Hubo fraude? No. Hubo fraude? Sí
Nadie parece interesado en clarificar esta enorme confusión, la cual nos está debilitando para acometer tareas realmente importantes. Si se entiende por fraude una masiva votación virtual generada elctronicamente por el régimen o una quema masiva de votos del candidato democrático, la respuesta es no. Ese fraude, en mi criterio, no existió.
Si se entiende por fraude un uso masivo de los dineros y activos públicos para favorecer la candidatura oficialista, el claro sesgo pro-régimen de un CNE manejado por cuatro directores inmorales, los obstáculos fabricados para el voto de venezolanos en el exterior, la coacción ejercida brutalmente en contra de los funcionarios públicos, la intromision evidente del régimen en el acto de votación de la gente ignorante (ver video en http://oglobo.globo.com/videos/v/ultima-votacao-na-venezuela/2182324/ ), la carencia de observadores internacionales imparciales, el endeudamiento de la nación para la compra de conciencias en un grado realmente obsceno, entonces es evidente que el fraude si existió. Existió, existe y existirá mientras prevalezcan estas condiciones de extremo desequilibrio entre las partes.
Esta es una situación trágica que nos está causando graves daños materiales y espirituales, no solamente a quienes hemos “perdido” sino también a quienes creen haber “ganado”. A nosotros, porque nos frustra y nos hace pelear internamente, carcome nuestros espíritus y nos mantiene en una crónica tensión entre la participación electoral y el abstencionismo, entre el deseo de ser buenos ciudadanos y las ganas de insurgir, hasta violentamente, contra el hamponato que se ha enseñoreado del poder. Esta situación obliga a muchos de nosotros ser “pragmáticos”, a ceder en nuestro principios y hasta en ser zalameros con el hamponato para ver si le quitamos votos, mientras lleva a otros a radicalizarse.
También daña a los seguidores del sátrapa porque la “victoria” perpetúa unamanera de hacer las cosas que está llevando a la nación al desastre, en nombre de una ideología absurda y para el beneficio de una oligarquía muy corrupta, la llamada boliburguesía. Los pobres quienes siguen ciegamente a estos hampones creen, erroneamente, que la dádiva es la solución permanente a sus problemas cuando, en realidad, representa la consolidación de sus problemas de dependencia en el estado y de su invalidez social.
He dicho muchas veces y seguiré diciendo que el mayor crimen de Hugo Chávez ha sido el de persuadir a grandes segmentos de nuestra población que las dádivas, las limosnas los hacen salir de la pobreza, cuando en realidad les acentúan la pobreza. No es cierto que la pobreza se solucione cayéndole a realazos. Tener más dinero en el bolsillo debido a la interesada prodigalidad del régimen no es una cura para la pobreza. La pobreza se cura cuando el pobre adquiere las herramientas para generar riqueza, una educación, una profesión y adopta una manera de vivir independientemente del Estado paternalista. La dependencia de millones de pobres en el Estado es hoy mayor que nunca. Lo que la hace posible es una repartición del inmenso ingreso petrolero el cual es, sin embargo, insuficiente, obligando al régimen a embarcarse en una política suicida de endeudamiento. A pesar de los 1.3 millones de millones que han ingresado a la Venezuela de Chávez en estos 14/15 años, la deuda nacional se ha sextuplicado, al pasar de unos $22000 millones en 1998 a unos $130.000 millones en 2012. Esta anti-hazaña le ha permitido al hamponato mantenerse en el poder, pero no es una situación que pueda durar indefinidamente sin que la nación se aproxime al colapso.
Entonces, que hacer? La respuesta no es fácil ni de corto plazo. Quien prometa una solución rápida miente. Pasa por la transformación actitudinal de la población. Pero, como puede llevarse a cabo tal transformación cuando el hampón está orientando al país en sentido completamente opuesto a lo necesario? Yo pienso que dbemos crear un formidable núcleo de opinión constituído por las fuerzas democráticas, por la sociedad civil incontaminada, por los jóvenes quienes han hecho tan buena labor, para abogar activamente por esa necesaria transformación actitudinal que cambie al dependiente pasivo en una persona auto-suficiente y emprendedora. Este núcleo de opinión no puede hacer concesión alguna al populismo que predica el otro bando. Debe aferrarse a los principios y valores sin los cuales ningun país puede progresar. Esa batalla hay que darla, in diluir la fuerza del mensaje con considerciones pragmáticas y cortoplacistas que solo sirven para demorar en el tiempo la transformación actitudinal que se requiere.
No sé si seremos capaces de hacerlo pero estoy convencido de que este si es el camino y que no hay atajos que valgan. A juzgar por los últimos resultados electorales ya estamos a mitad de camino. Solo nos falta recorrer la otra mitad, aunque ella sea la más difícil.