Intolerancia activa
En el momento en que escribimos, todo los síntomas
parecen indicar que el régimen se derrumba. El paro se
ha agigantado adquiriendo un semblante demoledor.
La medicíón electoral contra el propio Chávez, lo
creímos antes como lo seguimos creyendo ahora, sería
el poderoso antídoto de negociación para defender los
valores democráticos, y lo que resulta más importante,
mantenernos en paz.
No obstante, un sólo hombre obstinado en permanecer a
todos costa en el poder, insiste en llevar al país a
un colapso donde perderemos todos. Chávez ha terminado
no sólo de dividir a la nación en dos bandos, sino que
ha convertido su bando en una «banda delictiva»,
representada por la camarilla de sus fanáticos
incondicionales civiles y militares. Lo cierto es que,
con probablidad está tramando algo, creyendo así que
con círculos «bolivarianos»y un golpe de cuartel va
ponerle fin a su agonía; sus condiciones de tarugo
estúpido y mendaz que se ha empeñado en exhibir y
mostrarnos ampliamente, nos indican que fracasará, lo
que no conjura que la represión a la que quiere
confiar su suerte, cause todavía mucho daño. Nosotros
guardamos la firme esperanza que no pueda consumar sus
siniestros propósitos.
Lo que tampoco se puede ocultar y es herencia directa
de su liderazgo, es el clima de intolencia que se
respira con insoportable hedor por todos los lados y
los bandos.
Jack Lively sostenía que»históricamente, los
movimientos democráticos has sido impulsados por dos
creencias básicas:en la virtud, racionalidad, sentido
común y capacidad de juicio de la gente corriente, y
en su potencial y tendencia a resentir y resistir la
opresión a su libertad». Estos dos elementos señalados
por Lively han estado presentes en el movimiento
cívico venezolano contra el depótismo chavista. De
hecho, la virtud de las protestas residen allí , son
su aliento y su fuerza.
Lo que es verdaderamente lamentable, es que venga
reptando con mucha fuerza una intolerancia activa que
se ha venido colando y posicionando en la medida en
que arrecia la violencia del gobierno. El que ese
extremo perverso y vengativo gane terreno como lo
viene haciendo, no sólo llenaría de un vacío ético el
humanismo civico que ha sido el más grandioso emblema
de las luchas opositoras, derrotando la genuina fuerza
y razón de su lucha, sino que sus consecuencias serían
devastadoras, porque aunque los fines sean
dististintos, al ser iguales los métodos, los
adversarios se dan reciprocamente plena legitimidad
para aniquilarse.
Justamente eso es lo que no debe pasar, es lo que hará
la diferencia y lo que evitará que se desate la
agresión. La resistencia pacífica es ahora que
comienza a ponernos la más dificiles y auténticas
pruebas de lo que hemos aprendido.
Nuestro poder descansa en esta hora en la capacidad de
no responder a ninguna maniobra provocadora. Chávez
tendrá que irse,depende más de nosotros que de él que
sea en paz.
¿Seremos tan astutos de vencerlo en nuestra ley?