La comunicación ambiental
El Ambiente, como cualquier ser orgánico que surge de un escenario de vida, tambien tiene sus oportunidades. Y mucho más si el ser humano, su alfarero por excelencia, habida cuenta de su capacidad para enaltecerlo o deteriorarlo, toma conciencia de la ocasión estelar de enmendar los errores del pasado y presentar un tratamiento respetuoso e inteligente a ese entorno vital que le exige un compromiso activo con su mejoramiento.
El comentario viene a colación por la campaña que un banco en nuestro país, una empresa del sector privado, viene haciendo a favor del ambiente y su conservación, colocando en figuras de la televisión y el cine venezolano, importantes mensajes dirigidos a inducir un cambio de conducta en la población, activando la conciencia ecológica del venezolano. Al observar el lenguaje sencillo, accesible, directo utilizado en las mismas, se me ocurre pensar en la oportunidad de replicarlo en escuelas, liceos y universidades a lo largo y ancho del país. En lo maravilloso que sería que cada docente en cada aula de Venezuela, replicara todos los días un mensaje breve de 1 minuto a su clase, corto y preciso para no aburrirla, con apoyo visual si es posible, donde se mencionaran elementos ambientales positivos como se hace en esa cuña,
El mensaje va dirigido a la población joven. Pero podrían confeccionarse muchísimos otros. Expuestos por personas con las cuales se identifica la población.De todas las edades, géneros, creencias, ideologías y razas. Con diversidad de oficios.Amas de casa, mecánicos, carpinteros, científicos, estudiantes, deportistas, reinas de belleza, oficinistas, aseadores, maestros, médicos, ingenieros, abogados. Todos los perfiles de profesiones y oficios de la población sin excluir a ninguno .Un minuto al día para ganarle la partida al recalentamiento global. Una pequeña acción, un pequeño aporte, un testimonio para la vida del planeta, una colaboración para el planeta de la vida. El efecto resonante de esas cuñas sería grandioso. El sector oficial, el sector privado, unidos en una tarea común: salvar la casa de todos.
Si alguna campaña debe ser inclusiva, es la del ambiente. Si alguna es indispensable, es la ambiental. Todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, de cualquier naturaleza, estarían hermanadas en este gran esfuerzo. El resto de los bancos, tambien podrían sumar su publicidad ambiental a través de ingeniosos guiones, cortos, y precisos. Las escuelas podrían salir de las carteleras y crear sólidos que sirvan de murales tridimensionales y colocarlos en los pasillos para que irrumpan los mensajeros de la conciencia ambiental como árboles que crecen en los espacios comunes donde se cultiva la inteligencia y se ganan o pierden las batallas por el desarrollo, las realmente necesarias e impostergables, las que desarman la violencia y enaltecen la condición humana.
Las televisoras y las radios, con ese poder mediático que las ha convertido en las referencias de la opinión pública, podrían sumar sus esfuerzos y hacer resonar el mensaje ambiental.
El sector público abordaría lo que ha estado postergando por años y años: La recolección clasificada de la basura.Se colocarían a disposición de la población, recipientes para reciclar los compuestos orgánicos, el papel, el plástico, el vidrio. Se crearían por iniciativa oficial y privada, empresas comunitarias para la recolección, clasificación y tratamiento de los desperdicios, que encierran uno de los mayores tesoros económicos de la población urbana, que produce basura en un volumen realmente industrial. De allí que un cambio de pensamiento, de allí que un cambio de actitud, pueda generar cambios significativos económicos y sociales. ¿Por qué no pensar en llamar a la población para arborizar en forma voluntaria, en una campaña de enaltecimiento ciudadano? ¿Por qué no sembrar el reciclaje de la población? ¿Será que una eficiente máquina que pueda sembrar miles de árboles en un día podrá sustituir el valor educativo que tiene la irremplazable experiencia de sembrar un árbol con un par de manos? La sencillez siempre vencerá sobre lo complicado. Podemos ganar la batalla del recalentamiento si nos proponemos a ello con medidas sencillas pero efectivas.
No faltará el que replique y diga, que otras naciones son mas responsables que nosotros.Que nuestro esfuerzo de nada servirá ante los países ricos.Que otros tienen más que nosotros y que son los llamados a aportar y no nosotros:Hasta que se nos agota la capacidad de mencionar la primera persona del plural en un ejercicio de exagerado yoismo y nos damos cuenta que una parte muy importante de esa comunidad global que es soberana en los grandes jardines, selvas y bosques de la Tierra, está constituida por la población que tiene por denominador común el gentilicio venezolano. Y lo mismo podríamos mencionar en cada país de la Tierra, por muy pequeño que sea. Porque cada ciudadano de la Tierra cuenta, así como el volar de una solitaria mariposa puede generar o no la aparición de un huracán por su efecto comunicador de estímulos para el cambio climático.
Es en ese efecto comunicador ambiental en el que focalizamos la atención de esta nota. El problema del ambiente es un problema de comunicación. De comunicación educativa. De comunicación de vida. Lo que transmitimos como seres inteligentes y parlantes, es el mensaje que surge desde la genética terrestre para salvarse a si misma. Es el ambiente que llevamos por dentro, el que primero tenemos que reforestar para que sea valorado internamente en cada uno de nosotros, apreciado por nuestras comunidades y transformado en acción ecológica efectiva. Para ello debemos irrigar la propia conciencia, para que la unión de ellas propicie la creación del manantial de ideas que necesitamos para crear las aguas del cambio ecológico. Recuperar el verdor de la floresta terrestre requiere que ganemos la batalla de la reforestación personal de cada habitante del planeta. Si la voz de un cantante famoso puede ser evocada, sentida, reproducida y transmitida por toda la Humanidad ¿Acaso podrá hacer menos la voz de ese mismo cantante pero acompañada por un maravilloso coro de voces que propicien convertir la solitaria interpretación en la sinfonía ambiental de toda la aldea global?
Necesitamos que el coro haga algo más que cantar. Necesitamos que siembre los árboles. Tantos como hijos, hermanos, sobrinos y nietos pueda tener cada miembro del coro. Tantos, como libros pueda escribir o leer. Tantos, como el espacio desértico pueda albergar. Necesitamos sustituir las hojas de papel del tronco muerto por las hojas verdes que brotan de él para convertirse en las ramas que se elevan para ser los brazos y las manos de la vida. Debemos valorar esos troncos y esas ramas, como nuestros cuerpos, brazos y manos, para tener una dimensión real de su trascendencia. Solo tendremos vida si sembramos vida, si damos vida. Si somos lo suficientemente fértiles de pensamiento, palabra y acción, como para honrar nuestra propia existencia con la existencia del planeta.
Ese trabajo, trascendente como hemos dejado ver en estas sencillas pero comunicativas líneas, muy bien ha podido iniciarse con esa cuña que una gerencia bancaria sensible ha puesto al servicio no solo de sus ahorristas sino de todo el público que se asome al mundo a través de una televisión. La semilla a cultivar se encuentra en ese mensaje. Hagamos lo propio cada uno de nosotros y tendremos millones de semillas preparadas para germinar. Y permitir que la luz de la vida expresada en el verdor de los árboles, irrumpa en los desiertos artificiales que ha creado nuestra falta de conciencia y educación.