La democracia: Sistema de vida de los venezolanos
Peregrinemos un poco atrás en nuestra historia para entender el asunto del cual deseamos tratar: estamos en 1834, se acercaba la contienda electoral de 1835, aquella en que se eligió por vez primera un presidente civil, el doctor José María Vargas(1786-1854). Para ese momento la conciencia política estaba en proceso de maduración. Las elecciones nos lo permitirán observar con cierta claridad. Desgraciadamente la “militarada” detendría aquel auspicioso proceso(julio 8,1835) que nos hubiera permitido tener gobiernos civiles, que los militares no participaran en la política, estuvieran en sus cuarteles. De allí en adelante, menos en la interinaria(1836-1837) de Andrés Narvarte(1781-1853), todos los presidentes fueron militares. Fueron después del doctor Vargas escasos los civiles en ser presidentes y por poco tiempo, sólo durante veinte y seis años fueron los civiles presidentes Pedro Gual(1783-1862), Manuel Felipe Tovar(1803-1866), Juan Pablo Rojas Paul(1826-1905) y Raimundo Andueza Palacio(1846-1900). La magistratura civil nos llegaría con el civilista Rómulo Gallegos(1884-1969) a quien tampoco dejaría gobernar el mando castrense. Así que en verdad nuestra magistratura civil se inicia en 1958 cuando fue electo presidente de la Junta de Gobierno en el poder(noviembre 14,1958) el doctor Edgar Sanabria(1909-1989) al que siguieron nuestros presidentes civiles hasta 1998, en que el sendero, insólitamente, se rompió. El hilo será vuelto a coser un día por venir. Venezuela solo debe ser gobernaba por civiles.
A partir de la separación de Venezuela de la Gran Colombia en 1830, que es el momento en el cual se inicia el régimen de la “oligarquía conservadora” según José Gil Fortoul (Historia constitucional de Venezuela. Caracas: Ministerio de Educación, 1953,t.II,p.7-13) o el “régimen deliberativo” como denominó Augusto Mijares(1897-1979) al gobierno que se inició al separarse Venezuela de Colombia y Ecuador(La evolución política de Venezuela. 5ª.ed. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 2004,p.103-124), el cual actuará desde el inicio del años treinta(Enero 13,1830) hasta las elecciones de 1846 en las que ganó José Tadeo Monagas(1784-1868), la nota dominante fue el “liberalismo oligárquico”, pero con la especial característica de haber sido estas administraciones “liberales en la ley y en la práctica”(Caracciolo Parra Pérez: Mariño y las guerras civiles. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1958,t.I,p.247). Mientras actúa este régimen, durante un tiempo que algunos consideran la época de oro de la República poco a poco va surgiendo la oposición. Pero tales antagonistas serán en un principio, un grupo de próceres que se consideraban con pleno derecho a mandar por el solo hecho de haber participado en la guerra de Independencia. La verdadera oposición democrática se hará presente en 1840.
El suceso que se desarrollaba lo había comprendido el Libertador con mucha anticipación, como casi todo en el sucederse de la política de sus días. Y no porque fuera un profeta, que no era, sino por la forma constante y diaria en que seguía los hechos que acontecían en la sociedad. Es por ello que hemos llamado a Bolívar el gran intuitivo de Venezuela por su capacidad de presentirlo todo. Prever para proveer es siempre máximo de todo ejercicio político. Y es por ello que ya en 1821, a un mes exacto del triunfo en Carabobo, observó lo que sucedería cuando, terminada la guerra, sus protagonistas vinieran a cobrar el “precio de sus lanzas”(Cartas del Libertador. 2ª.ed.aum. Caracas: Fundación Vicente Lecuna,1964,t.III,p.66-67), allí avizoró el caudillismo que pronto que se hizo presente en nuestra escena pública. Y lo pudo ver porque nunca fue un gobernante personalista como ha querido ser pintado ahora equivocadamente por un historiador que debería utilizar su talento mejor, a no ver al Libertador en lo que no fue, situarlo en su día y en su hora que lo que nos lo explica, no confundirlo con un personaje de estos días. Y es por ello que aquel 24 de mayo 1821, cuando escribió la carta que hemos citado a don Pedro Gual pudo Bolívar en ella advertir que temía “más a la paz que a la guerra”. El caudalismo fue el movimiento que negó lo que el proyecto de la Independencia se planteó. Por ello a partir del fin de la guerra pero sobre todo desde 1830 se instaló lo que el historiador José Luis Salcedo Bastardo(1926-2005) denominó la “contrarrevolución” (Historia fundamental de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1970,p.393), examen en el que coincide sin proponerlo, porque los dos libros se escribieron en los mismos días, con Guillermo Morón(1926), un hombre de la misma generación de Salcedo, en su análisis de aquel período en el tomo V de su Historia de Venezuela(Caracas: Italgráfica, 1971. 5 vols).
