Opinión Nacional

¿Indispensables? Sólo el conocimiento, las destrezas o las habilidades

La historia de la humanidad—apenas un breve instante si su duración es comparada con la historia del Universo de unos 13 mil 700 millones de años de extensión—está plagada de dioses, mesías, iluminados, profetas, déspotas, megalómanos y de arrogantes que se creyeron todos “indispensables” pero de ellos apenas quedan hoy leyendas, recuerdos y una que otra brizna de algo irreconocible—y lo mismo ocurrirá con sus escasos emuladores de hoy y los que lamentable; pero inevitablemente, existirán en el futuro.

Si algo es indispensable, eso es el conocimiento científico, las destrezas mentales y manuales y las habilidades o capacidades; también mentales o físicas, porque son ellas, las que complementan las dotaciones para su supervivencia con las que la naturaleza ha dotado a todo ser humano nacido sano—lamentablemente, unos confunden esos términos como sinónimos de diploma o titular de un cargo gubernamental o privado; otros, hasta llegan a falsificar los certificados y otros instrumentos que le confieren legalidad y legitimidad a esos diplomas o cargos; pero, lejos de convertir a esas personas en mejores seres humanos, los convierte en azotes de sus congéneres, al difuminar la ignorancia y la trapacería, en vez del conocimiento verdadero (o científico; que es lo mismo).

Usted puede fácilmente comprobar estas verdades respondiendo a estas preguntas: ¿A cuáles escuelas, liceos o universidades asistió Sócrates? ¿Cuáles diplomas, títulos o cargos le fueron conferidos legal y legítimamente? o… ¿Cómo llegó a ser tan sabio?.

Y si no halla las respuestas; aquí se las digo: sólo necesitó de su esfuerzo personal y dedicación en la búsqueda de la verdad—y es por ello que nuestros antepasados denominaron a esas actividades de Sócrates; filosofía, y hasta hoy, en consecuencia, lo consideramos como uno de los grandes filósofos.

No todos podemos llegar a ser tan sabios como Sócrates, pero todos sí podemos llegar a ser útiles; y en consecuencia, beneficiosos, para nosotros mismos, para nuestra familia y para la sociedad o humanidad en su conjunto—lo que no es para nada fácil, ni gratis, y nadie es capaz de obsequiarnos—estamos obligados a trabajar muy duro para lograrlo; y esto, no es nada extraordinario y mucho menos excepcional, porque exactamente lo mismo está obligado a hacer desde el más minúsculo de los virus o de las bacterias; hasta la más formidable de las bestias; desde la más inerme de las hierbas hasta el más fornido de los árboles, e igualmente, cualquier otro individuo de las miríadas de otras formas que asume constantemente lo que nosotros llamamos vida o ser viviente, entre los cuales los seres humanos; lejos de ser la más exquisita de sus expresiones, no somos más que una variedad entre muchas otras—y para nadaindispensables.

El aprendizaje y dominio de esos conocimientos, destrezas y habilidades, comienza desde que nacemos—y nunca termina, porque a medida que transcurre nuestra existencia, la muy dinámica y para nada estática ni absoluta realidad, crea nuevas formas de conocimientos, destrezas y habilidades que debemos obligatoriamente aprender o ser inevitablemente relegados a la categoría de obsoleto.

Por ejemplo: ¿Ya sabe usted lo que es twitter? ¿Es usted capaz de explicar lo que es y como funciona un bluetooth y un blue ray? ¿Ya sabe lo que es la televisión digital o de alta definición?—y; en inglés, sin traducirlo a ningún otro idioma para que no empastele ni su mente, ni su futuro.

Si usted no lo sabe—y se mantiene ignorándolo—en breve tiempo se convertirá en obsoleto—a pesar de que las paredes de su casa, oficina o empresa, estén empapeladas con los diplomas y documentos que certifican los títulos y cargos que usted haya legal y legítimamente obtenido u ocupado.

Toda esta realidad es inescapable para todo ser humano; sin que importe el hecho de que esté dedicado a las ciencias, a las humanidades o a las artes.

Pero lejos de sentirse apesadumbrado, preocupado o hasta asustado por las palabras arriba escritas, comience a descubrir ya; si es que aún no lo ha intentado, lo fascinante y regocijante que es dominar conocimientos, destrezas y habilidades—y sobre todo, si tiene o planea tener hijos, comience a prepararlos para esa muy satisfactoria necesidad humana: saber—saber de verdad.

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