La defensa del orden y legalidad
Los venezolanos hemos podido constatar como el actual gobierno ha venido acelerando un proceso de sustracción de valores, prerrogativas, poderes constituidos, competencias, espacios y demás con un daño incomparable a los nueve años anteriores. De tal manera que a trocha y mocha, con y sin razón este gobierno decreta, impulsa, invade, confisca, maneja, señala y ejecuta un conjunto de ideas, propuestas y directrices, que no sólo no figuran ni aparecen amparadas en la Constitución Bolivariana de Venezuela de 1999, sino además constituyen el más nefasto precedente de desconocimiento de derechos, libertades y garantías constitucionales.
Indudablemente sabemos que al presidente y sus asesores les importa un bledo colocarse contra derecho, lesionar patrimonios, afectar moral y materialmente a determinados grupos, sectores o venezolanos en particular, incluso a seguidores del proceso quienes han disentido y hoy son perseguidos. Los venezolanos estamos presenciando el deterioro paulatino y sostenido del régimen de libertades contemplado en la Constitución de 1999, aunado a ello, registramos una régimen que persigue, criminaliza a quien piense distinto, la autonomía de los poderes es algo meramente formal, no se observa ni se respeta la Constitución como Ley Suprema, y se vulnera la propiedad privada, que es de acuerdo a las Declaraciones Universales de Derechos, Pactos Internacionales, la propia Constitución, y el criterio de autores como John Locke, uno de los principios transcendentales del hombre, junto a la vida, la libertad e igualdad.
En Venezuela no sueñe la gente que estamos creando, innovando o inventando un nuevo sistema político, un nuevo sistema económico. No solamente no hay mayor justicia, mayor equidad, y realmente mejores estándares de vida, las medidas implementadas dejan claro que algunos venezolanos aparentemente viven mejor con el auxilio coyuntural de algunas misiones sin embargo, se reclama políticas públicas estables que estimulen el empleo, el desarrollo, la productividad y el ingreso de los venezolanos a la economía formal y no que Venezuela tenga a la mitad de la población ubicada en la economía informal o buhonería.
La afectación y daño causado por el actual gobierno a la sociedad, al derecho, a la economía y a los venezolanos no tiene comparación. Hoy tenemos menos derechos, menos libertades, menos empresas abiertas, menos empleos generados, somos más improductivos e importamos prácticamente todo, en fin, nadie puede en su sano juicio desconocer que amparados en un ideal, en una supuesta sociedad más justa, en una revolución y proceso, hoy los venezolanos hemos retrocedido materialmente e inmaterialmente, hoy vivimos más inseguros, más desprotegidos en lo personal y colectivo, y la vida se nos está diluyendo en los caprichos y decisiones de un presidente que cada día con su accionar lesiona libertades y prerrogativas.
No hay experiencia alguna en el mundo de prosperidad cuando se atropellan derechos, cuando se desconoce la propiedad privada, cuando no se cuenta con libertad de expresión, cuando la vida no vale nada, cuando las elecciones no son periódicas, confiables y transparentes, cuando no hay autonomía y controles sobre los poderes, cuando la Constitución se viola a diario, cuando los ciudadanos no hay una salud de calidad, educación o empleo, y en su lugar, abunda la incapacidad, la malversación, la discrecionalidad, la corrupción, el hampa de distinta forma.
A los venezolanos se nos impone una tarea ardua, sostenía, titánica y necesaria como es la defensa y recuperación del orden democrático y de la legalidad, que no pertenece a un bando o grupo, no es roja rojita ni azul azulita, es de todos y cada uno de los que habitamos esta tierra bendita, que ha sido sometida a plagas en el pasado y en el presente. Nos corresponde unirnos en los ideales y metas comunes que nos permitan vivir mejor, vivir en paz y además tener un país, economía, sociedad y gobierno que nos proteja más y cree condiciones para la dignidad, el progreso y el desarrollo de todos.
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes