Opinión Nacional

La fecha tope

En Afganistán, las mujeres se arrancan la nefasta burka, y los hombres se
afeitan las barbas. (!) Felipe Pérez Martí, en el diario El Universal,
escribe «Apreciado Hugo: Eres un tipo bastante limitado, tanto en memoria
como en inteligencia…».(!) El Diario La Razón gana el caso presentado
ante la Comisión Internamericana de Derechos Humanos (!) , y por el mismo
camino van el Bloque de Prensa y Vale TV.(!) Si eso ocurrió, cualquier
alegría es posible. La noche infausta que el Presidente en Consejo de
Ministros encadenó los medios para anunciar públicamente que se comería en
caldo en ñame la Constitución, el Estado Derecho, la democracia protagónica
y participativa y la institucionalidad, al proclamar con bombos y platillos
la ristra de leyes más tercermundistas que pudo armar, sonaron las
cacerolas. (!) La gente, ya con absoluto desparpajo y sin limitación alguna,
comenta en carritos, autobuses, calles, cafés, areperas, mercados, que esto
se lo llevó quien lo trajo; léase bien, repito, se lo llevó quien lo trajo
(!). En buen criollo coloquial, el soberano está mandando un mensajito de
muy fácil comprensión: «no me lo calo más» (!). Las gaitas, corríos, baladas
y hasta rap, qeu son los «hits» de la cartelera musical no son precisamente
declaraciones de amor al hijo predilecto de Sabaneta – con el perdón de
Sabaneta. (!) Hace un par de años, o menos, eso era a lo menos impensable.

Entonces, la problación se dividía en dos toletes: los que apoyaban a Hugo,
y los que creían que no había manera alguna de luchar contra él y su envión
autocrático ( es decir, los que estaban sumergidos en la entrega, y que me
escribían y llamaban para decirme el clásico «estás perdiendo tu tiempo,
está luchando en vano»). Hoy, la situación es muy distinta. Hoy, la cosa
está dividida entre quienes desesperadamente necesitan aferrarse al poder,
los que están buscando la vía para deslindarse, los que se han llegado a
punto máximo de saturación y desilusión, los que sienten que hasta aquí los
trajo el río, los que quieren que se acabe a como dé lugar este guateque
tan mal montado, y los que luchamos por una vía pacífica, inteligente,
saludable y constructiva de reestructar la democracia en Venezuela. Y ese
escenario es muy diferente al de hace meses, muuuuuuuuuy diferente.

«¿Hasta cuándo?», preguntan los buhoneros, los empresarios, los
comerciantes, los sindicalistas, los obreros, los campesinos, los
estudiantes, los intelectuales, los verduleros, los taxistas, los choferes
de autobús, las madres, los maestros, y, soterradamente, los hombres de
uniforme. ¿Hasta cuándo? Hasta que hayamos sudado hasta la última toxina de
este régimen infecto. ¿Y cuándo es eso? Contesto como el goajirito: «¡Seré
yo adivino!». Sí sé que el Huésped de Miraflores y su manga de ineptos han
encendido el candelero hasta la temperatura máxima, de forma tal que el
sudonal está en apogeo, y las toxinas del chavismo las está sudando esta
sociedad, como transpira quien se ponga al sol a la hora del burro en mi
adorada tierra zuliana, a esa hora en que las gallinas no ponen, so riesgo
de poner huevos sancochados. Venezuela entera se ha convertido en un inmenso
sauna. ¿Cuánto falta para que se baje el suitche de ese calentador y
comencemos a reconstruir el país? La desesperación – que ya es grande en
todos los sectores – hace mirar hacia el cielo y pedirle a todos los santos
que nos hagan el milagrito. ¿Qué sabemos hoy? Sabemos que régimen no
rectifica, que farsante siempre miente, que quien está sentado en Miraflores
no cede ni cambia. Qu eautócrta no cree en democracia, y sólo la usa cuando
le conviene. Sabemos que ni oye consejo, ni llegará a viejo portando la
banda presidencial. Que aun cuando no podamos ponerle fecha, hora y menú a
la «dejada de ser», será… De que sale, sale. Y será por la buenas, ya
verán. Todo prolijo, muy lindito, con discursito en última cadena nacional
(¡uf, qué maravilla!). Nada de desordenar este país aún más de lo que está.

Nada de tiroteos ni de explosiones sociales, ni de heroísmos transnochados,
que costarían sangre y plata inncesariamente. El hombre renuncia, y el
pueblo, con sabiduría y gentileza le acepta el palabreo y la cartica. Los
que constitucionalmente estarían en la línea de sucesión muy honrosamente
declinan tal honor, y se arma un gobierno transitorio conformado por civiles
que estarán a la altura de las circunstancias, y que ofrecerán al país un
cronograma de rescate de la institicionalidad, para lo cual es
imprescindible incluir en la agenda una nueva Asamblea Nacional
Constituyente. Todos los caminos, queridos amigos, por donde se mire la
cosa, conducen a una nueva Asamblea Nacional Constituyente, una que de
verdad sirva, que cumpla su propósito, que no ponga la cómica, que no se
arrodille.

Anoche, mientras veía el juego Venezuela – Brasil (¡arriba los vino tinto!),
me dio por pensar que es incompatible la realización de la Copa Mundial de
Fútbol y tener al señor sentado en la silla presidencial. Por muchas
razones, entre las cuales puedo destacar: 1. Lo imagino perfectamente capaz
de interrumpir un juego de esos claves, para los que uno se prepara física y
emocionalmente, con una de sus insulsas cadenas; 2. la euforia que cae como
bendición con el mundial de fútbol no compagina con la habilidad que tiene
el señor para producir sentimientos y emociones negativos y la más
intolerable depresión; 3. el hombre, como ya sabemos, es pavosísimo, y de
seguro caerá la mala suerte sobre el equipo que querramos gane si a él se le
ocurre apoyarlo; 4. de seguro que en sus cadenas y aburridísimas
alocuciones, de puro refistolero que es, le dará por dictar cátedra sobre
fútbol o hasta pedirá narrar algún partido, aunque él de fútbol sepa menos
que yo de física cuántica. Así las cosas, la fecha tope, lo más tardecito es
por ahí por el 1 de junio (que tambien hay premundial), porque si no nos
echará a perder (también) la fiesta de la Copa Mundial 2002, la primera del
milenio, y eso, que va compae’, ni por casualidad.

Entretanto, y mientras el tic tac suena inclemente, a entender que estamos
sudando, y que ya tenemos el cuerpo casi desintoxicado. Y que si se le baja
la temperatura al sauna, nos volverán a entrar las toxinas. Entretanto, a
impugnar las leyes arbitrarias, a salir a la calle a protestar, a quejarse,
a sonar cacerolas, a no dejarse vapulear por el régimen, a exigir libertad
de pensamiento y expresión, a recordar que Richard Boulton sigue
secuestrado, a defender la ley de educación. Así que, ¡a sudar, y a ponerlos
a sudar! Tic, tac, tic, tic, tac…

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