Opinión Nacional

La FAN y la defensa de Constitución

En días recientes tanto Antonio Ledezma, alcalde Metropolitano, como César Pérez Vivas, gobernador del Táchira, pronunciaron discursos en los cuales exhortaban a la Fuerza Armada Nacional a respetar y hacer respetar la Constitución Nacional, así como ha no cumplir órdenes que violen la letra y el espíritu de la Carta Magna. Las intervenciones de ambos mandatarios regionales electos el pasado 23 de noviembre fueron apasionadas. No podía ser de otro modo. A medida que el teniente coronel ha concentrado su base social de apoyo en los sectores más empobrecidos y marginados del país, y se ha enajenado el respaldo de las clases medias, los trabajadores, los profesionales y los empleados, ha buscado sustento en los militares para imponer a la fuerza el comunismo del siglo XXI, proyecto anacrónico y antinacional que va en dirección opuesta a los principios constitucionales. Ante la ausencia de entusiasmo popular, la FAN ha pasado a ser la columna central del modelo comunista en marcha. Ceresole en acción.

Las intervenciones de Ledezma y Pérez Vivas han sido calificadas por los dirigentes del chavismo como llamados a la insurrección y al golpe de Estado. Esta acusación la formulan precisamente quienes fraguaron y participaron en las intentonas de 1992; glorifican públicamente a las FARC y al ELN, dos grupos que subvierten el orden en Colombia; y conmemoran en el 23 de Enero, la populosa parroquia caraqueña, el primer año de la muerte de Manuel Marulanda, alías “Tiro Fijo”, insurgente conocido por su aterradora crueldad. El chavismo utiliza la FAN para militarizar el país, reprimir a los ciudadanos que protestan por la incompetencia del Gobierno, amenazar a los trabajadores del Metro de Caracas, expropiar a los gobernadores de Carabobo, Nueva Esparta, Táchira y Zulia de la conservación, administración y aprovechamiento de los puertos y aeropuertos, competencias exclusivas que les asigna la Constitución, y, sin embargo, aspiran a que los dirigentes de la oposición permanezcan mudos ante los atropellos.

La enorme prudencia y discreción de la dirigencia opositora frente a la institución castrense no ha servido para que dentro de la FAN se fortalezca la posición de los oficiales institucionalistas, esos que la consideran “una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico”, tal como señala el artículo 328 de la Carta Magna. Al contrario, lo que ha ocurrido después de 2002 es que esos oficiales han sido sacados del cuerpo, o han quedado relegados y arrinconados. Se les ha despojado de todo comando de tropa. A los oficiales y a los soldados se les obliga a gritar “patria, socialismo o muerte”, esa consigna aberrante que replica la frase acuñada por Fidel Castro luego de los sucesos de Bahía de Cochinos en 1961.

El teniente coronel Chávez Frías destruye la institución militar, envilece a los oficiales y a la tropa, politiza la FAN, la convierte en el brazo ejecutor del golpe de Estado que ha ido dando en cámara lenta, y todavía espera que los sectores democráticos se queden callados.

Después del disparate que significó el “alzamiento de la Plaza Altamira” era prudente que la oposición dejase que los militares retornaran a los cuarteles. Era inconveniente colocar en ellos la piedra angular para resolver los graves conflictos que Hugo Chávez había desencadenado. Sin embargo, la estrategia de la moderación ya cumplió su ciclo. A los militares hay que advertirles que si bien el país no les pide que se conviertan en árbitros, ni en componedores de los desarreglos provocados por el estamento político, tampoco conviene aceptar con indiferencia que se transformen en la punta de lanza de la destrucción del orden constitucional. A los militares hay que recordarles que las armas que poseen le pertenecen a la Nación y no al Gobierno, dos entidades que deben complementarse, pero que se han ido distanciando por lo afanes de Chávez de imponer el comunismo del siglo XXI contra la voluntad de la inmensa mayoría del país y contra la Constitución del 99.

El comandante Chávez Frías repite continuamente que su revolución es pacífica, pero que está armada, por cierto con miles de millones de dólares que ha gastado en la compra de esos adminículos. Esta amenaza insolente contra el pueblo hay que enfrentarla: quien debería estar armado es el país, la Nación, a través de su FA; sólo una usurpación por parte del autócrata puede hacer que esas armas dejen de pertenecer a la Patria y pasen a ser propiedad del mandatario.

Hablarle con claridad a la FAN; decirle que su obligación y compromiso consiste en cumplir los dictados de la Carta Fundamental, de ninguna forma significa espolearla para que participe en un cuartelazo. Sólo quiere decir que cuando la Constitución se viola de forma permanente, sus integrantes, al igual que “todo ciudadano investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (Art.333).

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