José Vicente y los paramilitares
Uno de los papeles más tristes de la pequeña historia venezolana le ha sido asignado a José Vicente Rangel. Periodista especializado en denuncias contra el poder en los años de la democracia representativa, se ha trastocado en el propagador de las ollas montadas por la policía política de Hugo Chávez. Aquel columnista que rastreaba (con la ayuda de quienes quedaban fuera de los negociados) la corrupción en los cuarteles, hoy es un mero instrumento del militarismo gobernante.
Nadie conoce de alguna acción de Rangel -como ministro de la Defensa- para atajar el despilfarro en la compra de armas o la desviación de recursos en la contratación de proveedores. Su desempeño fue muy gris: en los días de abril de 2002 fue poco menos que un monigote sin voz mientras el Alto Mando Militar le pidió la renuncia a Chávez y ni siquiera le consultó a Rangel, miembro del Gabinete a cargo de la política militar.
Chávez ha logrado desvelar la verdadera esencia de quien fuera tres veces candidato a la Presidencia. Aquél defensor de los derechos humanos de los años 60 y 70, que reclamaba por la actividad ilegal de los cuerpos represivos, detuvo su reloj en aquellos días para no ver lo que pasa en los años de la “revolución bonita”. Ahora todavía es orador de orden en los actos que conmemoran a los caídos de la lucha armada pero su palabra no ha resonado para denunciar los abusos del régimen chavista. Jamás se le ha oído reclamar por los estudiantes y manifestantes asesinados por los órganos policiales o por las bandas armadas durante la década chavista
Se ha convertido Rangel, después de su obsecuente ejercicio como ministro de la Defensa y Relaciones Exteriores y Vicepresidente Ejecutivo, en una pieza (intercambiable seguramente) del aparato propagandístico del régimen. El método siempre es el mismo: primero aparece una “información” en su programa televisivo, sin dar la fuente, que busca atacar a la oposición, y luego un ministro, algún diputado, el Fiscal General, el Contralor, un juez o el propio Hugo Chávez siguen el guión que le da “veracidad” a la supuesta primicia que el veterano periodista ha dado.
Ahora es un cuento repetido pero que sube la apuesta: otra vez salen a la palestra los paramilitares colombianos. (Es extraño que a pesar de las evidencias -entre las que se encuentran decenas de secuestros de ganaderos y otros empresarios- el régimen jamás hable de la actividad de los guerrilleros de las FARC o el ELN en Venezuela: siempre son los paramilitares). Recuérdese que ya una vez fueron capturados cerca de Caracas unos jóvenes colombianos que al final fueron liberados porque eran sólo inmigrantes ilegales ansiosos de trabajar.
El pasado domingo 21 de junio, Rangel habló en su programa de TV de «un aumento de presencia de paramilitares colombianos en el estado de Zulia, con la anuencia de las autoridades de esa entidad federal». Y luego añadió: “Estos grupos de acción violenta, importados desde Colombia, tienen estrecha relación con la Gobernación zuliana», para después agregar que los paramilitares también actúan en los vecinos estados de Apure, Barinas y Táchira. Sin prueba alguna acusó al gobernador no chavista Pablo Pérez.
Pues bien, ese mismo día, Chávez en su show dominical habla de un intercambio de disparos en pleno centro del país (en Tinaquillo, Estado Cojedes) entre fuerzas de inteligencia y grupos paramilitares colombianos. No habló de detenciones ni de bajas. Tampoco explicó cómo está seguro de que sean paramilitares y no guerrilleros, si es que en realidad ocurrió tal cosa. Después expresó: “Sabemos para quién juegan los gobiernos regionales que hay aquí (Zulia y Táchira), qué juego están jugando contra la misma patria».
Es decir, ya ni siquiera se cuidan de dejar algunos días de por medio entre la aparición de la “primicia” y la revelación de los hechos que la confirman.
La defensa del territorio nacional es una competencia del gobierno central. Si los supuestos paramilitares han atravesado más de 600 kilómetros y varios estados para llegar al centro del país es una responsabilidad del Ejército, la Guardia Nacional y demás cuerpos de seguridad que dirige el gobierno nacional. Si hay paramilitares colombianos en Cojedes, tan lejos de la frontera, ¿qué se puede esperar de la lucha contra el hampa?
Ésta es una nueva patraña contra la oposición. Acusar a los gobernadores opositores de organizar o proteger a grupos paramilitares es una cobardía más del régimen que no tolera haber perdido las elecciones en esos estados.
Rangel seguirá cocinando los ingredientes que le manden de Miraflores. Triste final para quien siempre se definió como el “contrapoder”.