La autocensura avanza
Una de las mayores perversiones en las que puede caer el periodismo es la autocensura. Cuando el miedo a las consecuencias de ejercer la libertad de expresión se apodera de una sociedad, aparece la tendencia a callar lo que molesta al poder. Es entonces cuando quienes escriben o hablan en los medios de comunicación tienen siempre presente las retaliaciones que otros han sufrido por decir lo que pensaban.
La autocensura llega a ser más eficiente que la censura porque puede darse en un ambiente de democracia formal, donde supuestamente reina la libertad de expresión, y sin embargo todos saben que hay temas que no pueden ser abordados. No se puede hablar de ciertas cosas ni de ciertas personas. El miedo sembrado por el poder frena la expresión del pensamiento y así desaparece en la práctica la libertad para criticar, denunciar y proponer en el debate político o en cualquier otro.
El desgobierno de Chávez ha avanzado mucho en la creación de ese clima de miedo. Para conseguirlo ha hecho uso de todos los instrumentos posibles. Tiene la potestad de dar (y negar) concesiones de emisoras de radio y televisión. Controla el mercado de divisas (necesarias para adquirir insumos, por ejemplo, el papel para los periódicos). Maneja partidas presupuestarias estratosféricas de publicidad que se reparten sin control alguno y de acuerdo al nivel de obsecuencia que muestre cada medio con las políticas oficiales. Además, posee una red de radioemisoras y canales de TV pertenecientes al Estado o fundados con dinero público pero dirigidos por fichas del chavismo -como son la casi totalidad de las radios comunitarias- desde donde se insulta e injuria a los periodistas y los medios independientes.
Cuando no basta con el poder burocrático se apela a la violencia sin más. En estos diez años se han cometido asesinatos, atentados y ataques a los trabajadores de la prensa que están impunes. Sólo en la última ocasión en que fue atacada Globovisión ha sido detenida una de las invasoras de su sede, la dirigente chavista Lina Ron. (Falta ver si será condenada) Nadie puede negar que estos hechos fueran inspirados por el discurso del gobierno contra los medios.
Después del cierre de 32 emisoras de radio, la última víctima de la autocensura ha sido Nelson Bocaranda y su programa “Runrunes” transmitido por del circuito Onda, cuya emisora matriz es de Unión Radio. En ese espacio Bocaranda y sus invitados hablaban de los atropellos y las corruptelas del régimen con informaciones nunca desmentidas. Los dueños de la empresa, según él ha explicado, le ofrecieron a cambio un programa “no político” en la misma casa. Bocaranda aceptó y ha dejado claro que no dejará de informar y denunciar. Pero es evidente que en la radio no volverá a dirigir un programa que tanto molestaba a los poderosos chavistas.
En reciente comunicado el canal RCTV, cuya señal abierta fue cerrada por el gobierno, le preguntaba a Hugo Chávez: ¿Cuánto silencio quiere usted?