Henry VIII y Chávez I
Antes de 1534, Inglaterra era un reino católico ejemplar. Su monarca, Enrique VIII, había sido declarado en 1521, por el Papa León X, «Defensor de la Fe»; es decir, trece años antes, Enrique era un convencido católico, que incluso había firmado un tratado con Roma en oposición al Monje de Wittenberg e iniciador de la Reforma, Lutero. Sin embargo, de la noche a la mañana, el soberano inglés se vio envuelto en un lío de faldas; su amante, Ana Bolena, estaba en cinta, razón por la cual le había solcitado al Papa que le concediera la anulación de su matrimonio con Catalina, la hija de Felipe II de España. Enrique era un rey inconstante y manipulable; su primer ministro, Thomas Cromwell, tenía un influjo tremendo sobre él, a quien satisfacía siempre sus caprichos para poder controlar su voluntad.
En 1534, Cromwell convenció a Enrique de amenazar al Papa con un rompimiento definitivo de no acceder este último a cumplir la solicitud real. El estaba muy consciente de los beneficios que el cisma le traerían, una vez el Rey autorizara la confiscación de todos los bienes de la Iglesia Católica en tierras inglesas. Por supuesto, una vez que el rompimiento se hizo efectivo, Thomas Cromwell se convirtió en uno de los hombres más ricos de Inglaterra; después del rey, claro está.
Las cosas se sucedieron rápidamente. Una vez que el Papa se negó a acceder al divorcio, Enrique se casó con Ana Bolena en secreto en Enero de 1533. Dos meses más tarde, el Parlamento prohibe cualquier comunicación entre las cortes inglesas y Roma (Ley de la Supremacía del rey). Cuatro meses después, el dócil Obispo Cranmer declara el divorcio en forma absoluta y definitiva. La respuesta de Roma no se hace esperar, el 11 de Julio de 1533 el rey Enrique VIII es excomulgado y el cisma religioso es un hecho.
Inicialmente, la Iglesia inglesa permaneció fiel a la doctrina católica, exceptuando lo que respecta a Roma. Tanto la liturgia como los signos y sacramentos católicos siguieron vigentes en Inglaterra; en realidad, nada cambió para la mayoría de los ingleses fieles al catolicismo, exceptuando el hecho de que la cabeza de su religión ya no era el Papa sino el Rey.
Las consecuencias del cisma fueron terroríficas. Es un hecho que su motivación fue todo menos religiosa, así que sus efectos escaparon más allá de lo estríctamente espiritual. Una vez satisfecho su deseo de tener a Ana Bolena, Enrique VIII la decapitó, para casarse el mismo día de la ejecución con Jane Seymour. Una año más tarde, le tocó el turno a Jane, para dar paso a Anne de Cleves; la siguiente fue Catharine Howard y, finalmente, Catharine Parr. Seís esposas en total. A cada una la acompaño una extensa lista de familiares, protegidos y hasta enemigos circunstanciales del Rey. Cardenales, obispos, ábates, sacerdotes, caballeros, ciudadanos de clase media y mujeres de buena cuna, todos fueron víctimas de las intrigas de la Corte, de los caprichos del monarca y su círculo.
Una vez muerto Enrique VIII, su hijo y heredero Eduardo VI le sucedió. Aunque él era el monarca en teoría, Eduardo fue un títere de su Consejo de Estado, totalmente controlado por hombres sin escrúpulos y llenos de ambiciones insaciables. La adhesión a la Reforma fue una consecuencia de la ambición de esos hombres por lograr más poder y riqueza, tal como sucediera con Cromwell. La discordia y caos que lograron imponer a Inglaterra, los llevó a una era signada por la intolerancia y el fanatismo religioso y político. Varios años les tomó a los ingleses recuperar la calma y la cordura, liberarse del fanatismo extremo y continuar las reformas políticas y religiosas que lo llevaron a ocupar un lugar destacado entre las democracias liberales modernas.
Es importante recordar esos hechos porque evidencian la importancia de la tolerancia en la vida humana. Igualmente, ponen en relieve y en forma destacada por qué las instituciones religiosas deben mantenerse al margen de la política, y por qué los políticos al margen de la religión.
Un poco más de cien años después de haber muerto Enrique VIII, el filósofo inglés Jhon Locke escribió un hermoso ensayo intitulado «Carta en torno a la Tolerancia» (1689). En él, Locke manifiesta sus preocupaciones en torno a esa centuria sangrienta que siguió al cisma de 1534. Claramente, expone las razones por las cuales la iglesia «no fue instituida para hacer sólo pompas grandiosas, ni para obtener dominio eclesiástico, sino para regular la vida de los hombres de acuerdo a las leyes de la virtud y la piedad». También expone por qué la jurisdicción de los gobiernos (magistrados) se circunscribe a lo «estríctamente civil», y que «todo poder civil, derecho y dominio, esta obligado únicamente al cuidado y promoción de [los asuntos civiles]». Para él, «el cuidado de las almas no es un asunto del gobierno, como de ningún otro hombre», ya que Dios «no le ha concedido a nadie la autoridad para obligar a otros a ser parte de su religión». La tolerancia y el virtuosismo de Locke lo lleva a afirmar cosas como estas: «no puede ningún poder [sobre las almas] ser otorgado a nadie por el _consentimiento de la gente_, porque ningún hombre puede abandonar el cuidado de su propia salvación a los designios de otro hombre, sea un príncipe o un subdito, ni prescibirle éstos qué fe o culto abrazar». Para Locke «toda la vida y poder de la verdadera religión consiste en la total auto persuasión, y la fe no es fe sin la creencia [resultante de tal auto persuasión]».
El peligro de acicar pasiones y fanatismos, es que nunca se sabe hasta dónde se podrá ejercer control sobre ellos. Henry VIII murió dejando a su pueblo sumido en una división profunda que costo cientos de miles de vidas y más de un siglo de inestabilidad. Es bueno que nuestro «Napoleon Le petit» reflexione en torno a ello.
Para saber mas puede consultar algunas de las siguientes obras:
Philip Hughes. A Popular History of the Reformaton. Doubleday Image, 1957.
Paul Johnson. A History of the English People. Harper & Row, 1985.
John Locke. A Letter Concernign Toleration (1689). URL (%=Link(«http://www.catalog.com/jamesd/tolerati.htm»,»http://www.catalog.com/jamesd/tolerati.htm»)%)
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