Opinión Nacional

La cosa va, con o sin Capriles

Crisis política por gobierno ilegítimo y títere unida a malestar general por la conjunción de inseguridad, inflación, devaluación y escasez, conducen a un desenlace en la calle, ya que la vía electoral fue cerrada por el fraude.

Antes del 14-F había una crisis política por dos razones: gobierno ilegítimo y gobierno títere. Era ilegítimo el gobierno por inconstitucional. No habiendo el Presidente Electo prestado el 10-E el juramento solemne al cual lo obligaba la Constitución, debió asumir el cargo el Presidente de la Asamblea Nacional, cualquiera fuese la calificación de la falta (absoluta o temporal). En su lugar lo hizo el Vice-Presidente Ejecutivo del gobierno fenecido ese día, por lo cual éste era un gobernante ilegítimo. Además de serlo, el ilegítimo era inelegible por tres motivos que fueron expuestos en su momento. Y, sin embargo, fue admitida su postulación, viciada de inconstitucionalidad, por la conjura de las instituciones puestas al servicio de Cuba con el respaldo de la cúpula militar. Se dio así el complot cubano contra Venezuela, dirigido por Raúl Castro, para obligarnos a continuar con un gobierno títere, que ya lo era el del difunto.

En esas circunstancias la MUD postuló a Capriles quien, para sorpresa de muchos, entre ellos yo, rectificó su posición censurable del 7-O.

Comenzó por acusar a su adversario como El Ilegítimo. Pero sobre todo señaló, he aquí lo importante, que El Ilegítimo fue impuesto por Cuba, por lo cual tiene por jefe a Raúl Castro. Repetidas veces dijo: Raúl Castro es su jefe. Y, por consiguiente, El Ilegítimo es un títere de Cuba. Esto sitúa la confrontación en donde debió estar desde un principio. Nos enfrentamos a Cuba y a sus títeres en Venezuela. En consecuencia, lo que está en juego no es la elección de un presidente sino la liberación de Venezuela sometida por Cuba valiéndose de sus títeres. Para definir con claridad la contradicción fundamental sólo le faltó a Capriles denunciar por comunista el plan del difunto heredado por El Ilegítimo. El enemigo es Cuba, representado aquí por sus títeres con la misión de implantar el comunismo a la cubana.

Efectuada la votación Capriles dio otro paso de avance. Denunció el fraude electoral y desconoció a El Ilegítimo, ahora doblemente deslegitimado. Ilegítimo desde diciembre 2012 hasta el 14 febrero 2013, y continuadamente ilegítimo porque su proclamación se origina en un fraude electoral masivo y descarado. Al dar este paso Capriles deslegitimó todo el sistema al deslegitimar su origen electoral. Todo el sistema está viciado de ilegitimidad por su origen bastardo en el fraude electoral. Con su petición de auditoría sobre el trípode: actas, boletas y cuadernos, desenmascaró el fraude, lo que quedó en evidencia con la confesión tácita del CNE, incurso en obstrucción a la justicia por ocultar las pruebas haciendo una “mamarrachada”. Nada será igual en adelante. La delincuencia electoral organizada ha quedado desnuda, confirmándose que no hay salida electoral. Está clausurada por Cuba, a la cual sirven los títeres.

Llegado a este punto, Capriles tenía la opción siguiente: movilización popular, recursos judiciales, o una combinación de ambos (recurrir y presionar desde la calle). Optó por recurrir al TSJ, sin hacer nada mientras tanto, lo que le ha dado oportunidad al enemigo para maniobrar. El Ilegítimo lo está haciendo. No sólo se ha movido para el reconocimiento internacional, sino para dividir a la oposición.

Aparecen los eternos componedores llamando al diálogo, lo que supone la legitimación de El Ilegítimo. Este, a su vez, imperativamente bajo amenaza convoca a empresarios y medios a su despacho, sólo para que lo legitimen reconociendo su autoridad. Y, desde luego, su próximo paso será llamar a elecciones municipales para que partidos y candidatos participen dejando solo a Capriles, si no claudica también.

Y por si acaso, El Ilegítimo toma militarmente la calle porque sabe, por comunista, que todos los caminos conducen a la calle donde se decidirá todo. En efecto, crisis política por gobierno ilegítimo y títere unida a malestar general por la conjunción de inseguridad, inflación, devaluación, escasez, desempleo y salario de hambre, son las condiciones para una explosión de calle, no importa lo que haga la oposición oficial. Una sola chispa basta para incendiar la pradera, cuando la paja está seca. La paja está secándose rápidamente. Comenzó por un millón de votos. Y paja seca no reverdece.

Le toca a Capriles la próxima jugada: dar un paso adelante o entregarse. Le toca decidir su destino porque, con él o sin él, la cosa va.

 

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