¿Intolerante Yo?
Que contradicción significo/ para quienes se acercan/ con generoso ánimo amistoso. Que me quieren bien/ y mi bien aspiran/ pero con mi verbo sin su daga/ castrada la contundencia de mis enfáticos/ tan pulida mi prosa que no cause sobresaltos/ para que no lastime sus oídos gourmet/ o aleje sus clientes Master Card/ o amenace el dogal de sus contratos/ o sientan el escozor de la alusión/ pues escribo como disparo en lo oscuro/ cáigale a quien tenga a bien merecerlo. Y aunque digo lo que pienso/ con franqueza suicida/ que conste que el asunto/ ni es con pendejos/ ni con pueblo esperanzado.
Me quieren sin mi desprecio por la estupidez/ mudo ante la imbecilidad/ y de la ignorancia atrevida, piadoso. Pues les da vértigo mi libertad. Pero me quieren no lo dudo. Solo que mimético/ desdibujado/ editado el yo que me inspira. Escribiendo para el aplauso de lerdos. Bebiendo para vomitar entre escándalos de tos.
No conciben que me gusten los bares/ pero sin borrachos/ porque detesto al ebrio/ ya sin neuronas/ que al pie de la barra/ se adjudica el derecho a irrumpir en mi intimidad/ porque jura que opinar es una función orgánica. No me gusta la gente/ que tiene en todo avatar acomodo/ y cree que hombre de bien es solamente el de bienes/ indiferente a su procedencia. A estos se les encoge el ego/ cuando sacudo la insolencia/ de aquellos que asumen/ que chequera mata inteligencia.
Me repugnan quienes solo respetan lo que temen/ y cuya ambición destruye su hombría/ títeres de las circunstancias/ que dejan una herencia de miseria moral. Soy radical solamente contra liberticidas/ lobos con piel de cordero/ y resentidos que procuran/ el descenso de todos/ a su estado larval de inservibles acurrucados/ en el regazo de algún amo pródigo. Me enervan las contradicciones de la estupidez voluntaria/ considero la palabra revolución un error de ortografía. Lo correcto es evolución. Sin la “R” de retrógrado. Y no soy tolerante/ damas y caballeros/ porque tolerar es un acto vil de hipocresía – tal el periodismo objetivo – que ha cedido espacio a toda perversión/ y ascenso político y social/ a cuanto desquiciado moral/ haya producido esta y otras desventuradas tierras.
Si cambiara…/ que buen tercio sería/…
…pero desprecio el igualitarismo del dinero/ y soy una espina en la conciencia de los inescrupulosos/ que pavonean lo mal habido/ en su corte de lacayos. Me creen solitario y soy intimista. Me gusta la compañía de mis pensamientos/ en mi mente bulle un mundo/ en el cual la ignorancia es superable/ y estupidez su metástasis/ por falta de tratamiento. Rechazo la demagogia que se enriquece/ con la palabra pobreza/ y a la pobreza atrapada / por la tibia comodidad de la ignorancia/ el miedo y la superstición. Estoy convencido/ de que el bíblico “creced y multiplicaos” significa/ que antes de procrear hay que formarse/ para criar con dignidad/ y que solo se es adulto/ sí pensamiento crítico.
Solamente si se culturiza el hombre se humaniza/ y humanizar no es arborizar. Me tomo la vida en serio/ porque es mi única propiedad. La lejana inmediatez de la muerte no me incomoda/ pero si me indigna el irrespeto de la vejez. Reivindico la universalidad de mi sangre mestiza/ sin exclusiones de imbéciles/ aunque entre Guaicaipuro y Garcilazo/ la elección es obvia/ para quien en nada influye el color de la piel/ sí talento/ y abomina de quienes por su color jerarquizan su existencia. Soy ciudadano del arte/ porque impide olvidar lo que significa humanidad/ y de quien lo ejerza con originalidad/ soy coterráneo.
Arte sin concepto es artesanía. Soy poeta/ sencillamente porque amo la belleza/ sin codiciarla. De mis amigos suelo ser amigo/ pues la amistad es un fino lubricante/ para el suave desplazamiento de la vida hacia la nada. De mis enemigos/ bienvenidos los incontables que me he buscado. Los gratuitos váyanse al carajo/ junto con hipócritas, intrigantes, abusadores, calumniadores y canallas/ deshonestos intelectuales, mercenarios, traidores, calumniadores y sicarios morales/ jalabolas, corruptos, inservibles, indiferentes y cobardes/ sinvergüenzas, innobles, farsantes, miserables, embusteros, chismosos/ y nulidades engreídas/ que son, por abundantes, urticaria.
En cuanto al carácter ando de suyo contento/ hasta la interrupción de la idiotez/ que confunde creencias con razonamientos. En ese punto me arrecho. Arrecho o contento. No sufro de divagaciones – no cambia de opinión el pensamiento – ni de desolaciones/ y menos de depresiones o frustraciones. Lo material no es problema que me perturbe/ si habito casa ajena/ duermo con la maleta preparada. Por alguna insolación en una de mis vidas/ la duda es mi axioma/ y considero confiar dudar con afecto.
Como no me gusta/ trato de no provocar el sufrimiento. Considero la queja mala educación/ y la mala racha evaluación personal. No creo en la suerte ni en accidentes/ ni en lo gratuito/ ni en la felicidad/ pero sí en la alegría/ la risa es la alterofilia del alma. Y desconfío de lo fácil/ no caigo en paquetes ni pirámides/ ni sigo gorilas/ la codicia es el único pecado – la única virtud es la generosidad. Soy sociable hasta cierto punto G/ el cual dilucidan las bellaquerías de la arrogancia/ y el cretinismo estridente.
Me es insignificante el lugar de procedencia/ salvo la prepotencia de quienes lo creen privativo. Extranjero para mí es quien viene a expoliar. Como terrícola de buena cepa/ no creo en supersticiones/ ni en vendedores de parcelas en el cielo/ y menos en manuales de felicidad perpetua. Cualquier dios me suena/ a desesperada oración de la incertidumbre/ pero me apena profundamente/ el fracaso recurrente/ de tanto iluso redentor. Sobre mí no concedo poder/ sino a mis decisiones/ soy fanático solamente de la libertad/ y considero un vejamen la igualdad por decreto.
En toda ideología vislumbro enfermedad mental. Solamente lo justo me convoca. Y siempre he preferido llegar en mí/ aunque sea más largo o más solitario el camino. No creo ni en poderes creadores del pueblo/ ni en sabiduría de ancianidad per se. De las mujeres mucho no puedo decir/ si me tocó la que deseaba/ nueve veces repetida. Y sobre el dolor/ desgraciadamente/ conozco su verdadera dimensión. Y no hay nada que pueda dolerme más/ que ese intenso dolor/ que cambiaría por mi vida en este instante. He dicho.