La Constitución embudo
La mentira del chavismo está llegando a su cota más alta. La máscara del humanismo, la solidaridad y la igualdad se desmorona del todo para dar paso a la dictadura y al fascismo. Más nada. Allí está la nueva Constitución que intenta imponer Chávez y que sus mandaderos de la Asamblea Nacional están aprobando.
Adiós “democracia participativa y protagónica”. Que, por lo demás, nunca existió. Pero era la excusa para los cambios cosméticos y los que no lo eran tanto. Estos nueve años han sido los de la ley del embudo. Donde la parte ancha siempre le ha tocado a Chávez y al grupo que con él disfruta, goza y dispone de las prebendas y los petrodólares, y la parte angosta al resto de los venezolanos.
La nueva Constitución pone en blanco y negro la injusticia y la inequidad. Todo el poder para el César, como a Chávez le gusta llamar al tirano Fidel Castro.
La reelección eterna busca repetir la experiencia de la Cuba esclavizada. A la cabeza del Estado se mantendría un caudillo vitalicio que mediante la corrupción, el nepotismo, el miedo y la manipulación electoral controlará todo el aparato administrativo y algunos aspectos de la vida privada.
En Venezuela, los gobernadores, alcaldes y diputados, sólo puede ser reelectos para un solo nuevo período. Es decir, pueden gobernar dos periodos seguidos. En cambio, Chávez –de aprobarse el adefesio que presenta- podrá ser reelegido las veces que lo desee y por períodos de siete años, el período presidencial más largo del Mundo. (Por cierto, que si el Presidente sería eternamente Chávez, no se entiende por qué no se elimina la fórmula “Presidenta o Presidente de la República” de la Constitución).
El principio democrático fundamental de la igualdad queda pisoteado con esa norma. ¿Qué democracia es esa en la cual sólo el Presidente puede ser reelegido cuantas veces le dé la gana? Lo normal es lo contrario: debido a la suma de poder que tiene el Presidente, su mandato y su reelección son limitados. En la mayoría de los casos, es permitida por una sola vez o totalmente prohibida en los sistemas presidencialistas. Existe la excepción francesa, pero ni siquiera De Gaulle osó reelegirse una segunda vez . En este país el período presidencial acaba de ser reducido de siete a cinco años.
Chávez trata de confundir con las comparaciones que ha hecho Hablar de “la reelección” de los reyes europeos, cuyo poder es más que todo simbólico, no sólo habla de su ignorancia, sino que muestra su verdadera intención: coronarse como monarca. Ya algunos corifeos han desempolvado el proyecto de la Constitución boliviana -que marcó el ocaso político del Libertador- para justificar tamaño despropósito. No creo que haga falta decirle a Carlos Escarrá (el del colesterol malo) que esa proposición nefasta de Bolívar fue hecha hace ciento ochenta años.
En casi todos los sistemas presidencialistas es el poder legislativo (sus miembros) el que puede ser reelegido sin límites. Porque se entiende que es un poder de control y donde la capacidad de maniobra para ser reelegido está restringida. No cuentan diputados y senadores con las ventajas del Presidente.
Uno de los contrapesos a ese poder omnímodo de la Presidencia podría ser el referendo revocatorio, una de las innovaciones de la Constitución de 1999 que más henchía el pecho de los chavistas. Así, por la vía electoral, podría ser despojado de su mandato el Presidente. Pues, según la nueva Constitución chaviana tal referendo será casi imposible convocarlo.
Teniendo presente la experiencia del referendo fallido de 2004, cuando el régimen hubo de empeñarse a fondo para fraguar la trampa, han sido groseramente aumentados todos los obstáculos para realizarlo. Ahora, recoger las firmas necesarias para solicitar la revocatoria del mandato de un alcalde, un diputado o un gobernador, pero también del Presidente, sobre todo de éste, será casi imposible.
A esto se suma la disminución de la edad para votar, de 18 a 16 años (como en Cuba). El registro electoral por este motivo tendrá más de un millón de nuevos electores. Entonces, amigo lector, saque la cuenta de las firmas a recoger para solicitar el referendo revocatorio, si en la nueva Constitución se dice que será el 30 por ciento del censo electoral y este pasa, hoy en día, de los 16 millones de electores. Nadie podrá recoger las firmas.
Hay otras perlitas como la destrucción de las gobernaciones y alcaldías a manos del poder popular dependiente del Presidente, la multiplicación de las atribuciones militares del Presidente, la total arbitrariedad presidencial en los estados de excepción en los cuales no se garantiza el debido proceso ni el derecho a estar informado (permiso para asesinar y desaparecer personas cuando a Chávez le dé la gana de suspender las garantías constitucionales).
En la Constitución del embudo también está la eliminación de la idea de Universidad al permitir votar, para elegir sus autoridades, a obreros, empleados y estudiantes con el mismo peso que los profesores.
Pero, ¿en un Estado “revolucionario” no sería más procedente hacer esto en las empresas estatales? Que votemos (con un CNE decente), por ejemplo, todos los venezolanos, como dueños, en la elección de la directiva de PDVSA.
Ah, se me olvidaba, según la nueva Constitución, PDVSA no será de todos los venezolanos sino del Estado, es decir, de Chávez.