La derrota de Chávez en la OPEP
Cómo para que no queden dudas que la política exterior del chavismo se hace añicos dinamitada por los delirios del líder máximo de la revolución continental y mundial, ni una sola de las propuestas patrocinadas o apoyadas por Chávez en la III Cumbre de Jefes de Estados de la OPEP que acaba de concluir en Riad fue aprobada por la mayoría de los países miembros del cártel petrolero.
Y es que, como sucede siempre en los auditorios donde tienen la paciencia de oírlo y no mandarlo a callar, el Chávez de Riad fue el mismo de Santiago, aunque está vez convertido, no en campeón de las luchas de los indios sudamericanos contra el imperio español, sino de los pueblos del mundo contra el imperio norteamericano.
Y para ello no tuvo mejor idea que proponer junto al presidente de Irán, Madmoud Ahmadinejad, que la OPEP deje de ser la empresa multinacional que durante casi 40 años ha sido responsable de la producción y suministro de crudos al mundo, para transformarse en una suerte de Al Qaeda de los mercados que con alzas recurrentes y desmesuradas de precios empuje a los países consumidores al colapso, forzándolos, de paso, a alumbrarse y mover sus industrias a punta de fogatas, velas y tracción animal.
O sea, en una organización no económica, no productora de los recursos conque sus países miembros pagan sus deudas y bajan sus déficits, equilibran sus balanzas de pago y combaten la inflación, reducen el desempleo y mejoran los servicios y cuya calidad de vida es el mejor indicio de que se insertan en el mundo moderno y civilizado.
Y fue por eso que la mayoría de los países representados en la III Cumbre, no fue solo que se negó a aprobar semejante chambonada, sino que la remitió a un comité para que la discuta en las calendas griegas.
Pero no para arredrar al Osama Bin Laden de los crudos y su aliado, el Aymán Al-Zahuahiri de los mercados, que rápidamente y como para no quedarse sin nada, pasaron a proponer que el dólar fuera abandonado como instrumento de pago de la OPEP y sustituido por el euro.
Idea que dada la actual depreciación de la moneda norteamericana frente a la europea tenía un poco más de racionalidad, si no hubiera sido porque los compinches la presentaron como prueba de que el imperio norteamericano estaba en su fase terminal y a punto de ser sustituido por el modelo de socialismo del siglo XXI que empieza a practicarse en Venezuela y tiene desde hace 50 años a países como Cuba y Corea del Norte asolados por hambrunas devastadoras.
Y aquí si parece que una carcajada se dejó sentir a lo largo del palacio de convenciones donde se celebraba a la reunión y un “¿Por qué no te callas?” pero en árabe.
Porque hay que ser bien naif para no entender que en la economía capitalista de mercado la apreciación o depreciación de las monedas es parte del juego de la ley de oferta y la demanda y casi siempre se utiliza como un mecanismo para corregir los déficits, aumentar las exportaciones e impulsar el crecimiento.
En otras palabras, que un eco de aquella profecía que hace 150 años proclamó Marx en el “Manifiesto Comunista” sobre la crisis y derrumbe del sistema capitalista, y que se ha cumplido pero al revés, porque el capitalismo es el modelo económico adoptado por el 96 por ciento de los países del mundo, y el que venía a sustituirlo, el socialista, duró apenas 7 décadas y desapareció para no regresar.
Por lo menos, no en la versión de Chávez y Ahmadinejad que se quedaron anclados en lecturas de la infancia y adolescencia que hablaban de mitos construidos por ideólogos que buscaban fabricar una realidad de laboratorio que al final concluyó en una burla.
Por eso, ni en Riad, ni en Santiago de Chile, ni en Francia, ni en sus países de origen, es posible tomar en serio a dos socios cuyo único mérito es ser diferentes, pero por su regreso al pasado, y no por ser parte del presente y mucho menos del futuro.