Opinión Nacional

Iglesia y Chavismo

El bochornoso espectáculo que todos los venezolanos fuimos obligados a ver por televisión, cuando el chavismo encadenó las radioemisoras y televisoras privadas del país, para transmitir desde la capilla de La Cañada, una supuesta misa en honor a los caídos el 23 de enero de 1958, debe habernos lanzado a todos los venezolanos, una grave señal de alarma.

Porque los responsables de ese vergonzante episodio, no son sólo los Cardenales, Monseñores, Obispos y Sacerdotes, sino todos los venezolanos creyentes, que junto a ellos conforman la Iglesia Católica. Esto es válido también para los Pastores evangélicos y los venezolanos creyentes que profesan esa fe. Porque difícilmente existe una mezcla más perniciosa para la humanidad que la de política y religión, como nos lo evidencian brutalmente los muy recientes actos de terrorismo del 11 de septiembre, la interminable carnicería del Medio Oriente ó la absurda -y también perenne- guerra civil fratricida de Irlanda del Norte; así como los atentados contra médicos y clínicas abortistas en los Estados Unidos de América.

¿No debería la Iglesia Católica excomulgar a Chávez?

Si alguien usa vergonzosa y maquiavélicamente algunos preceptos religiosos católicos -sólo cuando sirven para sus muy particulares intereses políticos-, ése es Hugo Chávez Frías. ¿O es que eso no es evidente? ¿Cree realmente Chávez en Dios? ¿Sigue realmente Chávez los 10 Mandamientos de la religión católica? ¿Puede Chávez realmente diferenciar los conceptos religiosos contenidos en el Viejo y el Nuevo Testamento de la Santa Biblia? ¿O es todo su «comportamiento religioso» una simple patraña para alcanzar sus fines políticos, como hace Osama Bin Laden con el Islam y el Corán?

¿Sabe la Iglesia Católica que Chávez es divorciado y casado en segundas nupcias… es decir… que vive en pecado?. ¿Sabe la Iglesia que Chávez, además, es marxista? Un marxista como los que describió Carlos Rangel en su libro Marx y los Socialismos Reales (MonteAvila Editores, Caracas, 1980): «Se puede ser genuinamente marxista sin haber leído siquiera el más elemental texto de Marx» [y de seguidas, pasa a demostrarlo…].

Carlos Marx escribió en el primer capítulo de El Capital, lo siguiente:

«El mundo religioso no es más que el reflejo del mundo real. Y para una sociedad basada en la producción de bienes, en la que los productores en general entran en relaciones sociales unos con otros tratando a lo que producen como bienes y valores, donde, de paso, reducen su individual trabajo privado al estándar de la homogénea mano de obra humana-para tal sociedad; el Cristianismo con su culto del hombre abstracto, más especialmente en sus desarrollos burgueses, el Protestantismo, Deísmo y compañía, es la forma más apropiada de religión.»

Es decir, para Carlos Marx, Dios era una invención acomodaticia del hombre. Dios no existía.

Tanto Hugo Chávez Frías, como los sacerdotes católicos y pastores evangélicos que participaron en la bochornosa obra de teatro llamada «misa en honor de los caídos el 23 de enero de 1958», padecen de una dolencia muy peligrosa en manos de gobernantes y líderes religiosos: IGNORANCIA. Sobre la que Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Alvaro Vargas Llosa, en su libro: Fabricantes de Miseria (Editorial Plaza & Janés, Barcelona, España, 1998. pág. 101), escribieron:

«Entre todos los fabricantes de miseria, probablemente de los más perniciosos -y los mejor intencionados-, sean ALGUNOS miembros de la estructura religiosa católica. Y la razón de esta dañina potencialidad radica en la capacidad que tienen como maestros de jóvenes y como orientadores de la opinión pública; todo ello, además, legitimado por los propósitos que los animan: suelen ser hombres y mujeres bondadosos que buscan el bien común. Están llenos de buenos deseos. Gozan de un admirable espíritu de servicio. Aman a los seres humanos y quieren su bienestar. Pero, simultáneamente, sostienen ideas equivocadas y las enarbolan con la pasión de quienes se creen poseedores de la verdad final. Son capaces de identificar correctamente los problemas, pero proponen modos contraproducentes de afrontarlos. No es una cuestión de maldad, sino de ignorancia.» [mayúsculas mías].

