Hipocresía en totuma
Sin haber militado jamás en partido político alguno, mis convicciones de izquierda me llevaron a coincidir con ustedes en todo cuanto aparentemente compartíamos; el rechazo a la corrupción, al sectarismo, a la demagogia, al populismo, a la incapacidad para gobernar con eficiencia, a la solidaridad automática en beneficio de los “compañeros” incursos en faltas graves (con el argumento de proteger al partido). Desde 1959 hasta 1998 perseveramos en las denuncias de todos esos defectos en la conducta de quienes ejercieron el gobierno, en su mayoría militantes y simpatizantes de AD y COPEI. Estos dos partidos aglutinaban la mayoría, lo que -círculo vicioso- los catapultaba hacia las victorias electorales y nos mantenía, a los opositores duros (no los que debían permanecer un quinquenio fuera del gobierno, mientras su contraparte podía disfrutar de las mieles del poder, en aquel subibaja blanquiverde contra el cual iban nuestras manifestaciones, nuestras consignas, nuestras denuncias, nuestros escritos), en condición de patética minoría, éramos los propios escuálidos cada vez que salíamos a protestar contra las iniquidades de los gobiernos adecos y copeyanos.
Ahora sabemos que no era que apestábamos, sino que el poder es atractivo para los necesitados, y aun más para los oportunistas. Billete mata galán, partido en el poder mata socialistas ilusos, cargo o contrato con el gobierno tiene más peso que románticas ideas sobre la Justicia Social. De modo que durante aquellos cuarenta años continuamos dando lástima con nuestro, según el gran Cabrujas, 4 por ciento histórico, por señalar las bajísimas cifras que en cada proceso electoral obtenían las opciones de izquierda, en contraste con el avasallante respaldo que los votantes daban a los partidos del Status, AD y COPEI, tan hartos de derrotarnos que bajaron la guardia y se les metió la cuñita del chavismo, previamente golpista, previamente abstencionista. Aquel gigantesco y pragmático camaleón dejó de mostrar sus pigmentaciones blancas y verdes, para probar suerte con esta oferta del cambio rojo rojito, de la revolución bonita, la que iba a gobernar para beneficiar a todos, bajo la sobreentendida premisa compartida por todos: Erradicar los vicios y perfeccionar la Democracia.
El 6 de diciembre del 98 los más sorprendidos por el resultado desfavorable para los colosos que habían monopolizado el poder cuatro décadas, fuimos los que siempre conformamos la minoría detrás del sueño. La mayoría estaba acostumbrada a ganar, ya fuese votando blanco, ya fuese votando verde, ahora habían colocado su apuesta en el rojo, y llegaron en primer lugar, otra vez. Esos que han votado por Chávez, antes votaron por Carlos Andrés y por Caldera. Respaldaron a la “cuarta”, respaldaron a la “quinta”, y respaldarán a la “sexta”, aunque venga con un color desconocido. Es fatuo espejismo que votan a conciencia y por la izquierda, votan por el que les ofrezca más y contra el que les falló, el que les incumplió las más recientes promesas. La mayoría ha sido adeca, ha sido copeyana, ha sido chiripero, ha sido chavista. La mayoría dejó de ser adeca, copeyana, chiripero y chavista. Sigue siendo oportunista, se monta en cualquier autobús, se pone cualquier franela, y grita cualquier consigna. Mientras se resuelva.
Como cada ladrón juzga por su condición, el iluso que esto escribe llegó a pensar que, con el gobierno en manos de los que le hacían oposición a AD y COPEI, íbamos a ver gradualmente disminuir los flagelos contra los que luchábamos, ya que nosotros, creía yo que sinceramente, repudiábamos los hechos de corrupción, el tráfico de influencias, los nombramientos a dedo en función del amiguismo y las exigencias del partido, la barata politiquería, los abusos de autoridad, el irrespeto a la ley, las tribus enquistadas en los tribunales, los humillantes parches que a través de láminas de zinc, sacos de cemento e irrisorias cantidades de dinero mantienen la hipoteca de la pobreza sobre los humildes, que a cambio deben agradecer esas limosnas con su participación en eventos partidistas y aclamacionistas, en favor del gobernante que reparte (y se queda con la mejor parte). Particularmente creí -como un beato- que a vuelta de apenas dos años ya no tendríamos en las calles niños abandonados ni buhoneros. Con eso me conformaba para el primer segmento de un gobierno socialista genuino. Lo demás vendría después.
