Opinión Nacional

Jesse Chacón: Nuestro hombre en La Habana

No me quedé sorprendido, sino estupefacto, oyendo al ministro de la Energía Eléctrica, Jesse Chacón, confesar que durante las horas angustiosas del gran apagón del martes pasado se encontraba de visita en La Habana.

Información que no pudo sino conducirme a la pregunta: ¿celebraba, entonces, el ministro el enorme éxito de haber cumplido la promesa de solucionar la crisis eléctrica en solo “100 días”, y que, después de trajinar desde el 2009 por los apagones más largos e indiscriminados de su historia, los venezolanos podían trabajar, estudiar y dormir tranquilos sin miedo a que sus equipos, motores y electrodomésticos resultaran dañados, o a que bandas de asaltantes se aprovecharan de la oscuridad para despojarlos de sus bienes, salud o vidas?

Pero si ese era el caso ¿en cuál de los deliciosos sitios de entretenimiento de la rumbosa isla se encontraría el ministro? ¿Acaso en el irreemplazable “Varadero” con sus playas de ensueño, sus “night club” con los shows de música afrocaribeña más variados y divertidos del planeta, restaurantes con cocina y coctelería “de autor” y, lo más impelable, casinos donde se puede jugar toda la noche y en las monedas de preferencia de los “players”?

 

Pero si su onda no son las playas ni el mar, porque de verdad aquí las hay de sobra y hasta mejores -y pienso que unos días en Margarita, Mochima o Morrocoy no se cambian por nada-, entonces el ministro podía contar con alternativas de fábula, como puede ser el espectacular Valle de Viñales en la provincia de Pinar del Río, de 741 hms2, y donde ríos, cuevas, lomas, bosques, y unos campesinos de otros tiempos, le dan al visitante la impresión de que descubrió el “paraíso terrenal”.

Pero supongamos, que ni playas, ni valles es “lo suyo”, y más bien Chacón es un espíritu acucioso, preocupado, por ejemplo, por los intríngulis de la historia colonial isleña, entonces lo tentarían Baracoa, Trinidad, Bayamo, o la incomparable Santiago, donde la historia de un país y una región, el Caribe, quedaron bordados en la arquitectura, la gente y el son.

De modo que, si por mil razones, un satistecho, orgulloso e inflado jefe del despacho de la Energía Eléctrica de Venezuela, conocido también como Jesse Chacón, se encontraba entre ministros, altos funcionarios -e incluso el hombre más poderoso de la isla, Raúl Castro-, celebrando su histórico triunfo, entonces es imposible terminar este párrafo sin un: “¡Salud ministro!”.

 

El problema es que, nadie mejor que Jesse Chacón sabe que no hay nada que celebrar, porque después de “100 días” como ministro, no es que los déficits del sistema eléctrico venezolano no se han resuelto, sino que están “más críticos”, y tienden a agudizarse.

En otras palabras: que no era cuestión de nuevas políticas tarifarias, o de aumentos en la producción de megavatios más megavatios menos, o de introducir mejoras en los tendidos, sino de introducir reformas profundas que, al par de requerir inversiones inmediatas por 15 mil millones de dólares, deben, igualmente, remover una gerencia alta y media definitivamente incompetente y corrupta, en tanto se enfrenta el reto de continuar con la construcción de represas como Tocoma y Uribante-Caparo y se proyectan otras.

Y, por supuesto, donde menos tiene que discutir y debatir estos temas el ministro Chacón es en Cuba, país que, en materia de conocimientos y tecnología del área energética y eléctrica, se ha detenido en la segunda mitad del siglo XX, y es por la asistencia venezolana, y la colosal ayudada que en todos los terrenos les han suministrado las administraciones chavista y postchavista, cómo las calles de La Habana, de ciudades importantes del interior y parte del campo, se han iluminado con algo del brillo de la civilización del siglo XXI.

 

Claro, que aun de manera ineficiente, porque con todo y los 125 mil barriles diarios de crudo que lleva 12 años regalándole el “chavezato” a los Castro, y la ayuda masiva en petrodólares para la compra de termoeléctricas y mejoras del tendido, la totalidad del medio urbano isleño aun continúa medio a oscuras, y los apagones siguen siendo una plaga que los acompañan desde los inicios de la llamada revolución.

Pero bueno, de todas maneras, habría que anotarle el mérito a los cubiches de que supieron a quien arrimarse para paliar su casi cincuentenaria crisis eléctrica, en cambio que, estos despistados revolucionarios venezolanos, van a gastar los pocos petrodólares que les quedan de las reservas internacionales, en los presuntos “técnicos” de un gobierno cuyo país es una ruina desfalleciente, y si sobrevive por algo, es por las ayudas que siguen llegando de la gasolinera venezolana.

