Opinión Nacional

Jakob Wassermann (1873-1934)

LA VOZ DE LA ESTRELLA MUNDIAL DE LA NOVELA

Jakob Wassermann es uno de los novelistas alemanes que contó con mayor
número de lectores, y aun hay quien pide para él aquella primacía que
suele otorgarse a Thomas Mann, que, por cierto, le calificaría de
«estrella mundial de la novela». Verdad que su mayor propósito parece haber
sido el de entretener e interesar a su público, ya poéticamente, ya por
medio del análisis psicológico y de teorías filosóficas o sociales
gratas a muchos. Aunque describa, a veces, con la fuerza o crudeza de un
realista, suele moverse más a gusto en pleno idealismo, en los dominios de
lo maravilloso, raro o inesperado, sin más sujeción que lo que le dicta la
inspiración del momento, o bien un objetivo preconcebido, de carácter más
o menos ajeno a la literatura. Llévale éste hasta prescindir de la
verosimilitud en el diálogo o en la acción con tal de mantener viva la
curiosidad del lector. Judío alemán, al paso que ha tenido que sufrir
siempre la tragedia de su raza, lleva en sí un inconfundible elemento de
origen oriental, que le da un sello misterioso. Escribió una obra
profundamente humanitaria influida por Dostoievski y el expresionismo de
Schnitzler, a quien conoció en Viena, de estilo no muy cuidado pero vivo y
moderno. Aunque sus novelas están situadas siempre en Alemania, tanto sus
paisajes como su personajes, desde 1933, sus libros fueron rechazados en
Alemania por su condición de judío.

Jakob Wassermann nació en Fürth, Baviera, el 10 de marzo de 1873 y murió
en el destierro en Altaussee, Austria, el 1 de enero de 1934. Hijo de un
pequeño comerciante, trabajó primeramente como dependiente de una
librería y más tarde como redactor de la revista Simplicissimus, hasta que
en 1893 pudo dedicarse exclusivamente a la literatura. A partir de los
veinticinco años vivió en Austria, primero en Viena y luego en Altaussee.

La mayoría de sus novelas son de tema judío; entre ellas destacan Los
judíos de Zirndorf (1897), su primera y más conseguida obra, Moloch
(1903), Kaspar Hausse o la pereza del corazón (1908), llevada a la pantalla
grande, El hombrecillo de los gansos (1915), Christian Wahnschaffe (1919),
Faber o años perdidos (1924) y la trilogía que lo hizo famoso, compuesta
por El caso Maurizius (1928), Etzel Andergast (1931) y La tercera existencia
de Joseph Kerkhoven (1934). Su libro Mi camino como alemán y judío (1921),
es una autobiografía en la que nos dejó su testimonio como judío alemán.

Y como dijo el novelista alemán: «La tristeza no es, en muchos casos, sino
la forma más refinada de la hipocresía».

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