Opinión Nacional

¿Hasta dónde uno puede llegar como diputado?

Es una pregunta que cae en el campo de la realización personal, al igual que la pregunta ¿por qué voy a la Asamblea Nacional?, sobre la cual diserté en el Alumbramiento 128, y donde las palabras las plasmé en primera persona por dos razones: la mía propia, ya que las escribí para mi propio desarrollo y como una guía cuando fui candidato a diputado por el equipo de la Zulianidad en el 2005, y la otra por lo que cada aspirante, que lo lea, pueda tomar para sí mismo… ¿Qué clase de Asamblea Nacional quiero? De nuevo, en primera persona, respondo: una AN que cumpla con los principios de la democracia y de la libertad y con base en esos principios ejerza las funciones contraloras y legislativas que les son propias. Una AN cuyas acciones me den paz y contribuyan a realizarme con dignidad en pensamiento, palabra y obra. Una AN cuyos integrantes no sean percibidos y acusados de corruptos o de ineficientes (y que tengan presente que yo los elegí y por ello me deben rendir periódicamente buenas cuentas). Una AN que legisle de manera sencilla teniendo presente que la seguridad, la educación y la salud deben ser prioridad nacional. Una AN que supervise y exija al Ejecutivo que gobierne respetando el contrapeso de los otros poderes. Una AN que apruebe los presupuestos anuales que contemplen partidas adecuadas para la seguridad social, viviendas, vías de comunicación, energía eléctrica, ambiente. Una AN que legisle para fomentar y promover la descentralización y la libre empresa sin ningún tipo de discriminación… ¿Qué espero de los partidos políticos?  Que como organizaciones fundamentales para la democracia, actúen de la manera más sensata y como catalizadores positivos apoyando a personas que ayuden a atraer a los desencantados del oficialismo y conecten sobre todo a los ni-ni.  Las elecciones de septiembre no será una lucha por los votos de individuos pasivos que absorben como esponjas la publicidad en favor de personeros con quienes hace cortocircuito tan sólo  al verlos… Mercado político y votación para ganar. Hoy, el ciudadano venezolano se concibe a sí mismo, en primer lugar, como una persona libre. Libre para decidir. Muchos ciudadanos no votan porque piensan que el peso de su voto es mínimo. Otros, porque no les convence ninguna oferta o porque sospechan de vicios en el CNE o  porque  piensan que siempre son las mismas caras. De aquí la importancia del carisma o de la confianza que infundan las personas que definitivamente sean seleccionadas como principales y suplentes en esta contienda crucial para todos… Las circunstancias. Hay que tenerlas en cuenta. En lo individual (ojo: no me he postulado ni he pensado hacerlo), constituye una de las causas del porqué soy o no soy lo que quiero, pues se trata de particularidades del entorno que me rodea  y que pueden estar a mi favor o en contra. En lo colectivo, es imprescindible que los actores políticos y no políticos, las tengamos presente si queremos contribuir con los objetivos superiores del país. En este sentido, considero lo siguiente: para encabezar el voto lista, el viento sopla a favor de una mujer; Evelyn de Rosales, porque tiene sobradas razones en contra de la injusticia, tiene carisma y además la fuerza para impulsar a los candidatos nominales. Hay diputados regionales y concejales, en ejercicio, cuya mejor acción estaría en preocuparse por profundizar su trabajo actual y para lo cual fueron electos. Y hay ex-funcionarios con algunos “cables pelaos” que podrían correr peligro con tan solo asomar la nariz…

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