Opinión Nacional

La asquerosidad de la política venezolana

Sin bien es cierto Nicolas Maquiavelo en el año 1512 en pleno Renacimiento Italiano decretó que la política difícilmente tiene que ver o se debe guiar por la moral y preceptos éticos, ello no implica el que la política este ausente de algunos preceptos básicos y elementales, cuando estos preceptos, reglas y cánones elementales están ausentes, queda claro que la política queda a la deriva, a la buena no de Dios sino de los hombres, de los caprichos, interés particulares, egoísmos y demás.

Apreciados lectores hemos en numerosas oportunidades expresado la premisa según la cual en Venezuela estamos en un gran campo y laboratorio de experimentación, en su mayoría con saldos trágicos y nocivos en lo que a capital humano, valores, finanzas y demás. La intensión de quien suscribe no estriba en lo más mínimo en defender arquetipos, estilos, modelos y liderazgos de la otrora cuarta república que de paso tuvo una etapa y ciclo de oro, frondoso, loable, eficiente y responsable ante el país nacional.

Hoy no podemos desfasarnos, ser irresponsables e indolentes frente a lo que sucede, y el problema y distorsión no es de hoy, no es del año en curso, tiene ya años gestándose, practicándose y llevándose a cabo. Es una política hostil, perversa, depravada, ruin y asquerosa. Una política y unos políticos que no compiten, que no se distancian de lo peor del pasado, sino que incluso reivindican al mismo. Este gobierno en su conjunto ha sido incapaz de sancionar, de castigar la corrupción, la ineficiencia, la incapacidad. Fue electo precisamente para poner orden, para sancionar, para cambiar un estado de cosas que los venezolanos nos llegamos a saturar y en nueve años ese estado de cosas nefastas se ha reproducido.

Como venezolano aplaudo las iniciativas que repercutan en transferir poder a los venezolanos, dotar de asistencia medica a nuestros caseríos, barrios, pueblos y rincones del país, implementar programas de mejoramiento y construcción de viviendas y otras iniciativas y programas más. Pero lo que no se puede aceptar es la perversión, es la miseria, en la incapacidad, la corrupción, es ver que cualquier dirigentucho de la revolución y proceso, muestra en sus haberes lujosas camionetas, quintas, apartamentos, haciendas, propiedades, cuentas bancarias y estilos de vida poco consustanciados con la humildad, la moderación, y aquellos valores que el presidente ha tratado de sintetizar en el llamado socialismo del siglo XXI que de socialismo, humildad, servicio, probidad y servicio publico y sensibilidad poco tiene, por lo menos en lo que a la casta de políticos del actual régimen se refiere.

Este país esta saturado de esa política sucia, esa política que apesta, que socava, daña, empobrece y pare usted de contar, inaugurada en los últimos años de la cuarta república y revitalizada, actualizada y puesta por un grupo importante de dirigentes del actual proceso que nadie tiene en común salvo la voracidad de devorar lo público, las rentas y disfrutar de las prebendas que el podo absoluto concede, no olviden que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.

En este país existe una amplia mayoría que anhela cambios, mejoras, transformaciones positivas, empleo, productividad, salud, educación, inversión, seguridad y quienes subestiman a los venezolanos se tragaran la flecha porque precisamente, el pueblo, el ciudadano común y corriente sabe quien es el decente, quien es el que trabaja, quien es el que verdaderamente tiene una condición probada de servicio y honradez, y esos son muy pocos, son casi la excepción. La gente saca cuenta y tarde o temprano cobra, factura el engaño, el dolo, la apropiación indebida, la malversación, la corrupción y la política asquerosa en que se convirtió la política venezolana que trastoco a casi todas las instituciones, entes y poderes públicos.

Finalmente en estos días de inicios de agosto toma fuerza y calor el debate alrededor de la reforma constitucional. Lo único que señalare es que ella agrupa y concierne a “todos” los venezolanos. De tal manera que la reforma constitucional no puede ser jamás producto de un capricho, de un grupillo, de un caudillo. Hugo Rafael Chávez Frías es el Presidente Constitucional de Venezuela no es el amo y señor de valle. Lo único que verdaderamente hay seguro en esta vida es que la gente premia y también castiga.

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