Involucionar tras evolucionar
El Universo, cuyo espacio es infinito, se inició con el Big Bang (gran estruendo) hace trece mil quinientos millones de años. Durante nueve mil quinientos millones de años tuvo lugar un complejo proceso de alejamiento respecto del centro donde todo se encontraba comprimido, dinámica que aun hoy se mantiene, aunque la materia que conformaba los cuerpos de menor tamaño sufrió un gradual enfriamiento a partir de su exterior, llegando a endurecerse la capa superficial en los de tamaño planetario, lo que se denomina su corteza, mientras que los más pequeños se enfriaron totalmente y son asteroides o meteoroides que vagan por el espacio (las porciones que logran caer a la superficie planetaria son los meteoritos). Hace cuatro mil quinientos millones de años se tuvo suficiente magma enfriado en la superficie como para conformar la corteza del planeta Tierra. Sobre esa capa dura -aunque extremadamente delgada- se produjo la maravillosa “sopa”, mezcla de agua (H2O) y diversos minerales en la cual surgieron los primeros entes con vida, microscópicos, que fueron evolucionando hasta generar los organismos vegetales y animales que dieron lugar a la Flora y la Fauna actuales.
De minúsculos a pequeños, a medianos, a grandes, de invertebrados a vertebrados, de bacterias a peces, a anfibios, a reptiles, a aves, de ovíparos a vivíparos, marsupiales y mamíferos. Precisamente, los animales más grandes que han existido sobre la Tierra, los Dinosaurios, se extinguieron a consecuencia del choque de un Meteorito gigantesco sobre la Península de Yucatán, hace 65 millones de años, junto con buena parte de la flora y la fauna de ese “momento” en la vida del planeta. De ulteriores procesos de evolución biológica de los primates primitivos surgieron, entre muchos, los monos actuales, y sucesivas mutaciones dieron lugar a los simios, primates superiores. Puesto en millones de años; hace 20 el Gibbón, hace 15 el Orangután, hace 9 el Gorila, hace 7 el Chimpancé, y los primeros humanoides hace entre 7 y 3 millones de años, extinguiéndose varias ramas hasta que se produjo nuestro antecesor, que de Homo Hábilis, pasó a Homo Erectus, Homo Sapiens y llegó al Homo sapiens sapiens actual, siendo lamentablemente el individuo que puede causar más daño al ambiente, a las otras especies animales y a sus propios congéneres.
Del continente africano migró hacia el resto de las tierras emergidas del planeta, y su adaptación a los diversos climas, relieves, alimentos y recursos disponibles, produjo los graduales cambios en su fisonomía, color de la piel, estatura, rasgos que junto con el lento logro de un vocabulario básico que conduciría a los dialectos e idiomas inherentes a cada etnia, hicieron posible la diversidad que hoy conocemos. De las limitadas formas de agrupación que heredaron de sus antecesores comunes, estos animales bípedos, que liberaron sus manos de la locomoción cuadrúpeda, agudizaron la vista y aumentaron su capacidad cerebral, fueron organizándose en pequeños clanes y medianas tribus, mientras recolectaban y cazaban, hasta que la sedentarización por el dominio de la agricultura los llevó a construir viviendas simples pero permanentes, así como a establecerse en caseríos y luego pueblos. Su crecimiento demográfico, el desarrollo de múltiples oficios y el necesario intercambio con otros grupos humanos condujo a las ciudades, algunas de las cuales alcanzan hoy dimensión de metrópolis.
Cuando un grupo humano logra producir más de lo que necesita, surge la posibilidad de intercambiar ese excedente con productos diferentes que a otros grupos le sobran. Mediante el Trueque las sociedades primitivas pudieron ampliar el espectro de los bienes para satisfacer sus respectivas necesidades, sumando a los alimentos y las artesanías que cada grupo producía, aquellos productos provenientes de otras latitudes, convirtiéndose todos esos bienes excedentarios en Mercancías, dentro de un cada vez más organizado Mercado de Intercambio, que a la larga requirió del uso de la Moneda, para facilitar las transacciones. La Moneda es la representación de un Valor Común, que es aceptado por todos los que intervienen en el Mercado, en el que convergen diversas mercancías, que varían en forma, peso, tamaño, condición, calidad, lo cual complicaba las operaciones de trueque, haciendo imprescindible la aparición de las Monedas. En un principio el rol de las monedas lo cumplieron ciertos objetos o productos difíciles de obtener y por lo tanto escasos y muy valiosos, como la Sal, ciertas semillas, y los metales denominados preciosos, especialmente el oro y la plata, en forma natural. Luego alcanzaron el nivel tecnológico que les permitió acuñar monedas en metal, con la identificación básica en sus dos caras, especificando el valor cuando ya no se hicieron de oro y plata, sino con aleaciones mucho más baratas. Aunque las monedas continúan en uso, y las cantidades elevadas se expresan en papel (billetes, con imágenes al trasluz, hilos metálicos y tipografía de líneas ultrafinas, para imposibitar la falsificación), las finanzas modernas cuentan con otros mecanismos para efectuar -a distancia- pagos y transferencias de dinero, mediante cheques y operaciones electrónicas ilimitadas por la geografía mundial.