Sobre el caudillismo no hay que olvidar, siempre que se le examine, que llegó a ser una estructura tal en las sociedades hispanoamericanas que, según Arturo Uslar Pietri(1906-2001) “es hasta ahora la más original y acaso única creación política del mundo hispanoamericano”(Viva voz. Caracas: Italgráfica, 1975,p.171). En el siglo XX va a ser sustituida por los líderes populistas y por el liderismo, que son la que encarnan los políticos ya no tienen ideas para la acción sino “resbaladiza bellaquería…la destreza para engañar” como indica Augusto Mijares(1897-1979) quien creó el término en sus análisis de nuestra vida política. Unos y otros, caudillos y populistas, han frenado el natural desarrollo político de nuestras sociedades, han impedido el imperio de las instituciones.
El caudillismo, que es lo que nos interesa describir aquí, fue la antítesis del sentido de la República democrática, el que por sus características intrínsecas, Salcedo lo llama “el caudillismo negador”(p.399) significó, según su examen: la burla agraria y latifundismo, persistencia de la esclavitud, quiebra de la unidad, presencia de las autocracia, largas conmociones y violencia, tantas que entre 1830 y 1903, setenta y tres años, sólo hubo veinte y cinco años de completa paz en el país. Bajo el período 1830-1935 hubo también, según Salcedo, crisis en la producción, desolación física, aislamiento y despojo territorial, ruina humana, decadencia ética, dispersión intelectual, oscilaciones en la práctica del derecho, en fin un panorama colectivo desolado. Eso fue lo que encontró el general Juan Vicente Gómez(1857-1935) cuando llegó al poder.
Debió el general Gómez actuar como cirujano quien con un bisturí en la mano debe amputar el mal para eliminar los daños en el cuerpo entero. Por ello fue tan férreo, tan duro e implacable. Las necesidades nacionales las pudo ver en las conclusiones a las que arribó el Congreso de Municipalidades convocado por él en 1911, de donde salió el plan de acción que lo llevó, empujado por el Rey Petróleo, aparecido en 1914, para algunos verdadera llegada de Venezuela al siglo XX, según Ramón Escovar Salóm(Memorias de ida y vuelta. Caracas: Libros de El Nacional,2007,p.2), a la creación del Estado Moderno con sus decisiones de los años veinte. Tal la acción de este dictador creador que dejó a Venezuela montada en el siglo XX. Y esto pese a lo que han dicho sus adversarios, con plena razón, porque si bien esto fue un dictador rural, un hombre que combatió a sus enemigos con mano implacable, para quien la paz era sagrada y para resguarda estuvo siempre dispuesto a llegar a todo, por ello nunca perdonó a aquellos a los que encontró con las armas en la mano. Y pese a que llegamos a la contemporaneidad bajo su autocracia no es posible soslayar el grado de incomunicación que vivía Venezuela con relación a los grandes sucesos del mundo que le era contemporáneo, sobre todo la creadora primera post-guerra(1918-1939) y los mal que estaba la educación, estudiaban menos niños en las escuelas que en la época del presidente Antonio Guzmán Blanco(1829-1899), y la salud estaba por el suelo. Pero los elementos para formar el proyecto surgido en 1936 estaban puestos ya por aquel tirano: Venezuela estaba en paz, tenía instituciones, era económicamente solvente y rica, ni siquiera teníamos Deuda Externa por que el General la había cancelado toda y teníamos un ejército bien vertebrado.