De modo que, si en lo que andaba Jesse Chacón por La Habana, el martes cuando tuvo noticias del gran apagón, no era escanciando las noches del Tropicana, o catando las aun más tentadoras y deleitables veladas de Varadero, o viajando hacia “Cayo Loco”, sino pidiéndole consejos a un presunto gurú de la industria electrónica y energética llamado, Ramiro Valdés, entonces amigos y amigas que siguen estas líneas, nos jodimos.

Porque, sencillamente, los apagones, grandes, medianos y pequeños van a continuar, así como el deterioro incontenible de un servicio en cuyo suministro Venezuela fue vanguardia en América latina, y que, al colapsar en circunstancias de que países como Colombia, Perú y Chile (del llamado “Arco del Pacífico”) pasan a tomar la delantera en el desarrollo económico de la región, ya verán hacia que abismo nos están llevando estos adolescentes tardíos ideologizados que son los primeros en la historia en pagar para que los colonicen.

 

Escribía, Carlos Alberto Montaner, en un reciente artículo en su blog, “La lección familiar en la economía”, que Ramiro Valdés decía para justificar las reformas de Raúl Castro, “que los cubanos sufren el ‘Síndrome del Pichón’, pues viven esperando que el Papá Estado les ponga la comida en la boca”.

Y bien, yo creo que este mismo mal aqueja al estado cubano, sin modernizarse, ni acometer las políticas para hacer de su economía un paradigma de despliegue, éxito y creatividad, sino esperando que un “estado rico”, el de Chávez y sus herederos, les ponga la comida en la boca.

Y como contraprestación por destruirlo, pues para nadie es un secreto que la presencia de los cubanos en la alta, media y pequeña gerencia de Corpoelec, ha sido fundamental en la quiebra y bancarrota del sistema eléctrico nacional.

 

Como también lo ha sido un grupo de empresas de maletín, o con escasa o ninguna experiencia en el sector, que, aprovechándose de la “emergencia eléctrica” decretada por Chávez en el 2009, se saltaron a la torera la “Ley de Licitaciones”, no participaron en concursos, ni hicieron la más somera relación de precios, pero le echaron el guante a 20 mil millones de dólares para construir generadoras, o la compra de plantas, o transformadores que, desde luego, jamás llegaron al país.

El experto en temas de energía eléctrica, José Aguilar, ha producido un documentado informe donde se identifican 40 de estos proyectos, y cuyos beneficiarios, nacionales y extranjeros, hicieron los negocios de sus vidas, mientras hundían cualquier posibilidad de recuperación del fluido eléctrico normal en Venezuela.

Y hablamos de “Derwich and Associattes” de Venezuela, Impsa de Argentina, Iberdola y Duro Felguera de España, Alstom de Francia, CMEC y Sinohydro de China, Ferroostaal de Alemania, TSK de Tailandia, y American Waller Marine de Estados Unidos.

Llegadas todas a este festín de Baltazar, por influencias personales de sus accionistas (como fue el caso de “Derwich and Associattes”, cuyos dueños, estudiaron con el hijo de un viceministro, Javier Andrés Alvarado Pardill, en el Instituto de “Los Legionarios de Cristo”, en Caracas, llamado Las Cumbres), o políticas, que fue el caso de la argentina, Impsa, y su presidente, Enrique Pescarmona, socio de la pareja presidencial rioplantense, Kirchner-Fernández y el resto, simplemente, por haber accedido a pagar comisiones de hasta del 40 por ciento.

En otras palabras: que documentados expedientes, firmes e incontrastables denuncias, acusaciones con pruebas para que los jueces hagan caer todo el peso de la ley, y el presidente Maduro tome como bandera en su lucha contra la corrupción que, al par de capturar auténticos peces gordos, le llevarán un verdadero alivio a los millones de venezolanos que desean que los problemas de su sistema eléctrico se solucionen total y absolutamente.

En cuanto al ministro Chacón, le sugerimos que pase estos datos al presidente de Maduro para que siga en su cruzada, y, ¡por favor!, deje de ir a La Habana a pedirle consejos a los expertos cubanos, que ahí nadie sabe de energía eléctrica, pues desde hace 54 años, Cuba sobrevive en la oscuridad.

En el sistema de los Castro lo único que funciona es el turismo, y porque fue entregado en concesión, con ganancias leoninas, a españoles, italianos y franceses.

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