Y esta ignorancia es sumamente peligrosa. Sólo basta recordar la experiencia que vivieron los religiosos, en la Nicaragua socialista de Daniel Ortega, de la que a continuación, muestro un aspecto, tomado del trabajo: Nicaragua. La Revolución Robada del periodista Max Singer, académico visitante de la Fundación Russell Sage; y publicado por el Servicio Cultural e Informativo de los Estados Unidos. págs. 9 y 10:

«El 95 por ciento de los nicaragüenses son católicos y sus sentimientos hacia la Iglesia son más parecidos a los del pueblo polaco que a los del italiano. En su mayoría, el resto de la población profesa varias denominaciones protestantes; son sobre todo Moravios, Testigos de Jehová y Mormones. La jerarquía católica, encabezada por el Arzobispo de Managua, Obando y Bravo, y el grueso del clero, fueron parte importante de la oposición a Somoza. También la mayoría de las iglesias protestantes apoyaron la revolución.

Los sandinistas consideran que la iglesia es una amenaza y han tomado medidas para controlarla y limitar su influencia, aunque han encontrado algunas dificultades para aclarar que ellos no se oponen a que los nicaragüenses practiquen su religión. En julio de 1982, el gobierno impidió la tradicional transmisión dominical, por televisión, de los oficicios eclesiásticos impartidos por el Arzobispo. En dos ocasiones el Arzobispo fue materialmente atacado por cuadrillas de rufianes, y su automóvil sufrió graves daños a manos de éstos.

En agosto, un grupo de hombres capturó al Padre Carballo, vocero de la jerarquía eclesiástica, y lo golpeó, lo desnudó y lo hizo desfilar frente a una muchedumbre en son de burla. A continuación, lo arrestaron, negándose a informar los hechos al Arzobispo, lo encerraron en una celda y lo interrogaron, todavía desnudo, durante seis horas.

Ese mismo mes, una turba golpeó con saña al obispo auxiliar, Monseñor Vivas. Varios «grupos eclesiásticos» de oposición ocuparon la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en protesta por el traslado, por el Arzobispo, de un sacerdote que abrazó la «teología de la liberación».

Un pequeño grupo de sacerdotes, varios de los cuales pertenecen al gobierno y que se autonombraron la «Iglesia del Pueblo», apoyan todavía a los sandinistas. Sin embargo, la jerarquía eclesiástica, dirigida por el Arzobispo Obando y Bravo, y aparentemente la mayoría de los sacerdotes, han acabado por desilusionarse del FSLN. No obstante, igual que en Polonia, está limitada la libertad de la Iglesia para criticar al gobierno.

Algunos argumentan que la «división», dentro de la Iglesia, existe entre los conservadores eclesiásticos que sólo se preocupan de la religión y el más allá, y aquellos clérigos que creen que la Iglesia debe preocuparse también de la vida de sus feligreses. Además, algunos funcionarios han tratado de afirmar que la disputa tiene lugar entre los que creen que la Iglesia debe identificarse con los pobres y oprimidos, y los que optan por los ricos y poderosos. Tomás Borge ha tratado de propagar esta opinión, declarando que: «Tenemos una Iglesia de los ricos y la Iglesia de los pobres».

Pero esta definición es errónea y provoca divisiones. El Arzobispo Obando y Bravo y sus obispos, apoyaron la revuelta contra el régimen de Somoza y han permanecido fuertemente comprometidos con la acción social en beneficio de los pobres y oprimidos de Nicaragua. No obstante, ellos consideran que los sandinistas no están sirviendo verdaderamente a los pobres.

El Papa Juan Pablo II envió una carta de ocho páginas a los obispos de Nicaragua para expresarles su apoyo y solidaridad. El los instó a seguir trabajando por la unidad de la Iglesia en Nicaragua, señalando que resultaba «absurdo y peligroso» afirmar que una «Iglesia del Pueblo» debería organizarse al lado de la Iglesia existente. Además, describió esa «Iglesia Popular» como una «grave desviación» de la voluntad y los designios de Jesucristo.

También la mayoría de las iglesias protestantes han llegado a desilusionarse de los sandinistas, pese a que inicialmente apoyaron la revolución. En marzo de 1980, el gobierno arrestó a 20 misioneros de los Testigos de Jehová, procedentes de los Estados Unidos, el Canadá, Gran Bretaña y Alemania. Fueron deportados 19 de ellos; las fuerzas de seguridad mataron a uno «cuando intentaba escapar», según el Ministerio de Gobernación.