Gómez de alguna forma, parece paradójico decirlo, formó a sus sucesores. Hay al menos varios que hay que considerar porque no sólo fue la generación de 1928 fue la que continuó la marcha del país. Antes de nombrar a los jóvenes que el 6 de febrero de 1928 levantaron su voz hay que mencionar aquella “generación de improvisados”, que no fueron tales, a la que se refirió Augusto Mijares, a quien es obligatorio citar cuando se tratan estos asuntos. Esos hombres, y desde cierto momento varias mujeres, eran los miembros de las generaciones literarias de 1918 y 1928, aunque para Mijares, quien no fue el único en pensarlo, “Fue una sola generación: la de los hombres que habiendo nacido al comenzar el siglo, se formaron bajo las más duras condiciones de opresión y de desamparo y emprendieron sin embargo, después, una improvisación de obras colectivas que merece historia”(Lo afirmativo venezolano. Caracas: Editorial Dimensiones,1980,p.157). Si bien estos fueron los que comenzaron a actuar al iniciarse el gobierno(1935-1941) de Eleazar López Contreras(1883-1972). Hay que tenerlos en cuenta porque todos ellos crecieron y se formaron bajo el gomecismo, y todos estaban muy lejos de ser los “improvisados”, menos los “autodidactos” que dijo don Augusto, uno de ellos. Sino “que se trata de una sola generación que, por su sufrimientos, su desinterés, su perseverancia y su valor moral, merece recuerdo y no tampoco por vanagloria sino porque representa una exultante respuesta de Venezuela a cualquiera interpretación derrotista…Fue una generación de autodidactos, que dejó a las otras lo que ella no tuvo; una generación de improvisados que quiso evitarle a las que vendrían después todo lo que ella había sufrido. Una generación de pedigüeños que siempre pidieron para sus ideas y nunca para sus apetitos”(Lo afirmativo venezolano,p.162-163. Los subrayados son nuestros). Veamos con atención esto porque fue y sigue siendo singular en la vida venezolana. Analicemos antes de mencionar sus grandes nombres luminosos. Dice Mijares que fueron ellos eran improvisados y autodidactas: nada de eso. Hubiera sido imposible hacer la revolución que lograron sino hubiera estado preparado. Tampoco es posible considerar menor que se les pudiera llamar autodidactos porque ello en vez de ser una carencia es un valor positivo y porque todo hombre siempre termina siéndolo porque la vida requiere un aprendizaje permanente, lecturas y estudios que no cesan a lo largo de la vida y que son válidos así no se obtengan con tales conocimientos y tal preparación títulos académicos. En verdad hasta ahora, con las facilidades para educarse que tienen los venezolanos de hoy, gracias a estos maravillosos “improvisados”, no se ha estimado en todo su valor el sentido que tiene el autodidactismo, que fue el que formó generaciones tras generaciones venezolanas durante casi dos siglos en donde apenas llegaron a existir cuatro universidades, en el centro(Caracas,1721 y Valencia,1892) y en el occidente(Mérida,1810 y Maracaibo,1891), ninguna en el oriente y para formarse lo que debieron hacer muchos fue ponerse a trabajar con los libros, aprender desde ellos ideas, formas constructivas de acción y técnicas. Piénsese que además de lo descrito fueron pocos los que se graduaron en nuestras universidades tampoco que hasta por lo menos el gomecismo era una señal de formación decir que se era bachiller, y poner ese título bajo la firma. Pero estos hombres que comenzaron a actuar en 1936 no fueron tales improvisados porque estaban de tal forma preparada que pudieron actuar al ser llamados y dejar hecha obra firme, muy bien apuntalada.
Pero además eran hombres muy singulares del país todos ellos. Pero es cierto, como indica don Augusto, que “se formaron bajo las más duras condiciones de opresión y de desamparo”. Así fue: esa era la atmósfera bajo Gómez. Sabemos, por Fernando Paz Castillo(1893-1981) uno de ellos, las dificultades que tuvieron para encontrar los nuevos libros que deseaban leer. Los que cursaron, por ejemplo, la carrera de derecho, caso del mismo Mijares, no se graduaron porque sabían que en aquel ambiente no se podía ejercer ni obtener justicia sino se era amigo del gobierno, el derecho eran entonces “no era ciencia sino intriga” como escribió Julio César Salas(1870-1933). Por ello Mijares se dedicó a la enseñanza y siguió estudiando e investigando, trabajos que le permitieron ser el autor que presentó la antitesis de la tesis cesarista de nuestra historia propalada por Laureano Vallenilla Lanz(1870-1936) el ideólogo del régimen gomecista. La tesis democrática de Mijares estaba tan elaborada que en 1936 pudo comenzar a hacerla conocer, antes de publicarla en 1938 en su célebre libro La interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana. Y además, como sus compañeros de generación, estudió y se preparó porque sabía como estudioso de la historia que aquellos días opresivos terminarían, se haría la luz y todos ellos podrían actuar en servicio de Venezuela. Eran ellos una generación de idealistas quienes “siempre pidieron para sus ideas y nunca para sus apetitos”(Lo afirmativo venezolano,p.163). Mijares, aquel maestro de escuela, fue el autor del Proyecto Educativo Nacional puesto en marcha en el gobierno de López y que pervivió por décadas por el hondo sentido que tenía. Tal fue la vinculación de Mijares con nuestro proceso educacional que cuando fue nombrado Ministro de Educación en 1948 prácticamente lo fue por ascenso.
