Opinión Nacional

Implacable sensatez

El afán criminal de quién sólo vive para poseer dinero, mujeres o poder puro; deviene en un “amenazado” culto a sí mismo con una creciente masa de enemigos ansiosos por arrebatarle el oscuro objeto de su deseo. Familias, empresas y patrias se resquebrajan y caen cuando son comandadas por hombres que están dispuestos a coger con los dientes una moneda en el estiércol.

El comportamiento pro-fractura del presidente Hugo Chávez va contra toda lógica política, pues es sentido común que cualquier fractura social, económica o política engendra, tarde o temprano, violencia. Más allá de la cotidiana trituradora de las habladurías, es necesario detenerse y reflexionar sobre el por qué de esta “quiebra social” que padece Venezuela y enfocar nuestro esfuerzo individual y comunitario en corregirla “con la misma implacable sensatez con que se corrige una empresa en pérdidas”, sugiere (%=Link(«http://www.cibernous.com/perifericos/entrevistas/marina.html»,»José Antonio Marina»)%).

Ante la incesante y anónima batalla mediática entre chavistas y opositores certificados, el ciudadano común debe conectarse con sus pares para definir y restaurar las “consecuencias deseables” del sistema democrático que, según el politólogo Robert Dahl, son: libertad general, autodeterminación, autonomía moral, desarrollo humano, igualdad política, búsqueda de la paz y prosperidad.

La Administración Chávez oscila entre un discurso pro igualdad social, que se estrella contra sus profundas desigualdades internas, y un constante estado de emergencia que implementa pelotones bajo la forma de “misiones culturales”, pues en caso de un enfrentamiento final, rigen las palabras de Sábato: “la guerra podía ser absurda o equivocada, pero el pelotón al que uno pertenecía era algo absoluto”.

El chavismo representa, verbalmente, el idilio bélico de pobres contra ricos, del Tercer Mundo contra el imperio estadounidense y del pasado contra el futuro. Bajo la forma de una quijotesca gesta emancipadora, la revolución pactó con su público y con sus actores aliados el congelamiento del presente, que mantiene al país en rojo: 18% de desempleo, 35% de inflación y un 70% de hogares venezolanos en situación de pobreza, según cifras publicadas por la revista (%=Link(«http://www.gumilla.org.ve»,»SIC»)%) en abril de 2004.

La supuesta desesperación que emana de Miraflores ante los reparos, no es fiesta para buitres oportunistas, sino para ciudadanos demócratas que deben vigilar, anticipar y operar colectivamente con implacable sensatez para atravesar el río, pues de otra manera todos seremos ídolos de barro que, al cruzar las aguas, no podremos salvarnos ni a nosotros mismos.

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