Opinión Nacional

La antipolítica y los abriles caraqueños

Así como los bolivarianos dicen que “cada 11 de abril tiene su 13”, los demócratas podemos decir que “cada 19 de abril tiene su 5 de julio”. Muchos venezolanos son hipercríticos, les gusta “decontruir” cualquier propuesta y derribar cualquier ícono mientras que otros prefieren la paz de los sepulcros y seguir ciegamente a un líder, en casos justificándolo con base a un bien superior que para ellos es el socialismo. Ambas posturas son lamentables y peligrosas pero coinciden en el hipercriticismo al otro. Esto que no tenía importancia política en la democracia se hace letal en este modelo autocrático que ha dividido a los venezolanos en revolucionarios y demócratas.

Mucho se ha escrito sobre ambos abriles con casi 200 años de distancia. Pero uno fue regresivo y estableció el militarismo autocrático, y el otro fue progresivo y creó la primera república civil. Pero Venezuela se partió en dos bandos irreconciliables que rompieron la paz y la prosperidad de la nación; y se necesitó más de un siglo para ser recobradas.

El abril del siglo XXI ha querido repetir esa terrible experiencia de conflictividad enfrentando, en forma parodiada, a patriotas y realistas cuando a dos siglos de esa experiencias el mundo ha avanzado creando mecanismos políticos para resolver diferencias sin necesidad de las guerras intestinas. Para eso existen la democracia y los partidos político y no se hace necesario que si alguien discrepa se “alce” para conquistar el poder y desde allí imponer su mensaje.

Ahora los hombres se agrupan en partidos políticos y recientemente en ONG-sin vocación de gobierno- para resolver los asuntos democráticamente. Pero nuestro atavismo junto al hipercriticismo, apoyado en las graves fallas de los partidos políticos ha creado un antipolítico militante que desprecia los líderes de los partidos, mientras que estos muchas veces hacen poco para demostrar que son dignos de confianza.

Como las viejitas que van al médico y le dicen que tiene que hacer, los venezolanos y muchos otros pueblos- menos Cuba- siempre tenemos una opinión, pero nos callamos cuando de intervenciones quirúrgicas se trata. Esto no sucedió el 11 de abril, allí todos opinaron y ningún político asumió el liderazgo de la mesa de operaciones. Fue la revolución de la antipolítica. Frente a ese fracaso, debemos tener claro cual es el papel de cada uno, en especial cuando el juego democrático esta coartado y se requiere otra intervención, ahora electoral, que nos lleve a otro “5 de julio”.

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