Cuando Mijares habla que se habían formado en las más duras condiciones de “opresión y desamparo” quería decir también la casi pobreza en que vivieron, tanta que uno de sus gustos más grandes era pasear con sus compañeros, escritores casi todos, por Caracas y sus alrededores, todos formados por las haciendas en las que construyó la Caracas contemporánea, pero por no tener con que pagar a un zapatero remendón les metían pedazos de cartón a los zapatos para tapar sus huecos. Y sin embargo, trabajaron con modestia, estudiaron mucho y soñaron con el porvenir que les llegó un día.
Y al referirnos a ellos siempre lo que primero viene a nuestra mente son los nombres de los escritores y artistas, lo cual es lógico, por ser claves. Pero hay que nombrar los, que sin ser de la generación de 1928, hicieron posible la revolución pacífica de aquellos años. Mijares cita a algunos, añadiremos otros. Mijares llama la atención sobre Pastor Oropeza(1901-1991), José Ignacio Baldó(1898-1972), Arnoldo Gabaldón(1909-1990), Luis Caballero Mejía(1903-1959) y Vicente Emilio Sojo(1887-1974). Oropeza por todo lo que hizo a favor del niño, de hecho es clásico médico su libro El niño(1935), de hecho fue Oropeza nuestro primer pediatra; Baldó encabezó la lucha contra uno de nuestros males endémicos: la tuberculosis; Gabaldón el más rotundo cambio que hizo posible la erradicación de la malaria, del paludismo. Pero Gabaldón insistió siempre: su trabajo había tenido su logro pleno no por el “dedeté” sino porque procedía de un plan, de un proyecto, sin el cual nada se puede realizar; Caballero Mejías fue el fundador de nuestras Escuelas Técnicas que no existían o el maestro Sojo creó todo lo que en la música comenzó a existir, hizo posible lo que está sucediendo hoy, no es casual que entre sus alumnos haya estado José Antonio Abreu. Sojo dio nuevo sendero a los estudios musicales, formó el Orfeón Lamas y lo que fue su mayor logro: fundó en 1930 la Orquesta Sinfónica Venezuela que es hoy la institución cultural más antigua del país contemporáneo, solo la anteceden nuestras centenarias academias de la Lengua(1883) y de la Historia(1888), lo cual no es poco en un país que gusta tampoco de dar continuidad a lo mejor de lo que se propone. Pero dentro de estos hombres, formados bajo el gomecismo, es imposible dejar de nombrar a varios: a Rómulo Gallegos(1884-1969) quien formuló en 1909, en sus columnas de la revista La Alborada el programa de nuestra sociedad civil, cosa que no se ha visto aun como se debiera, incluso se le ha llegado a negar su carácter de ensayista. Gallegos propuso sus tesis al unísono con las dictatoriales que proponía, en artículos y conferencias, Vallenilla Lanz, las reunió en su Cesarismo democrático en 1919; Alberto Adriani(1898-1936) quien puso en acción el plan económico una vez muerto Gómez; Arturo Uslar Pietri quien aprovechó bien sus años de diplomático en Europa para comprender, como Adriani, el mundo en que se vivía, fue el quien trajo al país la necesidad de estudiar Economía y contribuyó, con otros, a la formación de la escuela universitaria de esa especialidad y escribió el libro de texto que necesitaba los estudiantes: Sumario de Economía venezolana. Fue él el autor de la consigna “Sembrar el petróleo”; Enrique Tejera Guevara(1899-1980) fundador del Ministerio de Sanidad; Luis Beltrán Prieto Figueroa(1902-1993) la figura clave de nuestras ideas educativas contemporáneas o Rafael Vegas(1908-1973), psiquiatra y pedagogo que puso andar todo el sistema de protección a la niñez e hizo posible la incorporación masiva de la mujer al establecer, cuando fue Ministro de Educación, la educación mixta.
