Histrionismo salvaje
Las últimas maromas del Presidente Chávez en su lucha
por sobrevivir a las resistencias que ha causado su
agresión e incapacidad por las que ha conducido sin
descanso al país, y que son características
congénitas de su régimen, no parecen llegar al colmo
pues, convencido debemos estar ya, que su
desequilibrio estructural no ha agotado sus propios
niveles para dar sorpresas. En efecto, no sé fatiga el
presidente en ejercer sus artes histriónicas
mentirosas, asegurando ahora — como extrayéndolo de un
instructivo para fabricar héroes— que el 12 de abril
lo querían asesinar los «golpistas»; pero sus verdugos
no contaban con la astucia, nobleza y lealtad de los
oficiales y la tropa que ejecutarían la siniestra
orden de eliminar al jefe de la «revolución bonita»
amotinándose, evitando así que nuestro glorioso
destino histórico se viera interrumpido por el crimen
del más inteligente, sacrificado y esclarecido de los
ciudadanos venezolanos de nuestro tiempo.
Al parecer, este numerito del «magnicidio frustrado»
que algunos de sus brillantes asesores recomendó para
el consumo de la comunidad internacional y de la
todavía fuerte, pero muy disminuida galería que todavía
lo sigue, no tuvo los efectos esperados. A nuestro
juicio esta chambonada infeliz, se gestó en los mismos
y «sofisticados» laboratorios de donde salió el
inolvidable abogado y lingüista Roque Davis y el
célebre J. Valbuena.
Pero las artes escénicas del atemorizado y tambaleante
teniente coronel no se detienen. De acuerdo a su
última aparición en «Aló Presidente», se avino a
inventarse una aparentemente nueva más cínica y fofa
para sostenerla que el magnicidio, por ser su falaz
intención de atribuir el descomunal fracaso de su
desquiciante, errática y corrupta gestión, a las
fuerzas malévolas concentradas en sus opositores. El
decir que hay un plan para desestabilizar la economía
cuyo fin es precipitar la caída del proceso
revolucionario —suponemos que quiere dar a entender que
ya era palpable los caminos de prosperidad que
transitaban al menos los suyos — es una muestra
definitiva, de que el histrionismo presidencial hace
aguas.Ya, aunque no repite textualmente lo de las
«cúpulas podridas del puntofijismo», no obstante el
fondo de su discurso sigue siendo el mismo pero, desde
luego, la credibilidad para tragárselo la ha devastado
la incontrovertible realidad. Sin embargo, sus
telegrafiadas intenciones están dirigidas a tratar de
mantener el fervor de sus todavía partidarios,
consciente de que sufrirán más aún la intensidad de
las estrecheces económicas y empatarla con la grave
crisis política en la que él se encuentra, con el
obsceno propósito de culpar a la oposición de todas
estas cosas juntas, incitándolos a defender su
gobierno ya sea al precio de la violencia y del caos.
La sobreextensión de su poder cabalgando en exclusiva
sobre su histrionismo salvaje, no le será suficiente
para estar por mucho tiempo más, aunque le haga
todavía algún daño al país. Pero debilitado por la
ruina en todos los frentes, se desmoronará casi por sí
solo. De imponerse torpeza y codicia en la
oposición —lo que no es nada inverosímil— entonces ,sí,
más de la cuenta las cosas se complicarán.