Opinión Nacional

Inundaciones

Las lluvias continuas de los últimos 4 días, y su cauda de muertos, heridos y viviendas destruidas ponen una vez más al descubierto la indolencia, la incompetencia y la corrupción de un gobierno que, no solo contó con los más altos ingresos de que tenga memoria el país en su historia pasada y reciente (un BILLON DE DOLARES durante el quinquenio 2003-2008), sino con más de una década en el poder para dotar a los millones de venezolanos que viven en ranchos, o a la intemperie, de casas dignas y aptas para contener los embates de una naturaleza cada día más incontrolada por el cambio climático y el fenómeno del Niño. Y definitivamente divorciado de las dramáticas urgencias sociales y económicas del los casi 30 millones de venezolanos en general, y de los más pobres y más vulnerables en particular, quienes, son de manera inevitable las víctimas más dolorosas e injustificables de una administración cuya única vocación es cambiar los nombres de los ministerios, de los barrios, calles y avenidas del país, pero no de remediar sus calamidades.

Damnificados tiene Venezuela a diario, y en cuantía escalofriante, por la acción del hampa que no le da tregua, tanto a ricos como a pobres, a los que viven en ranchos como urbanizaciones, niños, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, negros y blancos y en cifras que son el asombro de los estadígrafos que se ocupan del tema en este y otros continentes.

Pero también los que día a día sufren el acoso del hambre y de la escasez de alimentos a causa de que la incontrolable inflación dificulta el acceso a los mercados, o porque se agotan los dólares para importar, o si se importan, la corrupción y la incompetencia permiten que se pudran en almacenes y depósitos.

Igualmente se suceden daños irreparables en la salud y la expectativa de vida de los venezolanos, en hospitales públicos, dispensarios y centros ambulatorios donde, si hay médicos no hay material quirúrgico, y si hay material quirúrgico no hay médicos , y si hay médicos y material quirúrgico se va la luz, o falta el oxígeno que obligan a la suspensión de intervenciones, y de una correcta atención que deja la sensación en los enfermos de que, aparte de abandonados, viven en una inhumana oscuridad.

Las escuelas, liceos y universidades públicas se inscriben, de igual manera, en el gigantesco drama que sufre Venezuela, sin contar que ya no hay calles, caminos vecinales, carreteras y autopistas medianamente transitables, siendo una verdadera osadía trasladarse de un punto a otro del país, pues si no se accidentan los medios de transporte por la cuantía de baches y huecos, también se puede ser víctima de atracos y secuestros con nuevas modalidades del delito que se ceban contra aquellos que se atreven a salir de sus casas, barrios, urbanizaciones, pueblos y ciudades,

Males que si se agregan a la destrucción del aparato productivo público y privado nacional, a la conversión de las empresas del estado en una chatarra que terminará vendiéndosele al mejor postor, o de las miles de industrias, comercios y fundos privados que han sido estatizados, nos llevan a la respuesta de la pregunta de por qué Venezuela retrocedió un siglo en una década, por qué de un pujante país en desarrollo se convirtió en otro del cuarto o quinto mundo, y por qué pasamos de ser una democracia con desequilibrios pero en trance de perfectibilidad, a otra, a la que solo se le puede aplicar el calificativo de “bananera”.

Una que subsiste por el milagro de la producción y exportación de un solo producto, el petróleo, que, aparte de verse favorecido en los mercados por los altos precios que significó la crisis energética de los últimos 5 años, no ha conocido un derrumbe alarmante en su cotización porque la demanda de economías emergentes, como China e India, aun continúa alta. De modo que, si las economías de los dos gigantes asiáticos se desaceleraran como parece inevitable, Europa continua cayendo, como lo está haciendo y la recuperación gringa se retardara en 4 o 5 años, entonces a la monoproducción y la monoexportación se uniría una caída en los precios que nos convertiría, prácticamente, en pobres de solemnidad.

