José Antonio Maitín
JOSE ANTONIO MAITIN
(1804-1874)
«Aquí todo contrasta
con mi pesar sombrío:
en esta soledad solemne y vasta
no hallo un dolor que corresponda al mío»
José Antonio Maitín.
LA VOZ DEL POETA ELEGIACO POR EXCELENCIA
Se ha dicho que el celebrado Canto fúnebre del poeta venezolano José
Antonio Maitín que compuso a la muerte de su esposa renovó el género
elegíaco no sólo en la poesía del continente americano sino también en
la castellana. Menéndez Pelayo afirmó que esta composición «abunda en
bellezas en una especie de poesía íntima y familiar, que entonces era
nueva en la literatura castellana, y que luego ha producido maravillas,
siendo un pequeño honor para Maitín el haber sido de los primeros en
descubrir esta vena».
En sus enfrentamientos con la naturaleza que es uno de los temas
desarrollados reiteradamente, Maitín mantiene una conducta que lo
diferencia del resto de los románticos. No se puede dejar de ver
reminiscencias de la lírica pastoril. Es un poeta que busca la
naturaleza para percibir mejor su propia realidad.
José Antonio Maitín nació en Puerto Cabello, estado de Carabobo, el 21
de octubre de 1804. y murió en Choroní, estado Aragua, el 4 de agosto
de 1874. Emigrado político en Cuba, terminó buscando la soledad
campesina como demuestra Ecos del Choroní., libro que amalgama el
sentimiento de la naturaleza con el dolor por la muerte de su esposa,
patente sobre todo en el Canto fúnebre. Los literatos chilenos Miguel
y Gregorio Amunátegui le llamaron, quizá con exageración , «el más
popular entre sus compatriotas y uno de los poetas más sobresalientes
de la América española». En 1841, cayeron en las manos de Maitin, las
primeras publicaciones de Zorrilla, poeta por el que sintió verdadera
admiración, y escribe una composición titulada A Zorrilla, en que
Maitín le dice: «¡Ah! Permite que te admire, / que pruebe tu
inspiración, / que si deliras, delire, / con tus suspiros suspire / y
llore con tu dolor». Dicho poema se lo remite a su amigo José María de
Rojas, quien lo publica en El Liberal, de Caracas, el 18 de enero de
1842, lo que contribuyó a extender la fama de Maitin por todo el país.
Otros poemas muy conocidos de Maitín son La fuentecilla y En el hogar
campestre.
Su voz elegíaca necesitaba de la calma. No hubiera podido cultivar su
canto suave bajo el estallido de encontrados elementos: «No encuentro
una señal que me revele / la acción de mis pesares / sobre la calma
eterna y majestuosa / de esta naturaleza silenciosa, / de estos
quietos, pacíficos lugares: / Todo sereno está, todo reposa / nada un
dolor denuncia ni una pena».
La falta de seguridad y solidaridad, que nos proporciona la naturaleza
indiferente, impulsa a buscar auxilio en la emoción, que al cabo no es
más que un autoconsuelo. De ahí que el romántico sea el primero en
conmoverse de su propia desventura. Sujeto sufriente, es también objeto
de su sufrimiento. Y se duele más todavía porque en la realidad natural
no haya manifestación de conmiseración por sus pesares; cuanto más
pacífica y serena aparezca ella, más notoria será su falta de
solidaridad y sostén. El romántico buscó apoyo dentro de sí «y se
convirtió en un objeto infinitamente interesante para sí mismo.
Sustituyó la experiencia del mundo por la autoexperiencia, y por fin
sintió que la actividad espiritual, la corriente de pensamientos y
sentimientos y el paso de un estado anímico a otro eran más reales que
la realidad exterior», dice Hauser. El subjetivismo y el emocionalismo
le hicieron prescindir de la realidad exterior, en la que no hallaba ni
seguridad ni solidaridad.
Maitín renuncia también a la poesía a causa del desgarramiento
sentimental que sufre. No hay nadie que atienda sus versos: nadie que
se solidarice con su actividad anímica. De su Canto fúnebre transcribo
estos versos que encierran su concepción respecto a la poesía como
manifestación de dolor: «¿Quién mirará mis ecos doloridos / con el amor
que tú? No, mi lamento / sin esperanza cruzará perdido / por los senos
sin fin del firmamento».
Sus obras son «obras débiles» , aunque nacidas del «genio» y
del «vigor» de la poesía; son también pobres versos, porque encierran
todo su padecimiento. Su concepto de poesía es el que prevalece en el
romanticismo: la poesía como consuelo en el dolor. Tal es la imposición
del arte poético en el romanticismo. Esta concepción será cultivada a
través de todas las generaciones románticas y logrará una organización
conceptual -crítica y consciente- en el periodo de transición romántico-
modernista . Mas aún, Maitin afirma que el dolor es la fuente de la
existencia y la poesía.
El tono elegíaco de la lírica romántica tiene, pues, su origen en esta
concepción. Para Maitín la poesía es «lamento». Nadie oirá -dice- sus
versos y su poesía será un «lamento» que cruzará perdido «por los senos
sin fin del firmamento». No hallará la conmiseración ni en otro ser
humano ni en la naturaleza. Dé ahí que prefiera también renunciar a la
poesía. Y como dijo el poeta venezolano: «¿Quién a mis pobres versos /
la atención prestará que les prestaba? / ¡Tú que por tantos años /
fuiste el ser primero, / que atenta y conmovida los oía, / que de una
madre el interés sincero / por estas obras débiles tenía».
(%=Link(«http://www.arrakis.es/~aarias»,»arrakis.es»)%)