Ir a ciegas
De todos los problemas del hombre para el cual las respuestas aún resultan insatisfactorias, permanece de pie el saber de dónde venimos. Pareciera que ya no es interrogante el saber hacia dónde vamos. Inevitablemente la muerte nos espera. Y el nos en este caso como en adelante, todos somos: hombre y naturaleza todos, para mantener la inexacta división de religioso origen y que tanto pesa, en el sentido de haber hecho del hombre un ser diverso a ella, como si hijo de Dios aparte fuera y privilegios por ello tuviera y haber dispuesto que sobre la tierra el dueño fuera. Las identidades profundas que la moderna biología ha evidenciado hacen al hombre semejante a las ratas y las verdades de la historia lo hacen, tantas veces, mucho más perverso y asqueroso, pero a su diferencia el arte existe y sin saber cómo ha hecho a algunos hombres distintos, sanos y buenos y en ese hacerse lo hizo diferente a tantos otros seres hombres. El destino trazado inexorable es, sólo que, por empeño de unos pocos, muy pocos, los creadores del arte y de la ciencia han logrado alargarnos la vida y los diversos modos de hacerse la política han logrado que el de abajo pueda alargar su tiempo de espera, sin saber cómo y sin importar para qué. Así andamos los de abajo, a ciegas, mientras los creadores viven su vida trágica cargando el peso de la angustia que los impele a seguir buscando la posibilidad de alargar el tiempo. Total, es el tiempo y no el espacio el mundo de la vida. La vida de la vida es el tiempo.
Pero interrogarnos sobre detalles más cercanos, la existencia vacía o plena, sigue siendo un problema que a diario nos aqueja. América Latina, que así se llama, porque asumió las ideas, la religión, la lengua, pero mucho más sus mañas buenas y las malas, que ya marcaron a los españoles y a los portugueses durante largos siglos de grandeza y miserias y que se impusieron a las originarias y originales modos de cómo antes existieron los llamados indios y la gente de piel negra que de África como esclavos trajeron. Se forjó y formó tal mezcolanza, que tan buena fue, para ser lo que somos. Y San Benito tiene la fuerza erótica, su libido inhiesta para traducir la libertad prisionera que cada negro llevó consigo y permanece en sueños, bajo el dominio de los códigos del cristianismo dinámico en sus adecuaciones y el comercio, donde vivido ha mondo y lirondo. Pues bien y sin saber por qué entre mi corazón y la razón, entre la sordidez del enojo que provoca la impotencia de casi nada hacer, porque la realidad es superior tal como es e imposible es torcer el cuello al cisne, tal como logró Darío, el poeta que se mudó de Nicaragua para que no lo asfixie Ortega con su sabiduría imbécil de su ignorancia extrema, empecé este texto de este modo, siempre con el reclamo de su ayuda, lector, sin cuyo auxilio víctima soy del no saber qué soy.
Pues bien América Latina ha alcanzo plenitud de existencia en su arte. Somos su música, su poesía, su novela, su plástica. Casi no somos en filosofía, aferradas las academias en la hermenéutica para acercarse a los grandes autores y lejos, muy lejos, de los suelos nuestros. No aprenden nada de los creadores del arte, que apegados al más alto respeto a la virtuosismo del arte de sus mayores que los antecedieron, asumiéndose sus legítimos hijos, supieron sobre sus hombros ir más lejos o en sus semejanzas ser distintos a ellos. En matemática, por ser tan hermana de la música y a ratos idéntica a la poesía hemos echado a andar y acompañados van algunos sabios suyos con los sabios del mundo. Contra viento y marea algunos otros han logrado lo propio en medicina, también el secreto ningún secreto es, es caminar a sabiendas de los caminos hechos a fin no de no recorrerlos sino para evitarse los yerros en el camino hechos. Tan bueno, tan bueno pero es aun tan poco, pero tan bueno es que cada paso ha sido transitado por sus creadores contra los más duros obstáculos diversos. El mayor de todos, el inmenso atraso político de esta América Latina, tal como ya definida en alguna parte de este texto está. Y es este el mayor freno de esta América nuestra que “aun tiene sangre india y habla el español” creo casi así reiteraba Darío. Darío el gran libertador por echarnos a volar con música en la palabra o echarle a la palabra música o haber hecho de la música palabra.
