes lo que no quieran que salga de sus labios. «Que se sepa, pero no porque yo lo haya dicho» En nuestro país líderes elocuentes no dejaron de utilizar el recurso, pero los más sobrios en palabras fueron los más inclinados a hablar por imágenes. Luis Herrera, por ejemplo Juan Manuel Santos es un estadista formado familiarmente para ser presidente. Asido al ferrocarril uribista se convirtió en su mano derecha y segundo hombre del régimen. La suerte lo terminó de impulsar al Palacio de Nariño y desde allí desarrolla su propia política. Lo que no quiere, no puede o no debe decir, se lo exigiría la cerrada campaña electoral de Venezuela. Este hombre, que mide cada paso y tiene presente la continuidad de sus estrategias, está entre el presente y el futuro de nuestro país. Para el mundo exterior parecía cuesta arriba que Chávez fuera derrotado. De allí que, a pesar de ser llamativos, los avances iniciales de Capriles sólo servían para demostrar que la alternativa democrática todavía esta allí, viva, trabajando.
Pero desde que fue lanzado como un misil por tres millones de opositores que se manifestaron en las primarias de febrero, la campaña del exgobernador de Miranda ha sido verdaderamente impresionante. Por su contenido, por su forma y por la emoción y espontaneidad que sólo causan los fenómenos electorales. El caso es que Capriles habla como ganador y Chávez como perdedor. Día a día y varias veces al día las concentraciones que saludan al líder de la Unidad Democrática son más desbordantes, en contraste con los desangelados, exiguos y episódicos actos del presidente. Las consultoras de verdad le dan cinco puntos de ventaja sobre Chávez, sin contar el voto oculto ni el esperado efecto avalancha.
Esto ya no podía pasarle desapercibido a nadie y menos al presidente de un país con tanta unidad de destino con Venezuela.
3 Es pues más que evidente que la reunión Santos-Capriles es transparente. Es un reconocimiento a la fuerza de la oposición democrática y a las ahora inocultables posibilidades de victoria de su abanderado. Lo delicado del asunto es que Chávez juega un papel importante en las negociaciones de paz con las FARC, sin pretender solapar al presidente de Colombia, como lo pretendiera con Uribe. Esta vez su intervención es discreta. Además, ha ayudado a la captura y repatriación de malhechores provenientes de Colombia.
Es verdad que su conexión estratégica con la fuerza dirigida por Timochenko parece incólume, pero de alguna manera eso le sirve a Santos para llegar tan lejos como en su momento Andrés Pastrana, sin pagar el precio que éste pagó La diferencia reside en un hecho fundamental: las FARC de Marulanda eran muy fuertes. No negociaban en serio. Sólo querían»ganar tiempo» y fortalecerse en el Caguán. Tenían en la sesera dos ideas-fuerza: la toma del poder conforme al ejemplo sandinista, y la preparación para una fantasiosa invasión militar norteamericana. Santos en cambio trabaja con unas FARC extremadamente debilitadas y quizá más próximas a un acuerdo.
¿Cómo prepararse para la relación con Venezuela, una vez que Capriles acceda al poder? ¿Cómo hacerlo sin perjudicar las pragmáticas relaciones que ha anudado con Chávez? Es un reto a la imaginación. Dado que no puede hablar claramente, toma la vía de fotografiarse con el que galopa hacia la presidencia de Venezuela. Inteligente política también la de Capriles al propiciar este excelente encuentro, que lo dimensiona en el mundo como promisor estadista.
Una joya de fotografía, ciertamente.