La Cumbre OPEP, los buhoneros y la hipocresia de la Revolución
La Segunda Cumbre de La OPEP realizada en Caracas dejó múltiples significados y pistas lo bastante nítidas para el análisis y comprensión de cómo es, o puede llegar a ser en el futuro el comportamiento político, económico e internacional de la “Gran revolución bolivariana”. Como quiera que este tema está siendo abordado en estos días con especial avidez por articulistas de diversas tendencias, y aún por los más calificados estudiosos de la realidad nacional, prefiero en esta ocasión referirme a un hecho para mí de lo más trascendente de lo ocurrido en Caracas en ocasión de ésta reunión, y que no tiene que ver con las implicaciones sustanciales en sí de la cumbre misma, sino el significado de la prosopopeya protocolar de la diplomacia de alfombra y de decorado que preparó el gobierno bolivariano para recibir a los ilustres huéspedes extranjeros. No obstante, considero ineludible antes de entrar al tema central, resumir a grandes rasgos las consideraciones más importantes que a mi juicio ha dejado la lI cumbre de Caracas y la política del gobierno nacional de priorizar la defensa de los precios del crudo y que merecerían un estudio más detallado: 1) la inequívoca orientación rentista de la “nueva” economía; 2) la intensificación del poder económico del Estado y su fortalecimiento como instrumento central del desarrollo;3) la consagración del carácter personalista de la conducción del país y la tentativa a la proyección del liderazgo internacional del presidente venezolano como paladín de las causas de los países pobres ;4) el antioccidentalismo en la política exterior venezolana con el consecuente abandono del viejo juego de la tesis de las “múltiples identidades” acentuándose la militancia en el tercermundismo, en la OPEP, el grupo de los 77, Naciones Unidas y con las naciones conflictivas y disidentes del bloque occidental; 5) las diferencias ya no tácticas sino estratégicas en la relaciones bilaterales para un futuro que ya no luce muy lejano con nuestro mayor socio comercial, los Estados Unidos.
Pero algo notable aconteció que no podemos pasar por desapercibido a raíz de esta cumbre , y lo es el hecho, que por el afán de ponerle una careta a Caracas de ciudad encantadora, cálida, deliciosa, moderna, transitable, cuidada “LA REVOLUCIÓN” se arrancó de tajo una buena parte de su propia careta.
Lo que tiene de fondo artero este suceso, ha querido ocultarse deliberadamente, expandiéndose la idea de que, aunque la ciudad luego de complacidos los visitantes y habiendo regresado a su abyección agresiva, irritante y violenta, tenemos que conformarnos y aún agradecer como contrapartida de consolación las mejoras visibles en el maquillaje de la ciudad recibidas en vísperas de la cumbre, en las que se nombran entre otras: calles rescatadas de la oscuridad, túneles limpios, arreglados e iluminados, nuevos señalamientos en calles y avenidas, vigilancia policial etc.. Pero las hipocresías y el tratamiento de país portátil de las caprichosas y cínicas autoridades bolivarianas no termina con estos desplantes. En efecto, es notable que se quiso inducir al error a los jefes de Estado y de Gobierno y a sus acompañantes para que percibieran nuestra capital como lo que no es, y cuyo subliminal y falso mensaje implica, que los gobernantes de ésta revolución son gente responsable, seria, organizada en la que es dable confiar para comprometerse con ellos en decisiones delicadas que eventualmente habría que tomar en forma conjunta. Este hecho en sí, es bochornoso por lo que puede significar un engaño en si mismo, ya que Caracas no es ni por asomo lo que se le quiso hacer ver a los visitantes extranjeros, y el gobierno ha querido y de alguna manera lo ha logrado, de tomarnos a todos por encubridores; pero también puso en evidencia la verdadera naturaleza de esa distancia real que existe entre el discurso incendiario, igualador “de los defensores de los débiles y de los explotados” y las vanidades, farolaos y oropéndolas que sacralizan el poder, y la manera como se desea ser captado y admirado por los otros, en este particular caso por los mandatarios extranjeros. Esta para mí es una de las experiencias que se pudieron observar en esta cumbre de la conducta del presidente que nunca- a pesar de su locuacidad- habíamos tenido la oportunidad de palpar tan de cerca.
Ahora , la mayor muestra de la flagrancia, y del desdén, desprecio e insensibilidad del “Dream Team” “ de las autoridades bolivarianas y donde mostraron cual es su genuina valoración del ciudadano, fue en su tratamiento a los habitantes de Caracas. Aún no se había despejado el humo de los poderosos jets de los visitantes, cuando apoyados por la policía, la auténtica ciudad brotó de nuevo y como nibelungos surgieron sus seres de las entrañas de la tierra, destacándose entre todos, el inmenso ejército de buhoneros- imposibilitados la mayor parte de ellos de obtener un empleo como dios manda por la incapacidad del gobierno en generarlo o por carecer del carnet que acredite lealtad al “proceso” truncando la “chamba” burocrática- comenzaron por hacer regresar al caos la ciudad temporalmente secuestrada de su crueldad, invadiendo de nuevo, plazas , paseos, bulevares, aceras, avenidas que hace tiempo dan como suyas por derechos que ellos creen haber adquirido derivados de la posesión y de la alcahuetería gubernamental.
Estos denigrantes episodios consumados por lo hechos, producto de la demagogia y la manipulación, nos señalan sin equívocos, que a esta ciudad sólo le apetecemos como víctimas y como tal nos entregan sus autoridades para que la disfrutemos por el lado más fértil: sus sordideces. Es del todo nuestra su pobreza, sus malos olores , sus atracos y sus crímenes, la criolla y tradicional matraca y el patentado celebrísimo “secuestro exprées” por mencionar parte del suculento menú de sus atracciones. Que ha éste proceso político de “grandes transformaciones”, los derechos, la sensibilidad y los anhelos de los ciudadanos de carne y hueso , lo tienen sin cuidado, pues la ley, el orden, la pulcritud y las delicias de la ciudad forman parte de una coreografía móvil , dirigida por antojo desde Miraflores y de exclusivo privilegio, de ese reducido pero distinguido “pen” club de los invitados presidenciales.