La bancarrota del bolivarianismo (enseñanzas)
De la crisis que afecta al sector financiero y a la banca ligada al régimen, derivo las siguientes enseñanzas.
1. En Estados donde las instituciones son precarias, las normas opacas y no existe independencia de poderes, como ocurre en Venezuela desde hace once años, la discrecionalidad en la aplicación de los controles favorece a quienes se encuentran en las cercanías del poder. Las entidades bancarias colocadas en la picota venían incurriendo en irregularidades desde mucho antes que el Presidente de la República tomara la decisión de intervenirlas. La violación persistente de los procedimientos establecidos por el BCV, SUDEBAN y la Comisión Nacional de Valores, por parte de esas entidades, no puede atribuirse solo a actos de corrupción e irresponsabilidad de sus directivos, o a la negligencia y el cohecho de quienes en los organismos del Estado debían fiscalizarlos, sino también al blindaje impune con que se sientes revestidos los que actúan protegidos por los altos jerarcas del régimen.
2. El Gobierno, mediante los cuantiosos depósitos que realizó, fracasó en su intento de crear una burguesía financiera socialista (boliburguesía o chavezburguesía, como prefiere Teodoro), impoluta y justiciera, como alternativa frente al sector financiero tradicional. Este último grupo ha demostrado ser mucho más serio, cauteloso, responsable con los depositantes, y ajustado a los cánones establecidos por los organismos de contraloría financiera, que los forasteros que incursionaron en el negocio bancario bajo la generosa sombra del Ejecutivo. El comandante falló en su ensayo de edificar su propia burguesía financiera.
3. Los bancos y todo el sistema financiero tienen que ser dirigidos por manos expertas; por gente conocedora del oficio, capaz de calcular con ponderación los riesgos, que no se aventura en operaciones riesgosas que comprometen el dinero de los depositantes, conformados en su inmensa mayoría por pequeños y medianos ahorristas.
4. La lucha de clases y el carácter supuestamente irreconciliable entre los empresarios y el pueblo, fórmulas permanentemente exaltadas por el teniente coronel, constituyen planteamientos anacrónicos y contraproducentes para el país. La manera como las aguas están retomando su nivel revela que el Gobierno necesita de los empresarios privados. Estos muestran su disposición a cooperar para que la amenaza de colapso total no se materialice, y para que los depositantes recuperen la confianza en el sistema financiero, factor indispensable para la normalización del aparato económico. Entre la iniciativa privada y el Gobierno solo existen contradicciones cuando el primer mandatario se empeña en perseguir y asfixiar a los empresarios de cualquier tipo.
5. El primer magistrado vive en una eterna contradicción: por un lado quiere construir un socialismo extemporáneo que causa estragos, y por el otro constata que lo único que realmente funciona es la economía de mercado, tal como lo representan los bancos privados más grandes y prósperos del país, a los cuales ha tenido que acudir para enderezar los entuertos causados por los bucaneros a los que doto de carabelas.
6. La nacionalización del sistema bancario, cuchillo que siempre pende sobre la garganta de la economía venezolana, sería nefasta si lo que se busca es solucionar problemas específicos que surjan en coyunturas determinadas. La banca estatal y la paraestatal (boliburguesa) no ha operado con eficiencia, ni ha sido un ejemplo de transparencia y probidad. Todo lo contrario: conforman el prototipo de la incompetencia, la corruptela y la descomposición. El Banco Industrial de Venezuela -quebrado y reflotado al menos dos veces-, el sistema de microfinanzas -con el Banco del Pueblo y el Banco de la Mujer al frente-, BANDES, el Banco del Tesoro y los bancos privados intervenidos, han sido catastróficos, a pesar de los inmensos recursos con los que han contado. Administrar con pulcritud y eficacia el Banco de Venezuela, la entidad con mayor cantidad de agencias en el país, ya es un reto suficientemente exigente. Basta.
7. Las normas establecidas en la frondosa legislación venezolana deben aplicarse en iguales términos para todos los banqueros, tanto para quienes profesan su afecto a la revolución, o mantienen vínculos familiares o amistosos con los dirigentes del status quo, como para quienes se mantienen al margen del proceso político porque entienden que la administración de recursos del público depositante, debe colocarse al margen de cualquier bandera ideológica o filiación política.
8. El teniente coronel, a partir de ahora, tendrá que ser más modesto cuando hable de la moral de los revolucionarios y la contraponga a la de los “corruptos” de la otra acera. Deberá tener en cuenta que las palabras de Oscar Wilde, la mejor manera de libarse de la tentación es caer en ella, pueden aplicarse literalmente a su entorno. ¡Y vaya cuánto!
PD: Me despido de mis lectores hasta el año entrante. Nos vemos en enero. Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo.