José Vicente y los empresarios
En una reciente acto público, Rangel afirmó de que en
Venezuela no había empresarios, y específicamente
denunciaba que los que había fungían como tales pero
no lo eran. Resulta fácil adivinar por donde venían
los tiros del vicepresidente,considerando que el
régimen del que forma parte, convirtió al sector
privado de la economía, de agentes económicos en
feroces enemigos políticos.
Lo que dice Rangel es verdad en buena parte, pero en
lo que oculta reside el motivo de que en Venezuela
haya crecido en el pasado y eventualmente lo siga
haciendo en el presente y en el futuro el parasitismo
empresarial y el surgimiento de un empresariado
fantoche, dócil e impostor. El asunto descansa-eso si
no lo dijo Rangel-, en el modelo de Estado del
puntofijismo, que bajo el impulso del populismo
clientelar de los partidos agudizó con intensidad la
dependencia de toda la economía al factor petrolero.
El resultado de ello, fue el crecimiento de un
empresariado parasitario que se solazó en un festín de
dádivas, créditos y contratos preferenciales, junto a
una clase obrera postizamente favorecida por la
demagogia- que le resto capacidad de combate- por
medio de una legislación que tendía garantizarles
estabilidad y salarios ficticios sin vínculos con la
productividad real de las empresas sino cobijada por
el petróleo. Para colmo, todo esto unido a un coctel
letal que se dispensaba de las entrañas misma del
modelo materializado en un consumismo desmesurado,
clientelismo político, corrupción administrativa y un
brutal endeudamiento público y privado.
Los verdaderos o posibles innovadores de pequeñas y
medianas empresas, fueron a su vez asfixiados por el
peso de monopolios favorecidos por el Estado. Las
iniciativas al esfuerzo individual que busca
recompensas en base a su creatividad fueron
desalentadas por esta situaciones y otras vías de
coerción relacionadas con las trabas de una más que
vividora y parasitaria burocracia estatal.
Lo que le tocaba al país, era extirpar las
connotaciones perversas de ese modelo y virar un
cambio de dirección en las políticas económicas del
estado opuesto al apabullante intervencionismo,
orientado a incentivar el mercado y el estimulo de
quienes se dedicaran a la producción no rentista de
bienes y servicios.
Es casi ocioso apuntar que el gobierno donde figura
Rangel, ha llevado hasta las martirios las nocivas
políticas que antes describimos, colocando al Estado y
a su líder en un vértice de protagonismo,
expandiéndose las dudas de su real compromiso sobre la
permanencia de un sector privado de la economía.
En todo caso, de sobrevivir la actividad privada, ya
sabemos cuales serán los genuinos empresarios que
añora José Vicente:de edad para sufragar; buena
conducta, notariada y con aval de dos amigos(del
proceso); rodillas limpias y sanas con flexibilidad
lumbar;tiempo disponible para mítines y actos
oficiales; preferiblemente sordo, mudo, en silla de
ruedas y ciego.