Luego de once años, más de dos períodos de la mal llamada cuarta república, y con el beneplácito o la complicidad de ustedes, compañeros en la oposición a AD y COPEI, Venezuela ha debido soportar el más sistemático plan de destrucción de sus Instituciones, de su Economía, con el agravante de haber sembrado el odio mediante la difusión permanente y abusiva de una doctrina racista, absolutamente goebeliana, que cultiva y estimula el resentimiento de muchos, inculcándoles la versión falaz que los presenta como víctimas perpetuas de un enfrentamiento de ricos contra pobres, blancos contra negros, la academia contra el folklore. En esta aberrada “ideología”, (que se ha nutrido de fuentes tan disímiles como el Oráculo del guerrero y las tesis fascistas de Ceresole, los obsoletos manuales de Marta Haerneker y las famosas tres raíces del árbol fantasioso frente al cual confabularon sus ambiciones personales ciertos personajes que no soportan una disección objetiva, vistos desde la actualidad), los militares son capaces de cualquier tarea y sólo les guía el ansia emancipadora, en tanto que los civiles son útiles para disfrazarse de rojo, rellenar marchas, sostener pancartas e hipotecarse con las misiones, nombre que ahora tienen los parches de AD y COPEI.
Me encantaría que ustedes me explicaran cómo podían repudiar a Pinochet, el que condujo una dictadura criminal durante 17 años en Chile, pero admiran a Fidel, el que conduce una dictadura criminal desde hace 50 años en Cuba. Cómo denuncian aun los asesinatos de Alberto Lovera y Jorge Rodríguez, pero callan ante los asesinatos de Juan Carlos Sánchez y Antonio López Acosta. Repudiaron las comisiones del 10 % que exigían a quienes contrataban con el gobierno, pero el 20 % del oficialismo rojo les parece algo decente. Consideraron justo que a Carlos Andrés Pérez lo destituyeran de la presidencia y lo juzgaran por haber desviado una partida de 250 millones de bolívares para destinarla a la seguridad de la presidenta de Nicaragua, Violeta Chamorro, pero aplauden que Chávez desvíe miles de millones de dólares -sin control- para ayudar a sus panas izquierdosos en la misma Nicaragua, y en Argentina, Ecuador, Bolivia, Honduras. Según ustedes PDVSA era la caja chica de los gobiernos de AD y COPEI, pero ahora que no sólo PDVSA sino el Banco Central funcionan obsecuentemente como cajas chicas del gobierno, eso, de inaceptable se transforma en digno de aplauso.
Cuando éramos compañeros de ruta, opositores, armamos un escándalo porque supuestamente estaban haciendo una estatua de CAP y la iban a colocar en alguna plaza del Táchira. Ahora la imagen de Chávez, en dos y en tres dimensiones, a full color, está en TODOS los bienes que son de la Nación venezolana, no de Chávez ni del PSUV, vehículos, fachadas de edificios, avisos y cuñas oficiales, y ese sistemático estalinista e inmerecido Culto a la “personalidad”¿?, costosísimo además, no los lleva a pronunciar -no digamos un reclamo, la más leve de las quejas, ¡ ni el pujido de una mosca estítica ! Evidentemente, en revolución la salsa que es buena para el pavo…..Lo que yo ignoraba era que arrastrarse y lamer botas es algo profundamente revolucionario.
Con cuanta indignación hacíamos referencia a la vergonzosa existencia de las tribus, que perjudicaban la administración de Justicia pero beneficiaban bufetes blancos o verdes. Ahora existe una sola tribu judicial, con su prepotente cacique dando órdenes en cadena nacional de radio y TV, y ustedes ¡ impertérritos, como en la cédula ! La que se habría armado si los integrantes de la Corte Suprema de Justicia hubieran coreado algún slogan adeco, pero que los del TSJ, a todo gañote, griten ¡ Uh, Ah, Chávez no se va ! a ustedes les parece intensamente ético y garantía de poder autónomo.