Porque es que Chávez se ha empeñado en pasar a la historia como el último socialista a lo marxista, como el sucesor de Lenin, Stalin, Mao y Fidel Castro juntos, delirio, que aparte de inviable, representa un gasto colosal para los países que se prestan ha implementarlo, que no solo se hunden en la ruina, la miseria, las injusticias y las desigualdades, sino que caen en tal grado de destrucción y obsolescencia que deben rectificar y optar por el modelo capitalista que adoptaron China, Vietnam, Rusia y los países de Europa del Este, o sobrevivir de ayudas y subsidios extranjeros como Cuba y Corea del Norte. Digamos que todos y cada uno de estos países, víctimas en el curso de 70 años del siglo XX del llamado experimento socialista marxista, pasaron por etapas como las que Chávez les ha impuesto a trancas y barrancas y violando la constitución y las leyes a los venezolanos, haciendo añicos su aspiración a una vida mejor, negándoles todo acceso al futuro y la modernidad, a la justicia y la igualdad, a la libertad y la democracia y convirtiendo a sus ciudadanos en una suerte de súbditos o esclavos de nuevo cuño donde el suministro de los precarios y escasos bienes de consumo , se cambia por la absoluta sumisión al caudillo o comandante en jefe.

Porque, eso si, el poderío, la sabiduría, la grandeza, la gloria, la fuerza, la victoria, la honestidad y la eterna salud y juventud del líder no pueden ser cuestionados, quien pasa rápidamente a ser percibido como un ser adorado pero ignoto, como un ícono que escapa a los embates y deterioros de la realidad física,

De ahí que su realidad tienda a ser cada día más virtual, un producto que se arregla en salas de cirugía, estudios de televisión y sesiones de maquillaje. O sea, que exactamente lo que sucede con el sistema en si, con el socialismo stalinista, castrista o chavista, cuya inviabilidad, lacras y fracasos es negada, y presentada como triunfos, victorias, y éxitos a través de gigantescas campañas publicitarias en medios impresos, de radio y televisión, donde se hablan de batallas que no ocurren y avances que se diseñan en los laboratorios de los publicistas.

Areperas socialistas, progresos en biotecnología, gallineros verticales, maravillas en ingeniería, índices en educación, salud, economía, seguridad, la vialidad y vivienda que son todos presentados sin el cotejo de instituciones independientes que los certifiquen, cuando en realidad, los países se caen a pedazos bajo el embates de catástrofes como las que en este momento sacuden a Venezuela. Tragedias para las que no han bastado casi 12 años en el gobierno de Chávez y un billón de dólares para prevenirlas, combatirlas, evitarlas, o reducir sus daños, simplemente porque el socialismo no está concebido para enfrentar y derrotar las calamidades naturales, sino para provocarlas y exacerbarlas. Recientemente, y a raíz de su derrota en las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre, Chávez reconoció que una de las razones por las que se transformó en una minoría nacional, es porque en 11 años, no solo no se construyeron viviendas, sino que se permitió el deterioro de las que ya existían.

Pero ¿cuáles fueron los planes y programas que ofreció, cuales las disponibilidades, fases y recursos para que al otro día se empezara una cruzada de largo aliento que en pocos meses empezará a reducir el déficit que pasa de 3 millones de viviendas y la recuperación de las que ya están inhabitables o construidas en zonas de alto riesgo?

Pues darse un viaje de más de 15 días por países de Europa del Norte y del Medio Oriente, donde gobiernos aliados como el de los casi dictadores de Rusia, Putin y Medveded; el dictador de Bielorrusia Luhashenko; y los más que dictadores, Mahmoud Ahmadinejad de Irán y Bashar Al Assad de Siria, prometieron construirle unas 10 mil casas… pero a cambio de acuerdos, compras de armas, construcción de refinerías y el financiamiento de fábricas, préstamos y dádivas, con cuyo costo podrían construirse en Venezuela más de 200 mil viviendas.¿Difícil de creer verdad? Pero Chávez es el caso único de un dictador que, no solo se divierte y la pasa bien destruyendo al país, a su país, sino dándole petrodólares a manos llenas a quienes lo aplauden por hacerlo.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba