Opinión Nacional

Inxiliados bolivarianos

Nuestra excelsa – por ineficiente – revolución es prolija en crear nuevas situaciones, realidades y denominaciones, pero ninguna como la que recoge Israel Centeno acerca de ese triste estado de la inmensa mayoría de los venezolanos de la V: la de Inxiliados.

En efecto, ya no se trata sólo de los exiliados bolivarianos que pululan a lo largo y ancho del mundo libre y seguro. Lo sabemos todos, todos los sabemos: no hay nadie que no tenga su exiliado: hijos, hermanos, familiares, parientes, amigos, vecinos, colegas, compañeros de oficina, el jardinero, el mecánico, la señora de servicio, el panadero, el dueño del abasto, han cogido las de villa diego para huir de la cotidiana inseguridad personal y buscar futuro en un país distinto al de la V República que sólo nos ofrece el  pasado como perspectiva: un mundo a lo Zamora, una sociedad a lo Castro, el de allende y el de aquende.

No, se trata del INXILIO, especie de exilio pero puertas adentro. Uno está inxiliado en su propio exilio, en la casa,  esa especie de frágil bunker personal.  Nadie desea salir si no es necesario: las colas, los atracos, los asesinatos, la carestía del entretenimiento, los choques, la falta de repuestos, la matraca policial, los secuestros, las alcantarillas sin tapa, el metro sin aire, el caos urbano, los huecos, los buhoneros, los indigentes, la anarquía institucionalizada pues, hacen que cada vez más los bolivarianos nos quedemos en nuestra casa intentando minimizar el riesgo, preservar la vida propia y la familiar, el bolsillo, y evitar llegar a casa más infelices de lo que salimos.

Pero, los inxiliados bolivarianos no contábamos con la astucia del LIDER, ya nos ha sentenciado:

Donde quiera que te encuentres te apagaré la luz, te cortaré el agua, te suspenderé la Internet, oirás el tempranero toque de diana. Por más que te escondas en lo recóndito de tu cuarto, en el closet o el escaparate, sabrás de mí, en todo momento te hablaré. Cuando regrese la luz me tendrás en la pantalla de la computadora y del televisor, en la radio, en la valla iluminada, en la bolsa de MERCAL, en el paquete de PDVAL, en el recibo de la CANTV, en los útiles escolares, en el carné de la oficina ¡Hasta en las caraotas caldúas me tendrás!

Inxiliado ¡No podrás conmigo!, soy omnipresente, hasta en sueños estaré recordándote ¡UH! ¡AH! que no me voy, que siempre estaré contigo, diciéndote lo que debes hacer, lo que tienes que pensar: en susurro te arrullaré con el Patria, Socialismo o Muerte.

Ni la muerte los salvará: las mortajas serán rojas y las urnas rojitas.

¡Inxiliados Temblad! ¡Muera la Libertad!

 

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