La inmensa tragedia de esta América Latina, en general, ha sido su conducta de mímesis irracional a los valores y doctrinas europeas. Los partidos comunistas estuvieron atados a la Internacional Comunista y a su vaticano, el Kremlin. Los partidos social demócratas extensiones incultas de la socialdemocracia europea. Los demócratas cristianos amarrados a la Iglesia, en su expresión papal más conservadora y anticomunista. Y cuando dieron saltos, como el caso de la social democracia, del adecaje, renunciaron a sus escasos principios y se arrastraron sin escrúpulos a la voluntad hegemónica de los Estados Unidos, incapaces, absolutamente incapaces, de generar un proyecto, al menos para buscar la soberanía necesaria en el campo de la ciencia, la tecnología y la economía básicas. Su gran obra se reduce a la socialización de la democracia como mito, más que como hecho histórico en donde el sujeto tuviese capacidad de tomar decisiones, de controlar al Estado y de exigir cualidad a sus dirigentes. Y es ese mito el que vive y se enseña y se le dota de valores a los cuales se le secuestra la historia y así secuestrada se aísla de la propia realidad. Y, entonces, la justicia, la equidad, la racionalidad, el control, la ética social se ideologizan y no existen como práctica social. La gente se redujo a masa y su valor a un voto negociable. Y ese modo y modelo de concebirse más que de ser la democracia son los responsables del resurgimiento de una propuesta y un liderazgo, el socialismo del SXXI y HRCHF. Pero su socialismo es una gigantesca confusión y esa confusión una grotesca charca de las ideologías más sui generis y contradictorias de la vieja Europa. La carencia de originalidad es absoluta y su la manipulación de la historia es, además de burda, sin base alguna, muy mal intencionada.
Las fuentes invocadas de su socialismo, el humanismo, el cristianismo, el marxismo y sus arrebatos de originario, indoamericano, bolivariano, zamorano, se orquesta bajo la argucia de sus sabios pensadores maldicientes del imperialismo, en una de las mas endebles ideologías europeas de estas eras, la postmodernidad. Su socialismo, le asesoran, es la revolución originaria de la postmodernidad. Si admitiésemos que alcanzase algún valor trascendental este desvarío de hacer complejo lo sencillo, de plagiarse metáforas de la matemática, de la física cuántica, para el montaje de discursos ilegibles, inaprehensibles, de pretender descubrir la verdad encubriéndola en un lenguaje obscuro, incoherente tanto en su manejo lógico, cuanto en su confrontación con lo real concreto, con la historia, que confunde caos con desorden, su valor estaría en haber obligado a ponerlos en evidencia, a probarles que su traje de retórica al levantarlo permite comprobar su desnudez obscura. Pues bien este socialismo de HECHF que quiere producción sin productividad, que quiere eliminar la propiedad privada sobre medios de producción, que quiere vender en el mercado mundial sin competir, que rechaza el pensamiento crítico, émulo de las mas torpes exclusiones, persecuciones, inquisiciones, que invoca todas esas fuentes e impide acercarse a alguna de ellas, y que verdad son porque es palabra de Chávez, como en la dogmática es palabra de Dios, que desconoce y tal vez odia el pensamiento científico y la creación, porque por esencia son subversivos, críticos, pues bien, ese socialismo que carece de todo pensamiento, salvo la palabra del supremo líder, la palabra asumida por los suyos como el camino, la verdad y la vida, todo a la vez, no tiene frente a él un ideario, cuando menos, una teoría elemental, fundamental, que más que enfrentar el despelote postmoderno de Chávez, proponga a la gente, haga propuestas teóricas, con fundamento científico y orientación ética, que permita al ser social, al ciudadano, discernir, mas allá de lo visceral, más allá del odio y de tantas viejas formas de hacer política como simple ejercicio de poder.
No se trata de salir de Chávez, como problema que es por sus abusos, por su estilo estímulo de la violencia, de lo procaz, por la infamia, por su ineficacia, por los inmenso hechos de corrupción, por la protección a la impunidad, por el manejo de los bienes del Estado como su hacienda íntima, por su hipócrita farsa ante el imperialismo, por su deliberada cursilería como cantor, poeta, deportista, por su liderazgo de chequera, sino que superar este problema exige de una propuesta distinta al quítate tu para ponerme yo, poseedor el nuevo amo de los mismos vicios que dice combatir. Los partidos políticos obligados están a decirnos que son, mas allá de la cursilería de sus paginas web sobre esa vaina que es la misión, visión…Obligados están a decirnos qué y que ser distintos en sus prácticas de gobierno al chavismo, excluyente, fundamentalista, con secuaces en las posiciones claves del poder en lugar de conocedores, expertos, con compromiso ético y social… Que sus gobernantes sean los más idóneos para la solución de los problemas en sus áreas específicas y con una suficiente comprensión del hecho cultural, histórico, político. Obligados están a hacer propuestas sobre ecología, arte, ciencia, agricultura, infraestructura y que la sociedad sea copartícipe. Si esto no se hace, el mito de la democracia es insuficiente y Chávez, en cualquiera de sus expresiones con diversos apellidos, seguirá en el trono, quizá con algunas variaciones de estilo.