Más allá de lo estrictamente económico, lo social ha evolucionado mucho desde la época de las cavernas a nuestros días. El crecimiento demográfico impuso la necesidad de aumentar el territorio bajo el dominio de cada grupo humano (Clan, Tribu) para garantizar los recursos y la supervivencia, lo que a su vez condujo a enfrentar otros grupos, resultando de estas luchas la ampliación del territorio (y recursos) bajo control del vencedor, y la disminución, extinción o absorción de los derrotados. Durante miles de años la violencia fue el único mecanismo de interrelación entre grupos humanos diferentes. Gradualmente el sentido común fue estableciendo la necesidad de solventar los conflictos a través de métodos cada vez más civilizados, llegando a acuerdos entre las partes, a través de intermediarios plenipotenciarios o conversaciones directas entre los altos jerarcas involucrados (Reyes, señores feudales, Papas, etc). Aunque la violencia sigue siendo la forma de expresión de algunos grupos radicales, minorías en algunos países -especialmente del tercer mundo- en el mundo actual prevalecen las negociaciones civilizadas y el respeto a las normativas legales que la mayoría de países acuerda, acata y cumple. Inclusive, la evolución ha disminuido las formas de gobierno autocráticas (Monarquías, Dictaduras) para dar paso a diversas estructuras de gobierno democrático, en las cuales no sólo rigen las leyes, sino que deben atenderse los reclamos y las opiniones de la sociedad, provenientes de las mayorías y de las minorías, pues las arbitrariedades de un Monarca/Dictador (y la élite a su alrededor) han sido desplazadas por el imperio de las leyes y la Igualdad ante ellas.
Las pocas monarquías que quedan responden a criterios de pragmatismo tradicionalista, son parte del atractivo turístico que mantiene el interés y el gasto de los visitantes, pero las decisiones las toman los individuos elegidos por la mayoría para ocupar sus respectivos cargos, reflejando el sentir de los electores, no sus caprichos y arbitrariedades personales. Aun en países donde sobreviven las monarquías (España, Reino Unido, Holanda, Suecia, etc) el marco esencial que rige la conducta de todos los ciudadanos (incluidos los miembros de la familia “real”) es el de las Leyes, y el Gobierno se ejerce a través de un Primer Ministro, hay absoluta autonomía de los demás Poderes (Judicial, Legislativo), de modo que más allá del protocolo en que participan las familias reales, el Poder lo ejercen los funcionarios, ceñidos a las leyes, en constante comunicación con el electorado al que representan y para el que trabajan.
Constituye un retroceso antihistórico pretender, en el décimo año del siglo 21 DC, en pleno tercer milenio, imponer expresiones sociales, políticas y económicas superadas por el normal avance de la Humanidad, desde que comenzó a surgir en las sabanas del Africa hace millones de años. Así como quedaron en el pasado remoto el Australopitecus, el Pitecantropus y el Neandertal, también los enfrentamientos violentos fueron desplazados por las negociaciones y los acuerdos, en base a las leyes que rigen a la comunidad internacional, organizada hoy en torno a la ineludible Globalización. El Trueque, la Autarquía, y los regímenes despóticos, pertenecen a la antigüedad que hemos dejado atrás, a la cual no queremos ni debemos regresar. Al aislamiento y retraso en que vivían nuestros antepasados se opone la actual tendencia a eliminar fronteras, a colaborar entre naciones distintas y hasta distantes, a regirnos por las leyes que nos colocan en plan de igualdad, y no por las arbitrariedades que ponen en desventaja a los que disienten del “pensamiento único, el dogma, la verdad absoluta” de quienes se hacen pasar por redentores, mientras construyen muros, mentiras, adulteraciones, y se empeñan en reproducir lo que ha fracasado ya muchas veces, dejando un trágico saldo de miseria, corrupción, atraso e injusticias (Ver la Historia no maquillada. A lo que no debemos volver es al Fascismo, al Nazismo, al Estalinismo y al Maoismo).-