Opinión Nacional

Humilde recomendación

“Señor Casaubon, cuando los originales
han desaparecido, la última copia
es el original”
Coronel Ardenti
(Umberto Eco, “El péndulo de
Foucault”, Lumen, 1989, p. 120)

Prosigue la campaña de inscripción de los aspirantes (y sólo aspirantes que deberán esperar el veredicto final), a militar en el partido “único”, ofreciendo una privilegiada prestación de los servicios del Estado, como la vacunación o la cedulación de nacionales y extranjeros. Por ello, nada impide razonar que la adscripción definitiva se afincará en el cruce de la data personal del electorado, comenzando por los funcionarios públicos de carrera, para solventar las cifras que, más tarde, amasará la maquinaria propagandística y publicitaria del régimen: los más acuciosos dirán que no existe una Ley Orgánica para la Administración y Uso de la Data Resultante del Empleo de las Captahuellas ni una Reglamentación para el Cruce de la Data Personalísima de la Población, siendo insuficientes las disposiciones legales y hasta constitucionales vigentes.

Tarda demasiado el Presidente Chávez en sincerar y reconocer la naturaleza y el propósito reales de su proyecto político, pero la gesta fundacional del partido, procedimental y argumentalmente, lo delata. Por una parte, asistimos a un barrido literal de los potenciales o futuros competidores por el liderazgo y, así como un buen día despidió a Hermann Escarrá o a Ricardo Combillas, sin agradecer la asesoría constitucional dispensada, muy bien lo hace con aquellos que ofrecieron verídica o ficticiamente su pellejo para defenderlo.

La decantación preliminar alcanza a aquellos que creyeron compartir el fruto de todos los esfuerzos o colarse con una propuesta más responsablemente definida, en los sótanos del régimen. Y no olvidemos a quienes se prestan a la recluta forzosa después de tocar las puertas del Ministerio Público, pudiendo cruzar el umbral en cualquier momento por esta o aquella gestión pública.

La otra delación es la de los argumentos, pues, el mandatario advierte que está estudiando aceleradamente, recomendando y obsequiando a los obispos que lo cuestionan con los clásicos del marxismo. Y, mientras no culmine el segundo tomo de “El Capital”, serán sus colaboradores quienes expliquen el proceso desde las categorías más específicas y temidas por el Presidente Chávez que, por lo pronto, celebra la ambientación que pueda darle Alí Primera, Víctor Jara o Violeta Parra a los activistas que recorren las calles con megáfono en mano para invitar a la población a inscribirse, faltando –rara mística- una mayor y actualizada producción nacional.

Al Presidente Chávez le falta coraje para emular contundente e inequívocamente la primera o segunda declaración de La Habana, por lo que –insigne seguidor de los estudios de opinión- esperará a una mejor oportunidad, a la vez que le contenta que uno de sus viceministros de la Cultura, disponga de todo el dial para explicarle a los muchachos de Vive TV, las vicisitudes del partido “único” con el Manifiesto Comunista en mano. Al menos, Iván Padilla parece el más sobrio y culto de su gabinete, en la indiscutida y pacífica circulación de un mensaje que dibuja a la oposición como un monstrete reaccionario y cómplice de la conspiración mundial de Estados Unidos.

Poco importa la experiencia del socialismo real, cuando asistimos a su desaparición con supervivencias extremadamente penosas como la de Cuba. De insistir mucho con el tema, creerán excusarse con aquello del carácter venezolano y, por lo demás, garantizadamente inédito del socialismo del siglo XXI, cuya novedad incontestable es que ha sabido cabalgar sobre una básica cultura política democrática.

No lo discutirán jamás, como nunca antes Hugo Chávez se ha preocupado por definir ese socialismo y, lamentablemente, en la oposición, es necesario reconocerlo, son pocas las personas que tiene un cierto nivel teórico y político para afrontar algo más que una faceta de la supuesta normalidad democrática. Proseguirá Chávez inscribiendo a los más incautos en su partido, probando con una que otra literatura más amable que los tres volúmenes esenciales de Marx y, en definitiva, evadiendo el debate.

Ojalá nos comentara algún día en torno a las impresiones que le produjo Isaac Deutscher y sus “semblanzas” sobre Trotsky y Stalin. Y, si fuere el caso, nuestra humilde recomendación es que debe leerlo, en atención a la advertencia del coronel Ardenti.

EL PCV O LA ESCASA INSTITUCIONALIDAD PARTIDISTA EN VENEZUELA

De significativo título, el Partido Comunista de Venezuela ha emitido una declaración oficial sobre las circunstancias que lo aquejan, “El PCV: ¡Un destacamento de la revolución!” (Ultimas Noticias/Caracas, 11/05/07). Hallamos una aspiración a la responsabilidad política que debemos reconocer, incluso, quienes no somos partidarios del marxismo-leninismo.

Evidentemente, está afectado por la decisión de varios e importantes dirigentes, abandonándolo a favor del partido único presidencial. Destacan –por una parte- algunos elementos olvidados en la literatura partidista de los últimos años, al invocar el carácter de miembro o miembra (sic), definiendo la militancia orgánica imposible de compartirla con otra organización partidista, abundando en un cuidadoso tratamiento de las personas que decidieron la “auto-exclusión”.

Además de las expresiones amigables, deja constancia del respeto hacia los auto-excluidos por haber resistido “juntos la ofensiva reaccionaria” de todos estos años, según la particular caracterización de los comunistas. No obstante, refiere “a todas las manipulaciones mediáticas realizadas por estos ex militantes” y el mantenimiento de una matriz de opinión contraria al PCV, lo que constituye un importante reconocimiento de una estrategia y recursos que no pertenecen exclusivamente a la oposición.

Importa subrayar –por otra parte- que la invocación de una mínima institucionalidad partidista, escasa en la Venezuela actual, deriva de un esencial rasgo ideológico, obligándolo a la explicación de sus actos. La discutible consideración del “cuadro actual de la lucha de clases” o la “desestabilización externa o interna”, estereotipando a sus adversarios como portadores de “un renovado y cada vez más aberrante anticomunismo”, constituyen datos secundarios al momento de contrastar paradójicamente al propio PCV con partidos que claman y proclaman una democracia que no defienden internamente, invalidándose en los predios de la ética y –valga recordar- de una eficaz política: decididamente ¡política!.

Al comentarlo con una persona amiga, concluíamos que pocos opositores hicieron seguimiento al XIII Congreso del PCV y, muchísimo menos, podía preguntársele sobre aquella demencial decisión de optar por la violencia y de regresar a la paz democrática recogidas por el III y IV congresos. Peor, no responden por lo que dicen y hacen, pues carecen de la necesaria convicción política e ideológica en nombre –sin saberlo- de la postmodernidad.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba