Hambre, muerte y cuento
El pueblo deambula en busca de comida con un bolívar en mano que a decir del economista Alfredo Toro Hardy vale tanto como un billete del juego de mesa Monopolio. Esta rutina la realizan luego de obligada vigilia y periplo en hospitales y morgues del país en busca de un ser querido.
Mientras esto acontece el gobierno de Nicolás Maduro se dispone asistir festivamente a la presentación de “Memoria y Cuenta” ante la Asamblea Nacional y celebrar por todo lo alto un aniversario más de la asonada golpista del 4 de febrero de 1992 que arrojó más de cien muertos.
Los familiares de los difuntos de aquel fatídico día al igual que más del noventa por ciento de las víctimas en Venezuela esperan justicia en tanto los autores intelectuales, asesinos y delincuentes vagabundean reincidentes con una marca de sangre en su conciencia que los obliga a dirigir una temerosa mirada a su entorno, como suspirar un compasivo anhelo por su familia.
Esta es la circunstancia en que viven los venezolanos y en la cual el gobierno controla la población entre desabastecimiento, órdenes populistas de asalto a comercios e indiferencia ante la acción del hampa. El año que el barinés arriba, 1999, se producen 5,968 muertes violentas. Maduro cierra el 2013 con 24,700 caídos fatales, se estima.
Una realización inusual de connotada significación y de aún no determinadas consecuencias ocurrió en el país; la muerte de Mónica Spear y su compañero Thomas Berry. Este suceso cohesiona al vecino ante el crimen por lo ocurrido a un símbolo afectivo; la muerte de una diva, su esposo y a la orfandad expuesta de su pequeña niña Mayra, la cual resulta herida en el asalto.
Los malhechores, según estadísticas, en la mayoría de delitos se encuentran entre 20 y 25 años. Son indiciados de accionar el arma, conforme varias fuentes, Jean Carlos Colina, de 19, y Adolfo Rico Agreda, de 26. Su juventud nos indica que crecieron y se capacitaron en socialismo.
Por otro lado, el régimen, entendiendo que las protestas aisladas pudiesen fusionar en torno a la muerte de Mónica Spear, bajo el guión de la isla del Caribe, solicita la renuncia del gabinete ejecutivo como táctica para desviar la atención sobre el caso en la vía Puerto Cabello-Valencia.
Con esta iniciativa y la sobreactuación del gobierno al llevar en avión de PDVSA a los familiares desde la ciudad de Orlando, en EEUU, queda demostrado el temor que siente Maduro que un hecho de esta naturaleza sea la chispa que encienda las acciones de calle por los males sociales ocasionados durante el gobierno que ya lleva 15 años en el mando. Queda en evidencia que la popularidad de Maduro y el chavismo es muy baja; una muy conocida y lamentable víctima los tiene contra la pared.
La sala situacional apura las plataformas de acción para evitar un mayor rechazo de Nicolás Maduro y sus políticas. Hablan de paz, diálogo y hasta abrazos esperando que pase el efecto Mónica Spear, para luego continuar con su plan original: distraer con promesas incumplidas para amarrar con leyes írritas y excesos la gobernabilidad ansiada por el mandador comunista; la dictadura.
Como muestra de este cuento de diálogo y paz es la confraternidad ofrecida por el padre del odio en este siglo en Venezuela, Hugo Chávez. Rememoro las fraternales solicitudes. Promovió un total de siete momentos en la historia de su gobierno. Primero, 27 abril del 2002, pide dialogar con los divergentes. Segundo, 21 de junio del 2004, ofrece mesa de acuerdos. Tercero, 27 de enero del 2011, llama a platicar las constructoras del país. Cuarto, 6 de junio del 2011, pide reflexión a la oposición. Quinto, 15 de junio del 2012, Chávez llama al diálogo al sector privado. Sexto, 7 de octubre del 2012, llama a la oposición a concertar la diversidad. Séptimo,9 de octubre del 2012, moribundo pide dialogar con el jefe de quienes discrepan –Capriles–.
Todas estas convocatorias las condujo al fracaso. Ninguna hizo llegar a buen puerto, él no estaba interesado en una verdadera concertación. El de Sabaneta buscó tiempo para formar los cuadros políticos en Cuba, Irán, Vietnam y Siria para reingresarlos al terruño a trabajar bajo dogma en todos los poderes existentes.
Maduro Mora, siguiendo el patrón cubano-comunista, al instalarse como jefe del régimen llama en tres oportunidades a los grupos antagonistas a tomar el hilo con idéntico designio, solo conquistar espacio con el cuento de la paz, para luego agredirlos como hizo en la reciente tertulia de alcaldes en Miraflores. Al muerto lo puso a cantar y hasta corregir.
Nada extrañaría que tratase el gobierno de incorporar a las inexistentes mesas de trabajo por la paz al señor Carlos Spear, padre de la actriz fallecida Mónica Spear, que en paz descanse.