Hay que tomar la calle
La calle es el pueblo. La calle es la movilización. Tomar la calle es darle coherencia a la manifestación de reparos, críticas y demandas de la comunidad. Es luchar por las reivindicaciones que nunca se han dado. La calle es la expresión concreta del cambio político y de la inspiración que hermana a los que en ese escenario se encuentran. No hay lucha completa sin que se de la cohesión espiritual de la calle. La calle es el resultado de la fase final de la producción teórica. Es, en última instancia, la praxis revolucionaria.
Ahora mismo hay que tomar la calle. Bochornos y burlas promueven las respuestas del pueblo en la calle. La desfachatez y el caradurismo, son las mas resaltantes características de los gobiernos que mandan sin escrúpulos, ni moral. Y ante esos rasgos despreciativos hacia el prójimo, el pueblo tiene que tomar la calle. Tres hechos de marcada inmoralidad política conducen al camino de las manifestaciones públicas: la suspensión de las elecciones, las declaraciones del representante de la E.S and S, donde revela el montaje del fraude electoral y la selección de la Junta Directiva del CNE por parte del congresillo. Hechos que obligan a la descalificación del gobierno, desde el punto de vista ético, moral y político. Hechos que justifican la aplicación de un referendum revocatorio y denunciar la tramposería por parte de las autoridades del Estado. Pero más allá del cumplimiento de estas exigencias justas, hay que protestar en la calle. Hay que demostrar que el pueblo no otorga la razón a quienes pretenden engañarlo. Se debe expresar a viva voz el coraje irreductible de los luchadores sociales. Se tiene que desahogar la furia que origina el engaño. Hay que mantener erguida la cabeza y el pecho henchido delante de los que mandan, para expresarle a ellos la firme resolución de enfrentarse a quienes manipulan al pueblo.
El MDD asume la calle como la práctica que justifica la lucha política que se libra en los actuales momentos. La calle como expresión democrática y como símbolo del empleo de los derechos ciudadanos, cuando éstos son negados por los poderosos. La tesis de la democracia directa nos permite interpretar la condición del hombre como el centro de desarrollo. El hombre como factor primario al cual se le debe estimular para otorgarle valores que le permitan alcanzar la prosperidad, la riqueza y altos niveles existenciales en el orden moral y espiritual. Y lo moral se enlaza con la verdad, con los valores éticos y con las virtudes humanas, tales como la honestidad, la responsabilidad y el honor. Hay causas para tomar la calle. Y el MDD no puede eludir el momento presente caracterizado por la acción de la conciencia: la disposición a asumir la lucha política dirigida a denunciar en la calle la inmoralidad y el abuso de poder que protagonizan las autoridades del Estado.
La calle se convierte en parte activa de los planes políticos del MDD. Para el MDD la calle es el país, es la Nación. Es la República herida por un nuevo sistema político que no termina de nacer y, apenas en este estadio de incipiente concepción, perece por antiético e inmoral. Tomaremos las calles de Venezuela. En todos los Estados donde existe el MDD, tendremos presencia activa para demostrar que si sabemos procesar los manejos ocultos que hace el gobierno. Con el MDD activaremos la calle. Volveremos a ella, aunque nunca he salido de allí. Más de treinta años moldeando un método, erigiendo un proyecto, concibiendo una teoría mutable por las circunstancias del entorno político, enfrentando adversidades. Destacando los valores que enaltecen la condición humana y negando los vicios que deforman la moral individual y colectiva.
La calle está en el activar diario. La calle es el campo donde se libra la batalla del pensamiento político. Es el ambiente de comprobación de las teorías sociales. Es la tribuna para señalar la degradación de la política. Es el ambiente para adecentar la gestión del Estado. A la calle retornaremos ahora, para contribuir en la conducción del rumbo del país. A la calle regresamos para difundir la situación crítica de la población nacional. Para denunciar los engaños y la farsa de una revolución inexistente. A la calle regresamos para conducir a quienes creen en los ideales de ver que sí puede existir un nuevo sistema político. Para demostrar que se lucha por ideales y que se cree en la democracia directa. Que se cree firmemente en el poder del pueblo. El pueblo ejerciendo sus derechos y reclamando justamente, sin manipulaciones y mentiras ocultas, la satisfacción de sus expectativas. El MDD es la nueva calle.