Opinión Nacional

Irásnomorirás

Roberto Hernández Montoya, Irásnomorirás

        La verdad es demasiado dura para decirla sin hacer reír.

Claude Roy

Cuentan que un soldado griego acudió al Oráculo de Delfos para que le adivinara si iría a cierta guerra y si moriría en ella. El oráculo, como es usual en su profesión, respondió ambiguamente: “Irásnomorirás”. Como en aquellos tiempos no se había inventado la coma —mucho menos el punto y coma— y a nadie se le había ocurrido separar las palabras, el vaticinio consentía dos interpretaciones: “Irás; no morirás” o “Irás no; morirás”.

Los desenfrenados que provocan conflictos permanentes, y se niegan a todo intercambio honorable, debieran consultar un oráculo. También los que podríamos ser sus víctimas. Debiéramos también asesorarnos con algún salvadoreño, colombiano, bosnio o, para no ir lejos, consultar cualquier libro sobre nuestra Guerra Civil del siglo antepasado, en que no se entraba en batalla para derrotarse sino para exterminarse.

Una parte (la hay contraria) de lo que nos pasa me recuerda una genial historieta animada. La bruma de mi memoria infantil me sugiere a Disney, pero no oso asegurarlo porque gana el villano. Un zorro avieso consulta un manual, en cuarto mayor, de manipulación de masas. Autoayuda que le dicen. Las ilustraciones representan una gallinería idéntica a la que el zorro se propone engatusar. Ironía borgiana del libro espejo de la realidad. El mejor Disney tiene esas brillantes socarronerías epistemológicas. Por eso digo.

“Dice aquí…”. Así leía el canino con fruición la

  • primera instrucción: “Desacreditar al líder”. El zorro susurra cualquier maledicencia (tal vez fundada, pues “no hay poder inocente”, decía Saint-Just) contra el gallo mayor, que los demás gallos, acodados a una barra, repiten sin crítica ni duda. Se rumora que hay gallos, y hasta personas, que repiten cualquier rumor sin crítica ni duda, solo por su resonancia con sus prejuicios y terrores, que suelen ser los mismos. Según Jean Baudrillard la realidad fue asesinada.
  • Segunda instrucción: “Sugestiona al más tonto”. Un pollito bobo que juega con un yoyo que le cae reiteradamente en la cabeza.
  • Tercera instrucción: “Crea falsos problemas”. El zorro lanza una luna de palo sobre la cabeza del pollito. El zorro le sopla: “El cielo se está cayendo”. El pollito chiquilicuatro repite a gritos, sin crítica ni duda: “¡El cielo se está cayendo!”. Como para creerle: había una evidencia en la luna de palo. Cunde el pánico que el zorro procuraba.
  • Cuarta instrucción: “Crea falsas soluciones”. Los falsos problemas solo tienen falsas soluciones. Ni modo que las tuvieran verdaderas. El zorro pone mil carteles: “¡A la cueva!”.

Cuando el gallo mayor, ya desacreditado, intenta aclarar el engaño, nadie le cree. Todos le creen al pollito. En una multitud, se ha dicho, predomina la inteligencia del menos inteligente.

Al final el zorro relame el último huesito. La moraleja sobra. Sí, es horrible. Sí, es sangrienta. Sí, es trágica. Entre gallinas da risa. Entre humanos también, pero sobre todo da llanto. ¿Será mala idea ser más crítico ante lo que cualquiera te dice, incluyendo este artículo?

Cualquier parecido con la Venezuela de hoy se debe a que la vida es así. O la muerte. No lo olvides: Irásnomorirás…

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