Istúriz: “cortesano real”
“Él dice cosas, pero después le pasa la mano a uno; uno lo conoce”.
(AI. El Nacional,15-04-07)
El caso de Istúriz y su indecorosa claudicación en un proyecto militar con una inequívoca fisiología totalitaria , reviste para nosotros una dolorosa comprobación y aunque siempre nos encontramos al otro la de su barricada, hubo momentos de su vida política pasada en que nos inspiró alternativas, incluso, para admirarle,
Observamos indudables cualidades de su liderazgo, de elocuencia inteligente, de mente instantánea y cargada con singulares rayos de buenas pilas que manejaba a su antojo con agudeza y una criolla picardía que lo redimía ante los ojos de quienes nos hemos opuesto al radicalismo político y rechazamos la política utilizada como instrumento hedonista para exhibir contorsiones oratorias y como martillo y excusa para el escándalo.
Por otra parte, Aristóbulo fue un pésimo administrador y un “gerente” público fallido en su primera experiencia de gobierno como Alcalde de Caracas, un hecho del saber general hasta el exceso.
Todavía recordamos, ante la arremetida del histrión contra el PPT previa a la relegitimación de los poderes del año 2000, cuando se encontró resistente a aquella humillación y presto y curvero para bajarle el copete a la soberbia abusiva, procaz y desconsidera del déspota -que de paso no lo era ni la mitad de lo que lo es hoy- en defensa de la autonomía de su partido, de sus derechos y visión del país y en fin de sus legitimas y regaladas ganas para la irreverencia.
Resulta repugnante verle ahora de cortesano de esta orgía caudillesca que se refleja en el trato que le dispensa a Chávez ,ya no como un político con una causa, sino la de un aceitoso vale o sirviente de un monarca,
Camelado y usado por Chávez para la relegitimación sindical, recibió una zurra oceánica de Carlos Ortega, donde partió la patología de su enfermedad burocrática, trampa en que Istúriz ve como su mejor futuro pastando con otros al rendimiento al culto exigido por un amo cuya ira de contradecirlo le teme más, que al valor de una dignidad sin esperanza de ser restaurada jamás.
En el fondo de todo esto y la caída en el pantano más oscuro de sumisión y abdicación del espíritu critico de un hombre, y lamentablemente de unos cuantos otros de lo que supondríamos con cierta capacidad de comprensión de lo que está pasando, se encuentra detrás una tragedia que va mucho mas allá de la controversial disputa entre oficialistas y opositores que nos debería estremecer a todos, por que es una muestra del desierto moral que la voluntad de dominio de un solo hombre puede llegar a causar, ya no a Istúriz, a la nación y a sus sectores mas frágiles e incapaces para resistir el mensaje disociador de cuya maldad y capacidad destructiva posiblemente no haya alcanzado aún el cenit final de su tormentosa irracionalidad.