Influir E Influenciar

Una amable y consecuente lectora me sugiere que escriba sobre el verbo “influenciar” y su participio “influenciado”, que, según le parece, están mal empleados en lugar de “influir” y de “influido”. Sobre esto ha habido una larga controversia, hoy olvidada. Aunque la duda está resuelta en el DRAE, aprovecho la consulta para hacer algunas reflexiones al respecto.

El DRAE define el verbo “influenciar” de la siguiente manera: “influenciar. tr. influir. conjug. c. anunciar”. Es decir, lo da como sinónimo de “influir”, y de este dice: “1. intr. Dicho de una cosa: Producir sobre otra ciertos efectos; como el hierro sobre la aguja imantada, la luz sobre la vegetación, etc. U. t. c. tr. 2. intr. Dicho de una persona o de una cosa: Ejercer predominio, o fuerza moral. U. t. c. tr. 3. intr. Contribuir con más o menos eficacia al éxito de un negocio. U. t. c. tr. (…), conjug. actual c. construir”. Figura en el DRAE desde su primera edición (Diccionario de Autoridades), en 1734.

Cuando empezó a usarse “influenciar” se armó un revuelo contra el nuevo vocablo, parecido a lo que actualmente ocurre con “aperturar” como sinónimo de “abrir”. Sin embargo, “influenciar” figura en el DRAE ya desde su edición de 1927 como americanismo, definido como “Barbarismo por influir”. Es decir, que la Real
Academia, aunque marcaba dicho verbo como barbarismo, lo admitía en el DRAE, y así consagraba su uso como válido.

Pero poco después “influenciar” desaparece del DRAE, seguramente por influencia de los ataques de quienes lo consideraban espurio, hasta que reaparece en la edición del diccionario de 1984 y se mantiene hasta hoy, pacíficamente, ahora sin las marcas de “americanismo” y de “barbarismo”.

Aunque el DRAE da “influenciar” como sinónimo de “influir”, el Diccionario CLAVE advierte que generalmente sólo se aplica a personas, y no a cosas.

El caso de “influenciar” es idéntico al de “aperturar”. Así como este se forma por derivación natural y lógica de “apertura”, derivado de “abrir”, de la misma manera “influenciar” nace como derivado de “influencia”, que deriva de “influir”. El que no nos gusten esos vocablos es irrelevante, y nos queda el recurso de no emplearlos. Pero hasta ahí…