Y vamos a las mujeres: al establecimiento de la Orquesta Sinfónica Venezuela creada por el maestro Sojo le sigue el Ateneo de Caracas, la segunda institución cultural más antigua del siglo XX, fundada en 1931, puesta en marcha por una mujer: la compositora María Luisa Escobar(1903-1985), una de las mujeres de esa misma “generación de improvisados” que no lo fueron porque dejaron obra grande.
Y al citar a María Luisa Escobar también hay que señalar que las mujeres aparecieron en la escena pública de nuestro siglo XX también en los sucesos de 1928. Entre las que hay que nombrar están María Teresa Castillo(1908), que ya pasa de los cien años, su magisterio político y su impulso a la creación artística como promotora es grande, Antonia Palacios(1904-2001) e Isabelita Jiménez Arriaz, todas activas en aquellas horas apoyando a los novios y hermanos. Y después hay un período de aparente silencio mujeril, que no fue tal, fueron los años 1928-1935, en los cuales entre otras cosas se formó el “Curso Libre de Cultura Femenina” del cual dio noticia la Gaceta de América(Caracas, n/1,1935,p.3) y el primer bachillerato para mujeres en el Colegio Católico Alemán, ambas cosas obras de nuestra gran pedagoga Lola Amengual de Gondelles(1886). En el Colegio Católico alemán cursó, entre otras, Panchita Soublette Saluzzo(1909-1987) quien fue luego la primera mujer graduada de abogado en el país(1943) y después respetada Juez de Menores. Fue la doctora Soublette la segunda mujer graduada en una universidad en Venezuela, la primera fue el médico Lya Imber de Coronil (1914-1981). Y simultaneo en los mismos años treinta fue la aparición en la revista Elite de la columna de nuestra estupenda escritora Trina Larralde(1909-1937), quien firmaba con el seudónimo de Maruja Llanos, “Al encuentro de de la mujer venezolana”. Todo este proceso fue el que hizo posible la presencia viva de las mujeres a los trece días de la muerte de Gómez, suceso del cual hablaremos más adelante.
Y vayamos ahora a la política otra vez: fue Gómez un caudillo como los que hemos presentado y tratado de anatematizar. Pero fue el último. Pero gobernó rodeado de aquellos preparados doctores cuya sola lista nos habla de lo mejor de Venezuela y sus realizaciones, apoyadas por el dictador. Todas fueron decisivas para la nación, prácticamente en todos los renglones, menos en educación y salud pública. Los que siguieron a Gómez primero los de la llamada generación de 1936 que ya hemos descrito y los grandes dirigentes de nuestra política democrática que él también contribuyó a formar porque los hombres de 1928 fueron sus hijos legítimos así se hayan enfrentado a él porque sus acciones estuvieron encaminadas a erradicarlos y sus actividades fueron hechas como miembros de un colectivo: los partidos políticos que fundaron. Lo que estos hombres hicieron constituyó la antítesis del caudillismo, Rómulo Betancourt(1908-1981), Raúl Leoni(1905-1972), Jóvito Villalba(1908-1989), Juan Pablo Pérez Alfonzo(1903-1979), Gonzalo Barrios(1902-1993) entre los de 1928 y los de la siguiente generación, en donde destaca la figura de Rafael Caldera(1916). Y ello sin dejar de mencionar a los viejos marxistas de ideales como Gustavo Machado(1898-1983) o Salvador de la Plaza(1896-1970) porque fue desde la izquierda comunista de donde se estructuró nuestra proyecto democrático, desde sus ideas se explayó el programa de Betancourt quien supo sopesar, consecuencia de su riguroso estudio durante su exilio en Costa Rica(1929-1935), lo que el examen marxista de la realidad le indicaba pero sin perder de vista el hondón de la vida venezolana, una síntesis armónica que nos dio lo emergido entre las balas del pronunciamiento del 18 de octubre de 1945, momento de la llegada al poder de la generación de 1928, encabezada por su principal líder. La otra tendencia distinta a la izquierda fue la moderada centrista que tuvo en el socialcristianismo. Su cabeza fue Rafael Caldera: destacado dirigente estudiantil en 1935, quien al iniciarse 1936 expuso en El Universal las bases de lo debería ser la política social del país, fue ese mismo año, pese a su juventud, tenía veinte años, uno de los redactores de nuestra primera Ley de Trabajo, el derecho laboral era ya su especialidad universitaria. Fue después en el parlamento uno de los pocos miembros de la fracción opositora al gobierno. Era un joven destacado, líder de una tendencia a tener en cuenta, según se lo observó el propio Betancourt. Por ello fue feliz el primer encuentro entre ambos en mayo de 1945, cinco meses antes del golpe, momento en que fue llamado Caldera a participar entre otras cosas porque además de su preparación jurídica Betancourt siempre lo vio como el hombre que crearía el movimiento opositor que la nueva democracia requería. En 1945 Caldera fue nombrado Procurador General de la Nación por llamado de Betancourt, aceptó porque lo que sucedía era el ideal de una generación: establecer la democracia plena. Caldera estudioso de nuestra historia, especialista en Andrés Bello(1781-1865), doctrinario de la Democracia cristiana comprendió perfectamente la base sustentadora del proyecto del régimen Liberal Democrático, ese era el proyecto nacional, por ello se convirtió a Copei en segura alternativa, para miles de venezolanos como lo fue AD, así socialdemocracia y democracia cristiana son los dos caminos políticos de Venezuela, siguen perviviendo pese a las dolorosas experiencias de la última década. No hay que olvidar ahora que fue un moderado Deng Xiaoping(1904-1997) la cabeza de la gran transmutación que vive China desde 1978.
