Opinión Nacional

La derrota de Maduro

Después de la experiencia mundial acerca del fracaso de un conjunto de políticas económicas y sociales, y el éxito de otras, el gobierno venezolano en los últimos 15 años, asesorado por algunos técnicos y políticos formados en la ideología dogmática que impuso Stalin a los partidos comunistas durante décadas, se han empeñado en repetir las políticas estatistas del fracaso, con la tesis de que ellos si triunfarán, porque los soviéticos no supieron aplicarlas correctamente. De nada les ha valido el derrumbe de la Unión Soviética y de todas los gobiernos que siguieron sus pasos, y ni siquiera el giro de 180 grados que ha dado China hacia una política de desarrollo capitalista, que la ha convertido en la segunda potencia económica mundial, que ha sacado de la miseria a unos 400 millones de chinos y continúa en marcha hacia el ascenso social de otros centenares de millones de pobres, que encuentran trabajo, aún con bajos sueldos y salarios, en las miles de nuevas empresas nacionales e internacionales privadas que compiten en el mercado mundial.

Incluso, el dogmatismo estatista no los deja ver otros cambios científicos y tecnológicos que han transformado la sociedad contemporánea, en la que el conocimiento ha sustituido los viejos valores de la explotación del trabajo de los obreros y campesinos, para aumentar la riqueza de los capitalistas. No pueden entender que Bill Gates haya acumulado una riqueza de más de 40.000 millones de dólares, producto de su talento, de sus conocimientos y no de la explotación de sus trabajadores. Y lo más concreto y sencillo para los venezolanos, tampoco han entendido que los pobres existen porque no han estudiado lo que estudió Bill Gates, y ni siquiera han alcanzado los niveles de esos técnicos y asesores del gobierno, que aunque no hayan comprendido los cambios universales, por lo que estudiaron cobran 15 y último muy buenos sueldos y viven como los ¨capitalistas¨ del Este de Caracas.

Y lo más grave para los venezolanos es que al aplicar las políticas del estatismo, han expropiado o confiscado más de 3 millones de hectáreas de tierras, la mayoría de ellas en plena producción, y las han convertido en improductivas, causa principal de la falta de escasez de alimentos de alimentos. Por eso no se encuentra la leche, el azúcar, el aceite y ni el café que desde la época de la colonia producíamos y exportábamos, hasta que llegaron los adoradores del Estado, se apoderaron de las torrefactoras y acabaron con esa pequeña e histórica riqueza.

Pero esto no es la única demostración de la capacidad destructiva del gobierno de Maduro, sino que también se ha hecho extensiva a la industria nacional, en la que existían unas 14 mil empresas antes de asumir el poder Hugo Chávez, y hoy apenas sobreviven unas 7 mil. E incluso la industria nacional representada en lo fundamental por PDVSA y las empresas de Guayana son ejemplos de la depredación de nuestras riquezas. PDVSA subsiste gracias al endeudamiento que ya va por los 80.000 millones de dólares, y las empresas guayanesas están todas prácticamente quebradas.

Y después de esta catástrofe creada por sus políticas anacrónicas e equivocadas, aspiran a que el pueblo los continúe apoyando, para lo cual ponen en práctica una política demagógica de aupar el saqueo de algunas empresas privadas, tratando de salvarse de una segura derrota, que le propinará un pueblo cada día menos manipulable, el 8 de diciembre.

 

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