Opinión Nacional

¿Hasta cuándo?

E l chavismo ha sido un fracaso en lo político, en lo social, en lo moral… no hay aspecto de este funesto movimiento que no haya convertido las cosas, los eventos y las personas en inmundicias, ha enfermado al país con su locura esquizoide, llena de mentiras, en un cuarto de espejos; el chavismo es la expresión sociológica de lo peor de la naturaleza del venezolano, convertida ahora en motivo de elegías, empoderamiento y, lamentablemente, devenida en ejemplo para Latinoamérica.

Resalta el uso de la propaganda de guerra para lograr sus fines de establecerse y conservar el poder, pero se trata de una propaganda oscura, muy negra, que usa el miedo, la esperanza, la violencia, la manipulación y la falsedad para cambiar la percepción del mundo, hasta los principios y valores del ser humano; en eso, Venezuela ha sido un inmenso laboratorio que será estudiado por los expertos en las décadas por venir.

Sus líderes, todos, se han caracterizado por su egoísmo y cobardía sin límites, escondidos detrás de un nacionalismo y un americanismo bizarros, convirtiendo sus pulsiones más primitivas en querencias colectivas; su tiempo ha sido, hasta el momento, un viaje de subidas y caídas repentinas, como si estuviéramos en una montaña rusa; por un lado se dicen humanistas, cristianos, demócratas y pacifistas, pero voltean el rostro y son militaristas, brujos, totalitarios y mafiosos.

Lo más fascinante del fenómeno, para quien tenga interés en ello, es cómo el pueblo se pliega y amolda a esos comportamientos, los hace suyos y los celebra.

Para entenderlo he leído mucha historia y sociología y sólo encontrado algunas Respuestas en autores como Manuel Díaz Sánchez, Francisco Herrera Luque, Laureano Vallenilla Lanz y otros estudiosos del carácter del venezolano, que nos hablan de taras, complejos, venas profundas de salvajismo, resentimiento y venganza que están en nuestros genes y son parte del inconsciente colectivo; que bien conducidas, nos hacen ser generosos y libertarios, pero en manos equivocadas nos embarcan en una retorcida odisea para ser de nuevo esclavos, canibalizándonos entre nosotros, chapoteando en nuestra propia miseria.

El único reconocimiento que le hago al chavismo fue habernos mostrado que este repertorio de primitivismo y autoagresión todavía vive dentro de nosotros; que toda esa infantil simbología de patria, armas y revoluciones priva en nuestra identidad.

Cuando salgamos de esta larga noche, y saldremos, tendremos que ocuparnos de encerrar ese genio pestilente de nuevo en su botella y arrojarlo muy lejos al mar, con la esperanza de que jamás retorne.

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