El neo caudillismo actual es solo una recaída momentánea creada por erosión política de los años ochenta y noventa pero la nación democrática, viva plena al menos desde el 18 de agosto 1863, cuando se conoció el “Decreto de garantías” del general Juan Crisóstomo Falcón(1820-1870), redactado por uno de los grades juristas de la época, quien era miembro del gabinete, el doctor Guillermo Tell Villegas(1823-1907). No lo pudo escribir Antonio Guzmán Blanco porque no estaba en Caracas, había salido para Europa el 5 de agosto, aunque pudo inspirarlo. En el “Decreto de garantías” que está la plataforma de todo sistema democrático: se eliminaba la pena de muerte, el destierro, el confinamiento de los enemigos políticos del gobierno, se garantizaba la liberad de expresión y el ejercicio del sufragio desde los diez y ocho años. Esa sociedad democrática, que fue siempre tan activa porque los venezolanos siempre hemos sido psicológicamente democráticos y tolerantes se volvió a expresar plenamente a las horas de la muerte de Gómez a través del primer manifiesto democrático redactado aquella misma madrugada por Andrés Eloy Blanco(1897-1955) quien lo encabezó con su firma y buscó a pie por Caracas sus firmas aquel mismo amanecer. El documento fue publicado en El Heraldo dos días después de la muerte del Benemérito(Diciembre 19,1935), allí se pedía el retorno a la democracia, la libertad para los presos políticos y el regreso de los exilados. Es esa tendencia la que se ha impuesto desde hace setenta y cuatro años, ni la dictadura de Pérez Jiménez pudo contra sus logros. Trece días mas tarde de la muerte del tirano(Diciembre 30,1935), once días después del manifiesto publicado en El Heraldo, las mujeres, por vez primera en nuestra historia, se expresaron como cuerpo en el también célebre Mensaje al presidente López, fue impreso al mes siguiente en una Hoja suelta. La misma idea marchó junta en la manifestación multitudinaria del 14 de febrero de 1936, “Día de la democracia” como ha sido llamado por Manuel Caballero, quien es quien mejor la ha historiado. En aquellas horas aquel oficial democrático que era el general López recibió en Maracay de manos del poeta Andrés Eloy Blanco el manifiesto al igual que Mensaje de las mujeres semanas más tarde en Caracas. Y el 14 de febrero recibió a los dirigentes de la manifestación de aquella tarde porque sabía que quien “manda está obligado a escuchar, sino para que quiere poder”, según la vieja consigna venezolana dicha en 1812 por la caraqueña Juana Antonia Díaz Padrón. Por todo esto y por sus realizaciones democráticas el régimen de López no puede ser soslayado, hacerlo es una superficialidad que no resiste el análisis histórico, verlo como una continuación del gobierno de Gómez un falaz error. Igual hay que decir de la administración del general Isaías Medina Angarita(1898-1953). Y quizá la República Liberal Democrática, como la denomina Germán Carrera Damas, no hubiera podido ponerse en acción sin el aprendizaje democrático del lopez-medinismo. Además sus grandes realizaciones conturban el ánimo de quien las estudia porque constituyeron una “revolución” si por ello entendemos, como escribió Augusto Mijares, por esta “proyecto y no violencia, doctrina y no gesticulación y palabras”(Lo afirmativo venezolano, p.349). Y no se puede negar a López