Hacia un nuevo paradigma sindical
Una de las consecuencias más funestas del gobierno de Hugo Chávez ha sido el desmantelamiento del antiguo movimiento sindical venezolano, lo que ha dejado a los trabajadores totalmente desprotegidos, al haberse dejado de lado la contratación colectiva y hacerlos conformarse con aumentos del salario mínimo que anualmente, y en razón del Día Internacional del Trabajador, cada Primero de Mayo, se digna otorgar el Presidente de la República. Esta situación ha amilanado en mucho el espíritu combativo de los trabajadores, pero ello no es gratuito. Innumerables dirigentes se acostumbraron a ejercer un liderazgo parasitario, dependiente de los partidos políticos y dedicados a medrar de los gobernantes. Cuando el sindicalista está mas pendiente de buscar el lucro personal antes que ejercer la representación cabal de los trabajadores, es claro que nos enfrentamos a una crisis de liderazgo y por ende, los afiliados al sindicato sufren una orfandad de representación. Esto es lo que denominamos sindicalismo parasitario desviado.
El paralelismo sindical promovido por el gobierno, no le ha traído beneficio alguno a los trabajadores, ya que quienes dirigen esas organizaciones, tienen como fin principal combatir y destruir a los sindicatos consolidados, para debilitarlos y anularlos, mas no se ocupan de aupar las reivindicaciones laborales, ni de luchar por la defensa de los derechos, ni por el logro de las aspiraciones de los trabajadores. Estos parásitos tienen como primordial fin convertirse en unos cancerberos del régimen, en unos jalamecates del gobierno, persiguiendo a cualquier trabajador que se atreva a elevar su voz para protestar por los abusos o por la renuencia del gobierno a honrar sus compromisos laborales.
El momento actual nos dice que tanto el sindicalismo dependiente de la C.T.V, como el paralelo dependiente y sumiso al gobierno no tienen mayores alternativas que ofrecerle a los trabajadores sindicalizados. Por tanto, es menester que construyamos un nuevo paradigma sindical que convierta al sindicato en una corporación de servicios al trabajador, en una unidad donde el trabajador obtenga no sólo representación en lo que respecta a sus derechos laborales, sino también que obtenga respuestas claras en lo que respecta a salud, educación, educación, vestido, calzado, alimentación, vivienda y mejoramiento de sus condiciones de vida. Es necesario que retomemos el estudio de los sistemas provisionales que hoy son una realidad en muchísimos países, en especial en Chile, así como los programas de beneficio laborales establecidos en Israel y en los países nórdicos. El sistema de seguridad social de la Unión Europea debe ser un buen modelo a estudiar. Hay que revisar el modelo norteamericano y tomar de todos ellos lo que sea aplicable a nuestra realidad, tomando en cuenta las características específicas del esquema laboral venezolano. El Seguro social venezolano debe repensarse, hacerlo mas ágil, menos lento y mas amplio en su cobertura. Pero debemos estar conscientes que para que los trabajadores exijan más derechos, deben igualmente aumentar su productividad. Cuando la productividad de las empresas no es optima, es impensable que puedan estar en capacidad de atender todas las exigencias socioeconómicas de los trabajadores.
De nada nos sirve que tengamos el barril de petróleo a precios estratosféricos si ello no redunda en beneficios reales y estables para la población, como debería proveerlo un buen gobierno. En vez del terrorismo tributario y el acoso contra empresas y empresarios, contra todo el aparato productivo, en políticas antiobreras, la lógica y la sensatez imponen que no hagamos nada distinto de las sociedades exitosas. Para que los trabajadores participen activa y entusiastamente en el desarrollo del país y posean las herramientas adecuadas debemos dirigirnos hacia un nuevo paradigma sindical.