La clase media lucha
Es verdad que la clase media junto a los estudiantes han jugado un rol protagónico en las luchas pacificas de estas últimas semanas en Venezuela. Es el sector más golpeado durante estos años de desaciertos políticos y económicos. La actitud de la clase media angustia al gobierno aunque traten de satanizarlo con frases como «mientras los pobres están felices los ricos salen a la calle a pedir reivindicaciones». El Gobierno sabe que la calle no la tienen los ricos y que los que luchan no son fascistas. El New York Times resaltó en días recientes la característica del origen medio de la lucha de estos sectores de la población en Venezuela. Esta realidad es una señal importante que debe ser tomada en su justa dimensión.
La clase media lucha por su sobrevivencia. Este es un sector de la población que siente que su movilidad social es hacia abajo. El gobierno si bien ha invertido recursos de los millones que le entraron a la nación a los sectores populares no pareciera interesado en que ello contribuya a la movilidad hacia arriba. Bien lo decía el Ministro de Educación Rodríguez: «no es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarla a la clase media y sean escuálidas», infeliz frase que independientemente del contexto es una visión que llevan en lo más profundo de su alma. Con pobreza el proyecto sobrevive. Debería ser lo contrario, en el mundo la clase media es el ejemplo a seguir en la búsqueda de un equilibrio en las sociedades modernas.
Esto simboliza que el mundo será cada vez mejor, más justo y equilibrado en la medida que las políticas públicas de cualquiera de nuestras naciones en desarrollo busquen como centro de sus estrategias la de promover la consolidación de grandes sectores medios de la población y que sean efectivamente la mayoría. Los políticos, especialmente en Latinoamérica, ven a contingentes de pobres, como vanguardia para la generación de votos, ofreciéndoles el amparo del Estado y ellos como garantes revolucionarios del destino de millones de seres humanos. En Venezuela, Argentina, Bolivia y Nicaragua hemos visto esta tendencia durante los últimos años.
Toda sociedad moderna tiene que centrar su vocación en el desarrollo y consolidación de la clase media como protagonista del equilibrio social. Por ejemplo, el esfuerzo de Brasil a través del Presidente de Lula quien durante su mandato logró incorporar a más de 17 millones de pobres a los estratos medios de la población fue un avance extraordinario y una muestra de que ese es el camino a seguir.
Mientras que en países como Venezuela o Argentina, reconocidos por haber contado en el pasado con sólidas clases medias, hoy nos encontramos con un panorama desolador con una marcada tendencia contraria a la de Brasil y en donde se empuja a los sectores medios hacia la pobreza. ¿Ello por qué?
Los estratos medios de la población son menos manipulables y son cada vez más difíciles de convencer en las contiendas demagógicas electorales. Las clases medias tienen una arrogancia difícil de moldear y su capacidad de transigir ante la injusticia, la corrupción y la sumisión ante el poder es cada vez más evidente. Cuando el gobierno en Venezuela, por ejemplo, se propone dar reivindicaciones lo hace pensando en los sectores populares, toda vez el botín electoral que representan. Poca atención coloca en las necesidades del sector medio de la ciudadanía. El potencial electoral está en la pobreza que son mayoría y es por ello que vale la pena mantenerla, acariciarla pero controlarla porque al salir del gueto se revelan cómo pasó recientemente en Brasil en donde la mayoría de las protestas que tanto dolores de cabeza le dieron a la Sra. Vilma Rouseff provenían precisamente de gente que recién se incorporaban a la clase media.
Ellos fueron el motor de las protestas que sorprendió el mundo y le termino la luna de miel a la Presidenta. Una clase media que antepuso la Copa Mundial a los servicios públicos. Todo lo resumió una pancarta que recorrió las pantallas de televisión de todo el mundo:»we dont need a worldcup».