La condena de la Internacional Socialista
Esta condena de 169 países lo empuja otro paso más hacia el abismo. Ya se rankeó entre los más repudiados déspotas del mundo. Todo el Poder del que disfruta y abusa – hoy contra modestos habitantes de El Hatillo – no podrá impedirle conocer el agraz sabor de la soledad de los tiranos. Diego Arria lo espera en La Haya.
Trescientos delegados de ciento sesenta y nueve países, tan distantes, tan aparentemente contradictorios, enemistados e irreconciliables como Israel y Palestina, o tan estables y desarrollados como Australia, Holanda y Alemania votaron hoy por unanimidad el informe de la Comisión encargada por la Asamblea General de la Internacional Socialista para estudiar in situ y emitir un veredicto sobre el estado de la democracia venezolana. El resulto no puede ser más demoledor para el gobierno de Hugo Chávez: los miembros de la comisión especial conformada por franceses, griegos y chilenos, que visitaran Caracas a comienzos de 2010 , se entrevistaran con representantes de todos los sectores nacionales e hicieran infructuosos esfuerzos por recabar la visión del gobierno de Hugo Chávez, que se negó rotundamente a recibirlos, reconocen en el mismo su origen democrático, pero le niegan esa calidad en su desempeño. Coincidiendo con las democracias del mundo, ajenas a alianzas espurias o a complicidades de conveniencia, todos los partidos socialdemócratas del planeta rechazaron el manejo del PSUV y de su presidente y comandante en jefe, Hugo Chávez, al frente de un gobierno que desconoce la separación de poderes, irrespeta las normas fundamentales del comportamiento democrático, persigue a la oposición, encarcela a sus dirigentes y pretende el establecimiento de un régimen neo totalitario de corte casrista en flagrante irrespeto de los predicados constitucionales.
Esta condena, aprobada unánimemente por los delegados con la presencia de los miembros titulares, observadores e invitados de los partidos socialdemócratas venezolanos, no tiene efectos prácticos, ciertamente, pero contribuye de manera irrebatible al aislamiento internacional del régimen, le resta respaldo en un amplísimo sector de la vida política y se suma al rechazo ya existente en los partidos socialcristianos y liberales del mundo. Imposible olvidar que sucede a una semana de la trascendental reunión de parlamentarios de Iberoamérica que se celebrara en Caracas hace exactamente una semana, que sí tendrá efectos prácticos. En efecto, ya cursa en ambas cámaras legislativas chilenas la propuesta de los senadores Andrés Allamand, de Renovación Nacional, y Patricio Walker, de la Democracia Cristiana, aprobada en principio por los presidentes de ambas cámaras, para no sólo condenar la situación que se vive en Venezuela, agravada por la persecución contra los propietarios de Globovisión, sino para nombrar una comisión de senadores y diputados de los partidos de gobierno y oposición con el fin de que observen la realización del proceso electoral de septiembre y emitan su veredicto respecto de la situación específica en que dichas elecciones tengan lugar. Lo mismo sucederá con otros parlamentos de España y América, según afirmaran recientemente los senadores y diputados que asistieran al evento organizado, entre otros partidos y organizaciones, por el Alcalde Metropolitano de Caracas Antonio Ledezma.
De hecho, hoy por hoy el gobierno de Hugo Chávez sólo cuenta con el respaldo de los partidos comunistas sobrevivientes al desmoronamiento de la Unión Soviética, las organizaciones de la izquierda castrista, las narcoguerrillas y los presidentes de gobiernos dictatoriales y/o forajidos, como los de Irán, Zimbabwe o Bielorusia. Dime con quién andas, y te diré quién eres. Ante compañía tan repudiada por los demócratas del mundo, bien valdría recomendarle el otro refrán, que reza más vale solo que mal acompañado. Ya el Foreing Policy, una de las publicaciones más reputadas del mundo, ubica al caudillo venezolano entre los 23 dictadores más repudiados del planeta, superando en tan ominoso ranking incluso a Raúl Castro. Hace apenas un año, cuando los efectos de una cuantiosa y millonaria inversión en lobbystas internacionales y cineastas de postín todavía le permitía disfrutar en Venecia del soplo de la admiración universal, jamás hubiera imaginado Hugo Chávez que pronto sería un paria entre las naciones. Esta condena de 169 países lo empuja otro paso más hacia el abismo. Ya se rankeó entre los más repudiados déspotas del mundo. Todo el Poder del que disfruta y abusa – hoy contra modestos habitantes de El Hatillo, a quienes priva del derecho a ser protegidos por sus policías motorizados – no podrá impedirle conocer el agraz sabor de la soledad de los tiranos. Diego Arria lo espera en La Haya.