El 9 de agosto de 1980, las Organizaciones de la Comunidad de Defensa Sandinista (CDS) ocuparon temporalmente más de 20 templos pequeños pertenecientes a varios grupos protestantes. El vocero de las CDS afirmó que la medida iba dirigida contra los Testigos de Jehová, los Mormones y los Adventistas del Séptimo Día, alegando que esas iglesias eran contrarrevolucionarias y se mantenían en comunicación con la CIA.»

Son tantas las locuras del chavismo, que ya poca gente se acuerda que entre noviembre del 2000 y abril de 2001, el gobierno hizo una convocatoria a todas las denominaciones religiosas a conformar un «Parlamento Interreligioso Venezolano» que coordinaba Martha Benavides, funcionaria de la Comisión Nacional de Derechos Humanos dependiente del Ministerio de la Secretaría. ¿Se parecía esto a la «Iglesia del Pueblo» de los sandinistas?

Por otra parte, es bueno recordar también que la Disip de Eliécer Otaiza se dedicaba a grabar los sermones que los sacerdotes pronunciaban en las iglesias, y que hace muy poco explotaron varios niples en iglesias católicas de Caracas.

Adicionalmente, ¿Notan ustedes alguna similtud entre las ordas de Freddy Bernal y las turbas nicaragüenses que agredieron a los sacerdotes católicos y pastores evangélicos, que aquí algunos llaman equivocadamente «comportamientos facistas» cuando es un normal comportamiento stalinista? ¿Y qué me dicen de la similtud entre los CDS nicaragüenses y los círculos bolivarianos chavistas?

Los venezolanos no debemos desestimar la grave señal de alerta que mencioné al principio

Porque en la «misa» de La Cañada, observamos una postura política claramente socialista; muy distinta a la muestra de preocupación enunciada por el Nuncio Apostólico del Papa Juan Pablo II, en el acto protocolar de salutación al Presidente de la República, del 25 de enero, por parte del cuerpo diplomático; y sobre la que -nada de que asombrarse- Teodoro Petkoff comete su segunda grave equivocación en pocos meses, cuando a través de «Simón Bocanegra», en la edición del vespertino Tal Cual, del viernes 25 de enero, la califica de «intromisión en los asuntos internos de Venezuela».

En octubre del año pasado, Teodoro Petkoff dijo que el bombardeo aliado sobre Afganistán era una «guerra entre dos fundamentalismos» invitándonos a buscarle respuesta a su pregunta: ¿Es éste el regreso del ugly american?; es decir, del «imperialismo yanqui». Dejando de ver que la acción se apoyaba en una resolución de la ONU y en la más amplia coalición mundial anti-terrorista que la historia tenga conocimiento… CONVOCADA POR INICIATIVA DE USA, y olvidando totalmente, que los británicos también participaban directamente en el bombardeo.

La preocupación de TODOS LOS PAISES con representación diplomática permanente en Venezuela, que fue expresada a través de las palabras del Nuncio Apostólico, no es una intromisión como afirman Chávez y Petkoff. ES UNA OPINION, nada diferente a las que han sido expresadas en el muy reciente pasado, por Mario Vargas Llosa, los periódicos The New York Times, The Washington Post, Le Monde, El Tiempo, El Expectador, El Mercurio, y numerosas otras publicaciones y personalidades de otros países, que comunicaron al mundo similar preocupación sobre nuestro país; porque lo que sucede en Venezuela, ya lo han visto ocurrir en otras latitudes y saben hacia donde conduce finalmente.

Esa opinión, no merecía el trato desconsiderado, descortés, vulgar -y totalmente divorciado de la realidad- con el que Hugo Chávez Frías, ya tiene hartos a propios y extraños, como lo demostraron los dos centenares de miles de venezolanos que marcharon el 23 de enero.

El, y quienes lo acompañan en el gobierno, y desde otros despachos del poder público, SON UNOS ORATES -de ello no debe quedarnos la menor duda-, porque están empeñados ciegamente en re-editar «pacíficamente» las revoluciones cubana y sandinista en Venezuela. En una Venezuela que no necesita NINGUNA revolución, mucho menos una socialista. Lo que necesita Venezuela es progresar, no hundirse en la miseria y el atraso que es al único lugar al conduce el marxismo.

Chávez debería ser excomulgado.

¿Hasta cuándo se le va a permitir seguir profanando la fé católica, intentando dividir a la Iglesia, y poniéndose falsamente como ejemplo de «devoto feligrés» ante el resto de los venezolanos… impunemente?

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