Un clásico en la rutina de denuncias de la pretendida izquierda era la frase “Acta mata Voto”, referida al trámite esencial que hurtaba parte de los poquísimos votos que lograban nuestros candidatos, en aquellas mesas donde ni siquiera teníamos testigos para cuidar ese capital electoral enano. Pero desde que ustedes dejaron de ser oposición y se establecieron como gobierno, les aqueja una rara y creciente miopía que les impide ver los cientos de miles de doble y triple cedulados que, por supuesto, dan su valiosa colaboración al pote rojo rojito en cada proceso, apuntalados por un CSE celosísimo del fuero íntimo de esos abnegados camaradas, que se multiplican como bacterias en el REP (que no contiene ni direcciones ni fotografías, para proteger a estos ángeles votantes de las calumnias de los oligarcas a sueldo de la CIA), que deben duplicarse y triplicarse en cada jornada dominguera, arduo trabajo que implica trasladarse de una mesa a otra mientras que simultáneamente se remueve la tinta “indeleble”, para cuidar las apariencias. Les daba escozor que algunas actas no reflejaran correctamente cada voto, pero los entusiasma que el CSE se parcialice por el oficialismo, inconsultamente traslade votantes a centros distantes cientos o miles de kilómetros, y use la ley para modificar jurisdicciones, restar peso a los espacios donde gana la oposición y abultar los espacios donde el voto -mercernario- les es favorable. Honestidad pura y filtrada.
Otro clásico era el referido a la Represión; Especialmente en los sesenta, pero lo proyectaron hasta el final de la guanábana, ustedes permanentemente acusaban a los gobiernos de perseguirlos, detenerlos, encarcelarlos. Lo que no mencionan es que desde 1960 muchos de ustedes tomaron las armas y buscaron el atajo de la violencia, en ese estúpido afán de imitar acá lo que había ocurrido en Cuba (eso, con el apoyo de Fidel). Se pasaron 39 años quemando cauchos y vehículos, tirando piedras, llamando a “hacer patria matando un policía”, emboscando al ejército, hostigando a los pobladores del campo, asaltando bancos. Qué ironía, como no tenían respaldo electoral, por la fuerza de las armas intentaron derrocar a gobiernos legítimamente electos, y tampoco lograron respaldo popular por la vía armada, fracasaron estruendosamente, y llegan al gobierno por la vía electoral salpicada de populismo, demagogia y trampitas. Hipócritas, llegan a escandalizarse frente a un caucho quemado o el cierre de una calle, cuando la mayoría de los dirigentes chavistas hizo postgrados quemando vehículos y generando trancas, muy especialmente los jueves, en la entrada de la UCV y otras casas de estudio, donde cursaban sus semestres enmascarados.
A Betancourt y CAP los trataban de casi analfabetos por no ser egresados de la universidad, le sacaron filo a expresiones como “Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario” y “autosuicidio” que, aunque incorrectas, a nadie insultaban. Sin embargo, se complacen cuando el gorila carismático escribe adquerir con e, Felisidad con ese, multiplica 7 por 8 y le da 52, llama “Victoria de Mierda” al triunfo electoral opositor, ordena enviar diez batallones a la frontera con Colombia (que nunca llegaron), tergiversa la Historia a su conveniencia, se apropia de la obra de Bolívar para favorecer a su facción, se asocia con los peores dictadorzuelos del planeta, pone las Instituciones al servicio de sus caprichos, militariza la administración pública, irrespeta funcionarios democráticamente electos quitándoles presupuesto y jurisdicción, nombra autoridades paralelas, organiza milicias particulares armando al lúmpen, pide un minuto de silencio para un jefe de las FARC terroristas y narcotraficantes mientras nada hace para enfrentar la inseguridad que acumula bajo su gobierno más de 150.000 asesinados, y para colmo, tras once años en la presidencia, tiene el tupé de tratar de descargar la culpa por la insuficiencia en los pésimos servicios (que ni ha mantenido ni aumentado en correspondencia con la demanda) ¡ a los gobiernos anteriores !