y a Medina porque la historia de un pueblo siempre es una cadena seguida a través de las generaciones, una cadena de ascenso en que se va encaminándose hacia lo mejor. Y la democracia, con estos fundamentos, pervivirá. Solos soluciones constituciones, electorales y pacíficas son las aceptadas por todos. No hay camino regresivo hacia la dictadura o el golpe de Estado: sólo hay la posibilidad de ser electo con los votos de la mayoría. Eso si es el fin del caudillismo y el comienzo y renovación de la régimen de la República Liberal Democrática, tan necesario ya antes de los sucesos descarriados del noventa y dos. Eso es lo único posible. Nadie puede destruir, aunque lo desee, la República Liberal Democrática ni puede retroceder otra vez el sendero de la historia como sucedió el 24 de noviembre de 1948 cuando retorno la República Liberal Autocrática. Por ello fracasaron los intentos del 4 de febrero de 1992 y del 11 de abril de 2002, el camino del golpe no es ya el nuestro, menos el del “derecho paralelo” de las Actas Constitutivas. Y lo que se ratificó el 11 de abril de 2002 fue el sendero democrático. Saldremos de la anti-democracia, como el 30 de noviembre de 1952 por el voto y como el 23 de enero de 1958 por la unanimidad. Esos son los caminos de esta nación.
En verdad hay una interrogante que suscita toda la apretada exposición que hemos hecho: ¿es que no existió democracia en Venezuela antes del 18 de agosto de 1863? Si la hubo antes porque la Independencia, hija del ideario de la Ilustración, de la Revolución Francesa, la que acabó con la monarquía, declaró los Derechos del hombre y aprobó la primera Constitución. Eso hicieron nuestros patricios el 19 de abril de 1810 y el 5 de Julio de 1811. Esa fue la tarea del Libertador al hablar en Angostura del 15 de febrero de 1819 y presentar el proyecto de Constitución. Sólo lo que pervivió, más acentuadamente desde el pronunciamiento de la autonomía de Venezuela(Enero 13,1830) fue un régimen oligárquico, en él había elecciones y los presidentes fueron electos. Pero solo podían votar los que tuvieran medios económicos, fue aquella una democracia censitaria, buena pero aun tenue. Vivió, sobre todo hasta 1847, cuando tomó el poder José Tadeo Monagas(1784-1868) quien la pervirtió. Los sucesos de los años 1858-1861 fueron un intento de reinstalación de un régimen democrático, ahora con el voto universal, directo y secreto para todos los ciudadanos aprobado por la Constitución de 1858 y practicado por vez primera “como Dios quiso, en medio de feroz contienda” como escribió Guillermo Morón(Los presidentes de Venezuela. Caracas: Meneven,1981,p.122), para elegir a Manuel Felipe Tovar(1803-1866) pero la atmósfera estaba minada, se vivía la Guerra Federal(1859-1863) y el intento no logró lo que se proponía y nos llevó a la dictadura de José Antonio Paéz(1861-1963) que puso fin a la guerra. Uno de los resultados de la toma del poder por los federalistas fue precisamente el “Decreto de Garantías”. Y la idea quedó democrática quedó establecida porque ya estaba fijada en el alma de los venezolanos. Y pervivió. Pero el poder decisorio de las mayorías sólo se hizo evidente el 14 de Febrero de 1936 cuando sus manifestantes, todos los adultos hombres y mujeres que vivían en Caracas aquel día, cuando se comprobó que todos podían actuar.
