Irrisorio
En nuestro idioma hay palabras engañosas, que por su sonido y por su forma sugieren un significado único, pero en realidad poseen más de uno. Tal es el caso del adjetivo “irrisorio”. Cualquiera que no conozca este vocablo fácilmente supone que se refiere a algo muy pequeño y sin importancia. Y, ciertamente, esa es la segunda acepción que de él nos da el DRAE: “|| 2. Insignificante por pequeño”. Pero el mismo diccionario registra una primera acepción de muy distinto significado: “Que mueve a risa y a burla”. Esta primera acepción es la original, que figura ya en el Diccionario de Autoridades (1732), mientras que la otra acepción aparece por primera vez en la edición de 1984. Al parecer, pues, el significado de “irrisorio” como “pequeño” o “insignificante” debió usarse mucho tiempo, inducido por el sonido de la palabra, hasta imponerse y arraigarse, lo cual determinó finalmente su inclusión en el DRAE, pero conservando la original.
Es posible que hoy “irrisorio” sea más usual en su segunda acepción, y ello explicaría que, aunque en la última edición del DRAE, de 2001, la original figura en primer lugar, en el novísimo Diccionario esencial de la lengua española, de la Real Academia, aparecido en 2006, se haya invertido el orden, y se lea en primer lugar la acepción de “Insignificante por pequeño”, y la otra, “Que mueve a risa y burla”, en segundo lugar. No obstante, en la definición del sustantivo “irrisión” en este excelente diccionario se omite toda referencia a lo pequeño e insignificante: “Burla con que se provoca a risa a costa de alguien o algo. || 2. coloq. Persona o cosa que es o puede ser objeto de esa burla”.
Conviene no dejar que desaparezca la acepción de “irrisorio” como lo “Que mueve a risa y burla”. En primer lugar porque es palabra sonora, estéticamente muy atractiva. En segundo lugar, no menos importante, porque hoy abundan, como nunca, las personas y las cosas que merecen semejante calificación. A cada rato tropieza uno con tales cosas y personas, y se siente la necesidad de disponer en el idioma de la mayor cantidad posible de vocablos con los cuales poder referirnos a ellos.
Una fuente preciosa de tales personajes la tenemos en la política. Es impresionante la cantidad de funcionarios de los más diversos niveles, diputados, magistrados, jueces, gobernadores, alcaldes, “rectores” electorales, dirigentes de partidos, y una larga etcétera, cuyo comportamiento merece el calificativo de “irrisorio”, en su acepción de “Que mueve a risa y burla”.
Irrisorio deriva del latino irrisorius, de irredere, “burlarse de”.