En conclusión; a ustedes en realidad lo que les molestaba de la Corrupción, del Sectarismo, del presidencialismo, de los nombramientos a dedo, de los Contratos sin Licitación, del Peculado, la Malversación y el Despilfarro, de la Incapacidad de los funcionarios, de la Insuficiencia Presupuestaria en Salud-Educación y los otros servicios, del Abuso Policial y la Criminalización de la Disidencia, de la estafa electoral, las compras con Sobreprecio, los empresarios de maletín y la Agricultura de Puertos, era que esos vicios favorecían a AD y COPEI. Ahora que se practican con más intensidad los ven con muy buenos ojos, fuera principios, porque favorece a la parcela en la cual ustedes son socios, fuera vergüenza. Y no perdonan que Betancourt y Leoni no se hayan comportado como el pusilánime Batista, les derrotaron su montaje guerrillero y los pusieron a jugar banca, hasta que AD y COPEI, carcomidos por el cáncer de su prepotencia, reducidos a labores proselitistas con una dirigencia degenerada y egoísta, pusieron la mesa para que un patán, de formación estalinista y sin escrúpulos, cosechara en el amplio sembradío de la ignorancia, el resentimiento, la falta de formación ciudadana y el oportunismo, características de tantos venezolanos a quienes hoy maquillan de héroes y vencedores, cuando sus consignas esenciales son las del “Cuánto hay pa’eso” y “Quítate tú pa’ponerme yo”.-
Muy respetables cultivadores de la Doble Moral y el Doble Discurso, directos descendientes de los tres monitos, bagazo ñángara, sigan sosteniendo que con RECADI el gobierno hacía negocios pero con CADIVI brilla la mayor pulcritud, que los diputados adecos y copeyanos eran vulgares levantamanos, y los rojos rojitos (electos con menos del 15 % de los votos) son dignos representantes del soberano, que el hijo de Caldera era un pimentón, pero los que hacen fortuna alrededor del charlatán mayor son hermanitas de la caridad, que es patriótico impedirle a cada opositor que compre con su dinero dólares para pagos en el exterior, y nada objetable que el ungido malgaste por centenares de millones los dólares -a cuenta del erario nacional- viajando a donde le plazca, con comitiva nunca inferior al centenar de “revolucionarios”, llegando a hoteles y restaurantes cinco estrellas, vistiendo como príncipe, sea para darle un masaje a su enorme ego en el Festival de Cine de Venecia, sea para visitar a cualquier sátrapa en Bielorrusia, Irán o Zimbawe. Aplauden, que a Ledezma, electo por la mayoría, le roben sus recursos, mientras que a Diosdado, rechazado hasta por los chavistas, lo premien con varios ministerios. Que una remesa de libros comprados en Uruguay suba su costo como por arte de magia de medio millón a 32 millones de dólares, que en los primeros diez años este gobierno, que es ya el anterior, evaporó novecientos mil millones de dólares (presupuesto de Caldera en 1973: $ 14.000 millones, CAP 1974: $ 42.000 M), que Smartmatic lleve a Jorgito Rodríguez a un Spa en Miami, con todos los gastos “cubridos” (remember Blanca Ibáñez), que la Defensora del Pueblo afirme que lo de la Inseguridad es sólo una “sensación”, que el Fiscal Isaías Rodríguez fabrique al testigo y su declaración, que los 40 gatillos alegres de Puente Llaguno sigan impunes, e inocentes sean imputados y sentenciados por conveniencia del régimen, que cierren medios críticos para que el pensamiento único sea la única opción -orwelliana-, con la calidad de Aló presidente, VTV y VEA.
Si la Lista Tascón no les provocó ni siquiera una sospecha, ustedes son fascistas, y deben sentir placer cuando escuchan a su Duce ordenar que les echen gas del bueno a los estudiantes, cuando esquiva su profunda responsabilidad en la crisis de la electricidad y el agua, amenaza con suspender la energía desde las 3 pm y nos propone -mitómano- que nos bañemos como él, con tobo y totuma, en 3 minutos “y no quedo hediondo”. Todo un Estadista. Ustedes reivindicaron a AD y COPEI, niños de pecho.