Pero siguió perviviendo un mal: la elite política desde muy atrás, incluso el propio Libertador, creían que el pueblo venezolano no estaba preparado para gobernarse, falaz idea. Por ello bajo López y Medina pervivió un régimen conservador y miedoso del pueblo, lo consideraban una horda, una chusma. Y se equivocaron, no supieron leer los signos de aquellos días. Fueron aquellos dirigentes, entre los cuales se encontraban los mejores hombres de Venezuela, incapaces de perfeccionar la democracia concediendo el voto para la elección directa del presidente. Era lo que todos pedían, lo que voceaba la oposición. A última hora llamaron a otro, el distinguido doctor Diógenes Escalante(1879-1964) para que hiciera lo que ellos no se habían atrevido hacer. Pero se hicieron presentes entonces los hados de la historia al enfermar Escalante y quedar inhabilitado por ser candidato. Esa incapacidad del medinismo fue la señal de su agonía y muerte, arrasó a uno de los gobiernos más constructivos que hemos tenido, y ello porque siempre están presentes lo que nos ensaña el suceder de cada día que los políticos deben saber leer y seguir, sino fracasan. Y a las pocas semanas del retiro de Escalante fue el golpe. Allí se hizo visible el proyecto del Régimen Liberal Democrático: primero los miembros de la Junta de Gobierno, encabezada por Rómulo Betancourt, renunciaron, a los tres días de la constitución de ese gobierno, a ser candidatos en las próximas elecciones(Octubre 22,1945), se lanzó el Estatuto Electoral(marzo 15,1946) que permitió a hombres y mujeres desde los diez y ocho años, así fueran analfabetos, votar en las elecciones. Fue la confesión más grande de confianza en la capacidad del pueblo venezolano para darse sus propios gobernantes. Con ello el trauma de la incapacidad había sido superado, cosa que no hubiera sido posible sin el 14 de febrero de 1936 y sus lecciones. A poco también el presidente de aquel gobierno, surgido de un Golpe de Estado, se presentó ante la Asamblea Constituyente, elegida por el voto mayoritario, y le entregó el poder que ejercía. Fue entonces, como en un acto legítimo y constitucional, que Betancourt fue elegido Presidente. Así la institucionalidad rota por la asonada retornó.
Pese a esto nosotros, como producto de nuestro propio trabajo de investigación y nuestras propias lecturas, aceptando todo esto, expuesto por el historiador Germán Carrera Damas, con su agudeza característica y su mucho saber, en sus conversaciones con el periodista Ramón Hernández(El asedio inútil. Caracas: Editorial Libros Marcados,2009. 236 p.), seguimos pensando en la ruptura institucional cumplida el 18 de Octubre de 1945, una institucionalidad que se no se había desmarcado desde el 19 de diciembre de 1908 y nos permitió ser lo que éramos. Claro, sabemos, que la historia no se escribe sobre la base de lo que pudo haber sucedido sino de lo que sucedió, se escribe sobre los hechos cumplidos, así es de inexorable. Pero no podemos olvidar lo que escuchamos siendo un niño en una tertulia familiar de viejos caraqueños: Rómulo Betancourt sino no hubiera dado el golpe del 18 de Octubre de 1945 hubiera llegado a ser presidente en 1952. Así lo veían ya aquellos ancianos maravillosos, para nada seguidores del líder de Guatire, lo consideraban un comunista. Tanto que años después de haberlos escuchado los volvimos a oír el 9 febrero de 1958, el día en que Betancourt regresó del exilio, los escuchamos preocupados, pensaban que ahora vendría el comunismo, fue mucha la angustia con los que los oímos hablar aquella tarde en un apartamento situado curiosamente en una de las esquinas del Palacio de Miraflores mientras por la radio se escuchaba la voz del líder hablando a la multitud en El Silencio. Y ellos mismo tampoco tuvieron duda, la noche antes de las elecciones de ese mismo año que quien las ganaría, sería Betancourt como en efecto fue. En las voces de los tertuliantes se cumplió lo que dijo Miguel Otero Silva(1908-1985) identificaba a Betancourt. El lo había visto escrito en una pared de Caracas. De lado de derecho se leía “!Viva Rómulo”¡. Y en la de la izquierda: “¡Abajo, Rómulo!”, ese era su destino según Otero Silva. Un destino que fue para seguidores y opositores constructivo. Nos dio la verdadera democracia, la única verdadera, aquella en donde todos están presentes. Y nos dio, gracias al Pacto de Punto Fijo(octubre 31,1958) cuarenta años de estabilidad política que nunca habíamos tenido. Y desde 1984 el régimen más longevo de nuestra historias porque había superado al paecismo, el guzmancismo y al gomecismo. El sistema por él creado descansaba en la constitución y las leyes, en el respeto a los Derechos Humanos, en la tolerancia de que disentía, el actuar junto con los partidos opositores. Y ello no es poco. Y no puede ser desterrado, menos por aquellos que no toleran a su lado el pensamiento divergente, a los que piensan distinto. La democracia es lo contrario: es convivir con el que piensa distinto, escucharlo, aceptarlo.