La barbarie de una mente sin control
Juan Manuel Santos no sabe realmente cuan señalado lo tiene el destino de este continente… Con Colombia puede cambiar esta suerte de tormenta dramática que nos azota de norte a sur. Basta con que se alce la voz de la razón. Colombia exigió una certificación de su perentoria denuncia que la afecta en su cuerpo herido, en su tierra manoseada y sus hombres perdidos en arremetidas voraces. Hugo Chávez, entonces, rompe relaciones con Colombia. Es el sordo perfecto de siempre.
No escucha a más nadie que a él. Mueve sus marionetas que asumen el servilismo mansamente. Como un muchacho malcriado y peleón amenaza, miente, manipula, ofende y saca el cuerpo evitando dar la cara. NO va a Unasur ni a MERCOSUR. Tienen que venir a él sus “socios”: Kirchner y Lula. Seguros que lograrán lo que el muchachote de Sabaneta trama. Nicolás Maduro irá a representarlo en la toma de posesión de Santos justo el día tope para la guerra proclamada por el “Comandante”. Sigue la locura.
NO hay quien lo detenga. Profana restos, expropia, encadena dueño de los medios y la libertad de la gente, es la barbarie de una mente de graves desórdenes que errático e incoherente, expone a Venezuela y al mismo mundo trastocando los límites de la cordura y la violencia. ¿Y si Santos se interpone a esta “malandraje” político, si escucha a Lula y Kirchner, alcahuetes de esta enfermiza historia de sombras, y reafirma la razón? “Colombia está dispuesta a debatir después que se verifique con una comisión internacional lo denunciado por ella”.
Así como hoy Santos insistió en colocar en el estrado donde recibirá el poder a Uribe, así la coherencia de un criterio político que hoy se viola actuaría por la democracia, la ética y la paz. América vive hoy una expectativa compartida. Está en jaque mucho más que un traspaso de poder. Alguno tiene que atreverse a frenar esta locura que divide, mutila, incita al odio, corrompe en un carnaval de humillaciones e indignidades. Es ahora el momento de rescatar el anhelo constructivo, la inteligencia y la bondad.
Hay mucho por hacer para recuperar el tiempo perdido en esta experiencia trágica, de abrir los ojos a quienes estaban ciegos y esgrimir frente a esa barbarie la verdad y la decencia como caminos fértiles de vida.
Ojalá lo iluminen los santos para que esta hipocresía, esta indolencia, este abuso de valores y principios, sea sólo una página incomprensible, convulsa, que queda atrás en otra Venezuela mas alerta contra la venganza, la amargura, la violencia. Aquí la cita es el 26 de septiembre.