Imposturas y fascismos
La propensión de este gobierno al conflicto y la diatriba ha sido una constante desde 1998. No hay institución, gremio, organización y sector que no haya sido foco de ataque, discriminación y atropello por parte del oficialismo. Esta actitud realmente no nos sorprende, lo que ni no nos parece es que el gobierno no se edifique en factor de unión y cohesión social a estas alturas. Es intolerable por esencia y principios democráticos aceptar seguir viviendo en un clima de hostilidad. Nadie desconoce las posibles fallas que puedan existir en el seno de algunas instituciones, organizaciones, gremios y demás, pero no nos parece idóneo querer enderezar los entuertos a punta de choque, chantaje, irrespeto y la política de ahogamiento.
Un rasgo categórico del fascismo es precisamente el odio y desprecio por el conocimiento, por la cultura, la preparación, el conocimiento experto y la educación en sus diversos niveles, especialmente el nivel superior. De tal manera que Chávez ha desplegado una lucha feroz contra las universidades y para ello se ha valido de unos ministros que de académicos poco tienen, su predica es farfullera, populista, demagógica y ante todo sus declaraciones y manera de ser son imposturas intelectuales. La peor cuña es la del mismo palo. Que paradójico que sea el ministro Moncada el bateador designado por Chávez para torpedear a las Universidades. Repito nadie desconoce que nuestras universidades en ciertas carreras pueden ampliar la matricula y contribuir más con la sociedad venezolana, pero el grave problema que tenemos presente esta radicado en que nos estamos metiendo en un tema y debate en torno a la matricula y educación superior, tema que no puede ser jamás abordado como un problema estrictamente de cantidad sino de calidad.
Las universidades y los universitarios hemos sido maltratados, y más aún envilecidos con unos salarios de hambre, miserables e irrespetuosos no con los profesores y el magisterio, sino contra la propia condición humana. Y para rematar se nos etiqueta de “privilegiados” de “élite” y para usted de contar. Los profesores universitarios en un alto porcentaje nos ha correspondido formarnos titulándonos como magíster y doctores, a lo cual se le suma una actividad itinerante y permanente de investigación, con proyectos y publicaciones nacionales e internacionales, un % apreciable somos acreditados por el Programa de Promoción al Investigador (PPI – FONACIT) y el Programa de Estimulo al Investigador (PEI- CDCHT ULA), asistencia a congresos, dirección de tesis, y una labor de extensión, todo lo cual en un momento dado es atacado con argumentos irrelevantes, desconociendo los inmensos aportes que la Universidad le ha hecho al país en estos últimos 50 años.
Los aportes y los avances abundan, desde vacunas, orimulsión, bitumen, y la Universidad como casa de estudios si bien es cierto puede en algún momento haber albergado algunas fallas, no es menos cierto que le ha cumplido al país, a la sociedad venezolana. No hay justificación para maltratar como se viene dando al gremio y a los profesores universitarios, que somos tan venezolanos y tan preparados o más que los generales, ministros, jueces del TSJ o diputados de la Asamblea Nacional.
El debate sobre la calidad de nuestra educación superior es una tarea pendiente, e igualmente lo referido a la idoneidad de nuestras casas de estudios, la matriculas, nuevas carreras, los salarios y otros. La democracia, la educación, la salud y demás categorías y procesos se construyen y destruyen cada día, son perfectibles y al mismo tiempo pueden experimentar un retroceso como hoy observamos, que tiene variados aspectos de orden filosófico, ideológico, político, ético y humano. Si alguna institución tiene peso específico, rol protagónico y valor en la sociedad actual, es precisamente la Universidad como casa de estudios, del saber, como laboratorio, como centro de ciencia y tecnología y ante todo como formadora de ciudadanos y no de meros individuos.